El tiempo corre, certeza plena. Todo pasa, como escribía don Antonio Machado, y lo nuestro es pasar… y en ese andar se va haciendo la vida. Cuando escribo esto estoy con el alma alborozada, acabamos de recibir a nuestra quinta nieta. Estamos de fiesta, nuestra niña es un pedacito de cielo. Tenerla entre los brazos es volver a estrechar la maravilla de lo prístino, el mañana convertido en ese cuerpecito tan tierno y tan frágil que amerita de todos los cuidados y el cariño, para que crezca hermoso y fuerte. Es un prodigio como el pasado se conjuga con el futuro y nace un nuevo ser. Me fascina la genética, me asombra lo que conlleva, me emociona ver como hay rasgos que se repiten y hasta gestos. Iremos viendo que tomó Isabela de sus ancestros y que es suyo y solamente suyo.
Se fue el 2024, hay que hacer un recuento de los 365 días que tuvimos la fortuna de vivir. Sí, fortuna, no todo el mundo la tuvo, hay quienes se fueron en plena flor de la vida, algunos solo nacieron para partir, hay también quienes se la quitaron, y quienes teniéndola se dedicaron a verla como algo ajeno, que ni les va ni les viene. Yo le digo al año que concluye que le agradezco a Dios con todo mi corazón el habérmelo obsequiado. Que su magnanimidad me ha permitido contemplar amaneceres radiantes de sol, deslumbrarme con la belleza que retrata el día, arroparme en la luz de las estrellas y dormirme a la vera de la luna.
La Navidad y el Año Nuevo son dos celebraciones que se vinculan en un punto al que confluyen distintos ciclos vitales. El cenit y el nadir, el principio y el fin, lo primero y lo último, y se repite una y otra vez, como ha sucedido desde hace millones de años. Es justo cuando se va a recibir al Año Nuevo y despedirnos del que se va. Usted elige cómo se despide. Hagamos un balance de lo vivido, ponderemos cuánto ha transcurrido en esta oportunidad de ser mejores, de deshacernos de cuanto sabemos que no nos hace bien, digamos sin rencores y sin llantos, así, racionalmente, lo que hicimos y no debimos hacer, o dejamos para otro día, y asumamos con responsabilidad las consecuencias.
Tuve un buen amigo que decía que cada fin de año solía quemar bolitas de papel en las que previamente había escrito todo aquello que había sido negativo, y haciéndose la promesa de no repetir el ciclo. Nunca lo he hecho. Él se sentía muy bien. Habrá que probar. Hay que aprender a ser felices con lo que hemos construido, sí, nosotros. Los sueños se cumplen si trabajamos para eso, no basta con desear, se deben tomar cartas en el asunto. Hay quienes sueñan, pero no actúan y entonces se le abre la puerta a la frustración, y de ahí a la amargura. Y lo que le sigue es el reparto de culpas, los mediocres suelen cargar sus yerros a los demás. Cuando se tiene la madurez de asumir las fallas se da el primer paso a la modificación de hábitos, a la transformación de maneras de ser y de hacer. Y entonces la vida cobra otro sentido. La fortaleza y la resiliencia arraigan en nuestro interior. Quienes han caminado este trayecto descubren que lo que de verdad importa son los momentos que uno comparte con sus seres queridos, que la belleza cotidiana se alimenta del cariño, la risa, los abrazos, la camaradería, la inocencia preciosa de los niños y la promesa de los jóvenes que tienen todo por delante, y también del recuerdo atesorado en las vivencias que han hecho de nuestra existencia algo memorable.
Y no aludo, como dice la canción solo a las horas bellas, de suyo dulces y acariciantes, también están aquellas en las que te tiene que salir la casta, en las que te vas a enterar de qué estás hecho. Del quebranto también se aprende, porque te estruja el alma, te mueve cosas que ni siquiera te habías dado cuenta que había que ubicarlas. El carácter es como el acero, se templa a muy altas y a muy bajas temperaturas, es lo que lo hace fuerte. Los blandengues no aguantan, se quiebran, son los fuertes los que logran salir adelante. De modo que hay muchas lecciones que agradecerle al 2024. Hay que hacer el balance con toda objetividad.
