El magnate inicia su segundo periodo en un ambiente tenso por la violencia en suelo estadounidense y las intimaciones lanzadas contra sus detractores internos y externos. El mundo, en zozobra por la vuelta del liberalismo extremo a la Casa Blanca
Preocupación y cautela ante los ataques en EE. UU.
En la víspera de la ceremonia de toma de posesión de Donald Trump para un segundo mandato presidencial, el clima en Estados Unidos se tiñe de incertidumbre y violencia. Dos ataques sacudieron al país, revelando las profundas divisiones internas y el impacto de tensiones externas en un mundo que mira con preocupación el regreso de un estilo de Gobierno marcado por el liberalismo extremo y la confrontación directa.
El primer día del año, un atentado perpetrado en el corazón del Barrio Francés de Nueva Orleans dejó varios muertos y heridos, reviviendo el espectro de la inseguridad en zonas emblemáticas de la nación. Horas después, en Las Vegas, una explosión frente al Trump International Hotel en una camioneta propiedad de una empresa subsidiaria del emporio de Elon Musk, intensificó las especulaciones sobre la naturaleza de los ataques. Aunque ninguna organización ha reivindicado aún los hechos, las autoridades no descartan vínculos con redes terroristas internacionales o con grupos radicales domésticos que han cobrado fuerza en los últimos años.
«Ellos (en México) están esencialmente gobernados por los cárteles. Y no podemos permitir que eso suceda. México está realmente en problemas, muchos problemas. Es un lugar muy peligroso»
Donald Trump, presidente de Estados Unidos
Fiel a su estilo, Trump no perdió la oportunidad de politizar la situación. En declaraciones en redes sociales, aseguró que estos incidentes son «pruebas de la debilidad que los progresistas dejaron al permitir el descontrol migratorio y atacar la grandeza estadounidense». No obstante, los atentados parecen apuntar más a la polarización interna y a la creciente animosidad contra sus políticas.
«México es un país libre, independiente y soberano y como lo he dicho: nos coordinamos, colaboramos (con EE.UU.), pero nunca nos subordinamos»
Claudia Sheinbaum, presidenta de México
El regreso de Trump a la Casa Blanca ha despertado una oleada de temores tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Mientras los ataques recientes evidencian un resurgir de amenazas violentas en territorio nacional, la comunidad internacional observa con recelo cómo la administración que impulsó medidas proteccionistas, retiradas de acuerdos globales y un discurso divisorio retoma el control del Gobierno más influyente del mundo.
Recientes análisis destacan cómo la polarización política y el extremismo en línea incrementan el riesgo de ataques en Estados Unidos. Seamus Hughes, investigador en el Centro Nacional de Innovación, Tecnología y Educación Antiterrorista de la Universidad Estatal de Nebraska-Omaha, señala que las agencias de seguridad enfrentan un panorama de amenazas diverso y complejo. Hughes afirma: «Tenemos un grado de polarización en Estados Unidos, lo cual es un factor importante. El entorno en línea tiene algoritmos integrados para hacerte enojar. Y todo esto contribuye a una tormenta perfecta de factores que conducen a una mayor radicalización», dijo (Mujeres es más, 04-01-25)
Además, John Horgan, psicólogo y director del Grupo de Investigación sobre Extremismo Violento de la Universidad Estatal de Georgia, indica que la radicalización por sí sola no es el problema principal, sino la movilización hacia la violencia. Horgan comenta: «La radicalización no es un problema (…) El problema es la movilización por la violencia»
Estos expertos coinciden en que la combinación de polarización política y acceso a comunidades extremistas en línea crea un entorno propicio para la radicalización y la violencia, lo que representa un desafío significativo para las autoridades encargadas de mantener la seguridad nacional.
Los críticos subrayan que los problemas no se limitan a las explosiones o a las amenazas veladas que ha lanzado el presidente contra sus opositores. Las tensiones raciales, el auge de milicias armadas y una economía desigual tras el impacto de políticas anteriores de la administración Trump dibujan un panorama inquietante.
La reaparición de un liderazgo trumpista también supone un desafío global. Los Gobiernos aliados y adversarios de EE. UU. se preparan para un nuevo periodo de tensión diplomática. Mientras Europa recalcula su posición estratégica, países como China y Rusia ven la oportunidad de ampliar su influencia en un contexto de aislamiento estadounidense.
