La palabra cascada, caída de una corriente de agua desde cierta altura, viene del italiano cascata = caída, participio del verbo cascare = caer. El verbo italiano viene del latín cadescere, compuesto con: cadere = caer, que encontramos en las palabras decaer, cadáver. Así, cadáver significa caído. Un muerto está caído, ya no está erecto, por tanto, es válido el significado de cadáver. Por otra parte, algunos vivos solo tienen caído algún órgano, es decir solo un órgano es cadáver, probablemente de ahí viene el popular «club de los pájaros cadáveres, es decir, de los pájaros caídos».
Debe ser frustrante que un órgano se muera antes que todo el cuerpo. ¿O no?
Otros dicen que cadáver proviene del latín CAro DAta VERmibus = Carne Dada a Gusanos. Ni duda, los gusanos se encargan de transformar el cuerpo de un cadáver.
Todo muerto es llamado funus (inhumado) o cadáver. Funus son aquellos a los que se les ha hecho un funeral y han recibido sepultura. Funus deriva de funis = cuerda, de ahí la palabra funeraria, fúnebre, funeral. Funus viene de la ceremonia de quemar las sogas o cuerdas que rodeaban las andas o angarillas = feretrum, que se usaban para transportar a los muertos.
Parece que, con estas fúnebres y cadavéricas lucubraciones, podríamos entender qué relación tiene una cascada con la medicina: la forma de ejercer la profesión médica puede provocar cascadas, caídas, es decir cadáveres.
El efecto cascada se refiere a un proceso escalonado de acciones durante la atención médica que, con el fin de hacer un bien, puede conducir a una serie de fallas nocivas para la salud, violando el pilar fundamental de: primun non nocere, primero no dañar.
Las cascadas de intervenciones clínicas iniciadas en personas sanas o con signos y síntomas irrelevantes o por decisiones erróneas generadas por guías médicas o protocolos, agreden al paciente, menosprecian la posibilidad de yatrogenia (daño provocado por el médico) implícita en todo acto médico.
La cascada diagnóstica, por ejemplo, es una sucesión escalonada de pruebas o técnicas de laboratorio, radiológicas, fisiológicas, biopsias, para buscar una etiqueta diagnóstica.
Una cascada terapéutica es una sucesión de tratamientos farmacológicos, quirúrgicos, rehabilitadores, nutricionales, radioterapéuticos, quimioterapéuticos, psicológicos, para buscar una curación.
Se desencadenan por un factor concreto, regularmente con la ansiedad del paciente y sus familiares y la ansiedad del médico. Recordemos que la ansiedad proviene del miedo y este de la ignorancia. El miedo e inseguridad del médico puede generar una cadena de eventos imparables, de consecuencias previsibles e inevitables, habitualmente daños físicos o psicológicos al paciente o a sus familiares.
Como desencadenantes tenemos: el no entender la posibilidad de resultados falsos positivos. Errores en la interpretación de los datos. Subestimar los beneficios o subestimar los riesgos. Tratar de cumplir estrictamente protocolos, algoritmos o guías diagnósticas y terapéuticas, fijándose en la enfermedad y no en el enfermo.
Se pueden prevenir mejorando la educación del médico y el paciente. Ser consciente de que más no siempre es mejor. El paciente espera lo mejor y lo mejor en ocasiones es no hacer nada, sino explicar, tranquilizar, esperar y ver.
Cada especialidad médica y cada enfermedad tiene sus guías médicas y con ello sus cascadas posibles.
En urología por ejemplo, dizque para prevenir el cáncer a hombres sanos les solicitan el antígeno prostático específico para detectar el cáncer de próstata. Si el antígeno se eleva ligeramente a ocho, por ejemplo, siendo el normal cuatro, someten al hombre sano a estudios costosos como la tomografía abdominal para buscar metástasis de un tumor canceroso, este estudio sale normal y, aun así, le hacen biopsia de próstata y raspado prostático a través de la uretra. Si la biopsia resulta negativa para cáncer, partir de ahí, aquel hombre sano puede verse en la necesidad de acudir a diversos especialistas porque orina sangre en ocasiones, sus micciones son frecuentes, padece incontinencia urinaria y debe usar pañales, tiene infección recurrente de vías urinarias, padece de trastornos psicosomáticos que le afectan diversos órganos por el estrés provocado por estas complicaciones y es sometido a nuevos estudios para certificarlas.
Lo anterior conforma un ejemplo de cascada diagnóstica. No es un caso clínico virtual ni aislado, sino real y muy frecuente, más de lo reconocido. Pero si ese mismo hombre sano, sale vivo y airoso de esa cascada diagnóstica y la biopsia resulta dudosa o positiva para células cancerosas, corre el riesgo de entrar en otra cascada, en la cascada terapéutica, con más alto riesgo de ingresar al más allá. Vale.
Lea Yatrogenia