En 2024 sucedieron muchas cosas en el mundo y en nuestro país, que nos han afectado de una u otra manera, lo queramos o no, no somos ínsulas, ni habitantes de otro planeta. El punto es ¿hasta dónde hemos permitido que nos afecten? ¿Cómo nos han impactado? Las guerras en otros confines del mundo no han parado, el odio, la inquina, el hambre insaciable de poder de unos cuantos les han hecho pedazos la existencia a millones de inocentes, y a los instigadores nada. Y usted que hace favor de leerme dirá, pero esa es historia antigua, siempre ha sucedido eso. Y es cierto, pero ¿nunca va a ser diferente? Solo los de nuestra especie chocamos y volvemos a chocar con la misma piedra. Y la violencia en todos los frentes, dentro y fuera de casa. Y los abusos, y las raterías y las sinvergüenzadas de quienes tienen el deber de servir y solo se sirven. La inseguridad pública galopa como jinete del apocalipsis en nuestro país, y se antoja imparable su devastación. Todos los días hay nota de semejante tragedia. 2024 está teñido de rojo. Pocos sitios escapan de la peste que es la delincuencia organizada.
Pero también, y lo enfatizo, está la otra cara, la de la gente que voluntariamente ayuda a sus semejantes, la de los que cumplen religiosamente con sus deberes, la de los padres que si se hacen cargo de sus vástagos y los forman con valores y principios —cada día esta tarea de amor demanda casi heroicidad, porque allá afuera campean los antivalores y el valemadrismo— y la de los hijos que aman y respetan a sus padres. La solidaridad no se da por vencida, se le pone por delante a la indiferencia y hay batallas que le gana, y le seguirá ganando mientras haya gente de bien sobre la faz de la tierra. Tenemos mucho que bregar, todos los días, unas muy firmes y otras cojeando, pero ni un paso atrás. La perseverancia rinde frutos, por eso hay que seguirle apostando a la educación, a los maestros que sí lo son por vocación, a las artes en todas sus portentosas manifestaciones, a la cultura en sí, que contribuye a alimentar las raíces que nos dan identidad. Cuando se invierte en el desarrollo integral de las personas la prosperidad y el bienestar generalizado es consecuencia. Verbi gratia, Finlandia y Singapur. Los problemas y las complicaciones nunca se van a acabar, lo que hace la diferencia es el modo en que se afrontan. Ahí te vamos 2025.
Yo quiero agradecer a todas y cada una de las personas que en 2024 me han acompañado en el recorrido, a quienes me han escuchado, a quienes me han demostrado su afecto y su respeto, a quienes me han enseñado a ser mejor persona, a quienes me han hecho reír a carcajadas, a los que se han tomado el tiempo de escribirme o de leerme, a los que me han retado para que me esforzara más, a quienes han confiado en mí, a quienes me han hecho críticas constructivas, a mis amigos de siempre, muchas gracias por ser parte de mi vida.
Soy una convencida de que la luz la atraen los optimistas, los positivos, los que disfrutan el dar y desear lo mejor a los demás, los que celebran de corazón los éxitos y las victorias ajenas.
Imagine un 2025 como si fuera un bosque en el que crecen árboles de todos los rincones de la tierra, veredas bordeadas de flores perfumadas con pétalos y aromas deliciosos, con cascadas y ríos cristalinos, y todo ello iluminado por el sol que destaca en el cielo azul y blanco, y usted es el guardián de ese paraíso. El bosque es un ser vivo, pueden ocurrir eventos que usted podrá contener y otros que estarán fuera de su alcance, algunos serán para bien y otros todo lo contrario. Ahí está su oportunidad de enfrentar o de repeler con inteligencia, y por supuesto que en ese bosque se encontrará con aliados y también con quienes no comulguen con usted. Los aliados son sus seres queridos, su familia, y por supuesto sus amigos. El 2024 que se fue me permitió tener la puerta abierta, y le agradezco a Dios, subrayo, los soles y lunas de ensueño que puso en mi horizonte. También hubo nubarrones y chubascos, pero hasta ahí. No hay que darle peso a lo que no lo tiene.
La vida es cíclica, usted lo sabe. Después de la tormenta viene la calma. Que tenga un espléndido 2025, que sea sinónimo de realizaciones personales, que lo que usted haga les lleve bienestar a muchas personas. ¿Se imagina lo que eso le significará? Mantenga el desánimo a raya, confíe en usted, en sus fuerzas, en lo aprendido en otros momentos de su vida. Leí en alguna parte que nuestro destino no es donde estamos ahora, sino donde estaremos mañana después de haber vivido el ahora como lo planeamos ayer. Todo se puede mientras tengamos vida.