Las explosiones en Nueva Orleans y Las Vegas no solo marcan un inicio turbulento para la nueva etapa de Donald Trump, sino que son un recordatorio de los tiempos volátiles que enfrenta Estados Unidos. Entre atentados y amenazas, el país se adentra en una era incierta, donde las respuestas del presidente podrían definir no solo su legado, sino también el equilibrio de poder mundial.
El patio trasero
La segunda llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado un terremoto político en América del Norte, y México es uno de los países más expuestos a su impacto. El tono confrontativo que caracterizó la primera administración del magnate regresa con fuerza, esta vez dirigido no solo al flujo migratorio, sino también a la política energética y de seguridad de México. Para la presidenta Claudia Sheinbaum, que apenas inicia su mandato, Trump representa un desafío inmediato que podría marcar el curso de su administración.
Desde su campaña, Trump retomó una de sus narrativas favoritas: culpar a México de los problemas internos de Estados Unidos. En una reciente declaración, aseguró que «Ellos (en México) están esencialmente gobernados por los cárteles. Y no podemos permitir que eso suceda. México está realmente en problemas, muchos problemas. Es un lugar muy peligroso», dijo en rueda de prensa desde su residencia de Mar-A-Lago a pocos días de tomar posesión.
Estas palabras resuenan con fuerza en el escenario político mexicano. Durante su mandato anterior, Trump utilizó la amenaza de tarifas para forzar a México a implementar el programa «Quédate en México», que convirtió al país en una sala de espera para solicitantes de asilo. Ahora, bajo su regreso, el temor es que las presiones sean aún mayores.
La presidenta Sheinbaum, que ha mantenido un perfil más técnico que político en sus primeros meses al frente del país, respondió con firmeza a las declaraciones del mandatario estadounidense. «México es un país libre, independiente y soberano y como lo he dicho: nos coordinamos, colaboramos (con EE.UU.), pero nunca nos subordinamos», exclamó ante una enorme audiencia en el Zócalo, el pasado 12 de enero.
Sheinbaum también destacó la importancia de una relación bilateral basada en la cooperación, especialmente en áreas como seguridad y comercio. «Estados Unidos y México son socios estratégicos. Solo juntos podemos abordar retos como el narcotráfico, el desarrollo económico y el cambio climático. Pero eso requiere respeto mutuo, no amenazas», agregó.
La relación con Trump pondrá a prueba la estrategia diplomática de Sheinbaum, especialmente en tres áreas clave:
- Migración: La presidenta enfrenta la presión de gestionar un éxodo migratorio cada vez mayor desde Centroamérica, Haití y Venezuela, mientras busca evitar que México sea visto como el muro de contención de Estados Unidos.
- Economía: Las amenazas de Trump sobre nuevas tarifas arancelarias generan nerviosismo en sectores clave como la industria automotriz y el comercio agrícola, pilares del T-MEC.
- Seguridad: La violencia en México, exacerbada por el narcotráfico, sigue siendo un tema recurrente en las críticas de Trump. Su promesa de designar a los cárteles mexicanos como «organizaciones terroristas» podría tensar aún más la relación.
Analistas políticos coinciden en que Sheinbaum debe balancear pragmatismo y firmeza en su respuesta a Trump. En un artículo de opinión publicado en El País, Salvador Camarena destaca que la presidenta Claudia Sheinbaum debe manejar la relación con EE. UU. con firmeza y diplomacia para proteger los intereses de México (El País, 11-01-25)
La clave, según los expertos, estará en consolidar alianzas con sectores políticos y empresariales en Estados Unidos que no comulgan con las políticas extremas de Trump. Asimismo, México podría buscar apoyo en Canadá y la Unión Europea para fortalecer su posición en la arena internacional.
El regreso de Trump significa un periodo de incertidumbre para México, que ahora enfrenta el reto de mantener su soberanía y estabilidad económica frente a un vecino poderoso y cada vez más impredecible. Para Sheinbaum, la relación con el mandatario estadounidense será, sin duda, una prueba de fuego en los primeros meses de su Gobierno.
Sentencia tardía
El regreso de Trump está marcado por un estigma inédito: toma posesión como un delincuente convicto, luego de ser condenado por falsificación de registros para encubrir pagos secretos.
