Las sombras bailan en la vieja estación,
susurran secretos de un tiempo marchito.
Los trenes se han ido, sin dar explicación,
dejándome solo con un grito maldito.
Mi alma es un barco sin puerto ni ancla,
un eco perdido en la noche estrellada.
Persigo fantasmas con alas de escarcha,
me quema el veneno de tu retirada.
Voy caminando entre el polvo y la brisa,
siguiendo un rastro de humo y ceniza.
Las horas se mueren en vasos vacíos,
las sombras del alma me dejan sin frío.
Cierro los ojos y escucho tu risa,
un trueno lejano, un eco sin prisa.
Pero el viento susurra lo que ya sé,
tus labios son ruinas que nunca besé.
La luna vigila con mueca irónica,
un viejo poeta escribe su adiós.
Las calles resuenan con voz melancólica,
mi sombra se aleja sin rumbo ni dios.
Voy caminando entre el polvo y la brisa,
siguiendo un rastro de humo y ceniza.
Las horas se mueren en vasos vacíos,
las sombras del alma me dejan sin frío.