El periodismo global se enfrenta a un desafío crítico en 2025, con las secuelas de un 2024 que dejó cifras devastadoras de violencia, encarcelamiento y desaparición de profesionales de la información. Según el más reciente informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF), los ataques deliberados y la impunidad que caracterizaron el año pasado siguen marcando el presente, con una peligrosa tendencia al alza que amenaza con agravar aún más la crisis global de la libertad de prensa. Este contexto exige atención urgente: cada agresión silenciada, cada cárcel llena, y cada desaparición forzada en 2024 no son solo una estadística pretérita, sino una advertencia tangible para el futuro del periodismo.
«Los periodistas no mueren, los matan; no están en la cárcel, los regímenes los han encerrado; no han desaparecido, los han secuestrado. Estos crímenes, a menudo orquestados por Gobiernos o grupos armados, son un agravio al derecho internacional y, con demasiada frecuencia, quedan impunes. Debemos cambiar lo establecido y recordarnos a nosotros mismos, como ciudadanos, que es por nosotros, para informarnos, por lo que mueren los periodistas. Debemos seguir contando, denunciando, investigando y velando por que se haga justicia. La fatalidad nunca debe triunfar. Proteger a quienes nos informan es proteger la verdad», advirtió Thibaut Bruttin, director general de RSF.
Era cuestión de tiempo para que la Franja de Gaza se consolidara como la región más peligrosa del mundo para los periodistas. Desde octubre de 2023, el ejército israelí ha asesinado a más de 145 periodistas, de los cuales al menos 35 fueron atacados directamente mientras ejercían su labor. Este conflicto no solo ha cobrado vidas, sino que también ha generado un impacto devastador en la libertad de prensa. La comunidad internacional sigue exigiendo justicia, mientras RSF ha presentado cuatro denuncias ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra contra periodistas en esta región.
El panorama también es sombrío en Asia, la segunda región más peligrosa para los profesionales de los medios. En 2024, Pakistán registró siete asesinatos de periodistas, mientras que cinco más fueron abatidos durante manifestaciones en Bangladesh. En total, 54 comunicadores fueron asesinados ese año, un tercio de ellos en zonas de conflicto como Ucrania, Sudán y Birmania, lo que representa el nivel más alto de asesinatos en un lustro.
Mientras tanto, el encarcelamiento de periodistas también alcanzó cifras récord, con 550 profesionales privados de su libertad en todo el mundo, un aumento del 7.2% respecto al año anterior. China lidera esta lógica represiva con 124 encarcelamientos, seguida de Birmania (61) e Israel (41), que ha escalado al tercer puesto mundial de «cárcel de periodistas» tras la intensificación del conflicto en Gaza. Este uso del encarcelamiento como herramienta de represión también es evidente en Rusia, donde comunicadores rusos y ucranianos enfrentan penas acumuladas que superan los 250 años.
En el caso de las desapariciones forzadas, México se destaca tristemente como el país con mayor número de periodistas desaparecidos, concentrando más del 30% de los casos a nivel mundial. Desde 2014, el país ha registrado al menos 28 desapariciones de profesionales de los medios, cinco de ellas en la última década. La situación refleja no solo la violencia del crimen organizado, sino también la negligencia gubernamental para garantizar la seguridad de quienes ejercen el oficio periodístico.