La sentencia del juez de la Suprema Corte, Juan Merchan, dejó claro que la gravedad del delito no se ve disminuida por el cargo que ahora vuelve a ocupar. Sin embargo, el resultado de las elecciones presidenciales del pasado 5 de noviembre limitó las acciones legales. «La única sentencia viable sin interferir con el mandato presidencial es una exención incondicional», señaló el juez, cerrando un caso que, en otros tiempos, podría haber tenido consecuencias más severas.
La condena, resultado de los pagos realizados a la actriz Stormy Daniels para silenciarla durante la campaña de 2016, es solo una pieza de un entramado de acusaciones que se acumuló contra Trump desde que dejó la Casa Blanca. A pesar de haber enfrentado imputaciones en cuatro casos diferentes en 2023, los otros tres quedaron en suspenso. ¿La razón? Una combinación de lentitud judicial y estrategias dilatorias que dieron tiempo al expresidente para presentarse como mártir político ante su base de votantes. E4
Preocupación y cautela ante los ataques en EE. UU.
Medios y analistas alrededor del mundo expresan alarma por las agresiones. Advierten sobre las consecuencias de la polarización y la vulnerabilidad interna del país
Los atentados recientes en Nueva Orleans y Las Vegas han puesto a Estados Unidos en el centro de la atención global, no solo por el impacto de los ataques, sino por lo que revelan sobre el estado de la nación más poderosa del mundo. Medios y analistas internacionales coinciden en que estos eventos no pueden desligarse del contexto político interno y de las tensiones que emergen con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
En Europa, los principales medios subrayan la vulnerabilidad interna de Estados Unidos como un riesgo no solo para los estadounidenses, sino también para el orden global. El diario francés Le Monde destacó que los ataques «muestran un debilitamiento de las instituciones de seguridad y un clima de polarización que socava la cohesión social del país».
Por su parte, el periódico británico The Guardian calificó la situación como un «trágico recordatorio de que la amenaza terrorista no solo viene del exterior, sino que también crece dentro de las propias fronteras de Estados Unidos». El medio también cuestionó si Trump, conocido por priorizar políticas divisivas, será capaz de ofrecer una respuesta que unifique al país.
En Alemania, el semanario Der Spiegel fue más contundente, describiendo los atentados como «el primer gran reto para un segundo mandato que ya genera tensiones en todo el mundo». El artículo advierte que la creciente polarización política en Estados Unidos podría tener repercusiones negativas para la estabilidad de sus relaciones internacionales.
En América Latina, la preocupación gira en torno a cómo estos ataques podrían influir en las políticas exteriores y migratorias de Trump, especialmente en México y Centroamérica. El Clarín de Argentina señaló que «estos eventos podrían ser utilizados como justificación para endurecer aún más la postura de Estados Unidos hacia sus vecinos del sur, aumentando la presión migratoria en la región».
En México, analistas como Jesús Silva-Herzog Márquez han advertido sobre un posible recrudecimiento de las políticas de seguridad y la estigmatización de los migrantes, utilizados como chivos expiatorios en el discurso trumpista.
En Asia, publicaciones como The Straits Times de Singapur han resaltado la fragilidad de la imagen de Estados Unidos como líder mundial. «Estos ataques llegan en un momento en que la confianza global en la estabilidad estadounidense ya está disminuyendo. Si no se manejan con cuidado, podrían acelerar el declive de su influencia», afirma el periódico.
En el Medio Oriente, Al Jazeera interpretó los atentados como una señal de advertencia sobre los efectos de las políticas internas de Trump. «Su retórica divisiva no solo exacerba los problemas domésticos, sino que también proyecta una imagen de debilidad que podría ser aprovechada por actores internacionales».
En Moscú, medios como RT han utilizado los atentados para criticar la política exterior estadounidense. «Mientras Washington predica seguridad y estabilidad al mundo, su propia casa está en llamas», señala un reportaje.
Por su parte, el Global Times de China sostuvo que los ataques reflejan el precio de «los desequilibrios sociales y económicos que Estados Unidos se niega a abordar». Además, cuestionó si el regreso de Trump permitirá superar estas fracturas internas o las profundizará.
En general, las reacciones internacionales coinciden en que los atentados recientes son una muestra del costo de la polarización extrema y de las tensiones no resueltas en el seno de la sociedad estadounidense. A medida que el país se prepara para un nuevo periodo bajo el liderazgo de Trump, el mundo observa con cautela, consciente de que la estabilidad de Estados Unidos tiene implicaciones mucho más allá de sus fronteras. E4