Comparación de las filosofías de Tomás de Aquino y Adam Smith

El doctor de la Iglesia y el economista ofrecen visiones contrastantes del hombre: uno social y moral, otro económico y racional. Revelan tensiones entre ética, responsabilidad y dinámica de mercado a lo largo de la historia

La mano invisible y la división del trabajo

(I/III)

El presente trabajo analiza y compara los planteamientos filosóficos y económicos de Tomás de Aquino y Adam Smith, atendiendo a sus respectivas filosofías económicas. Incluye apartados, que examinan en primer lugar el contexto histórico y político que marca el momento en que cada autor vivió, y sus vidas y obras. A continuación, se exponen los principios filosóficos y los económicos de ambos pensadores. Seguidamente, se aborda una comparación de la visión que los dos autores tienen del hombre, desde la perspectiva que Asturias otorgó al hombre social (metafísica) y Smith como iniciador de la economía moderna (racional), en cuanto enfocado de forma natural hacia el hombre económico, establecido.

Contexto histórico

Tomas de Aquino vivió en un período de transición entre la Edad Media y el Renacimiento, cuando la filosofía griega era una fuente inagotable para comprender el mundo y el hombre. La sociedad de la época daba importancia a las intenciones, Los hombres veían el mundo y a ellos mismos influidos por fuerzas divinas y ponía su vida en manos de las intenciones, para que una vez muertos recibieran recompensa o castigo según el juicio divino. La sociedad sólo estaba constituida por individuos de carne y hueso. También se dividía en clases y cada persona debe cumplir un deber para la sociedad. La vida era de «humillación y expiación», puesto que el hombre debe aceptar ser inferior en todos los aspectos.

Por otro lado, Aristóteles vio al hombre como un ser social. Allan Bloom escribe en la introducción de El alma de la política: La comunicación política de Aristóteles con Pericles facilita la transición de un mundo donde todos los asuntos de los hombres son gobernados o influidos por la divinidad a otro, menos feliz aunque más auténticamente humano, en el que sólo lo que es pertinente al hombre se considera a efecto de evaluación política. La vida es entonces, un intercambio constante. Respecto a este punto A. Smith concuerda con él.

Vida y obra de Aquino (1224 – 1274)

La reflexión de aquél que persigue la llamada societas christiana, sociedad de promotores y ejecutores de la Ley Natural, puede concretarse en diversas ciencias; siempre ajustándose a la propia naturaleza de cada ciencia. Tomas de Aquino, un tanto filósofo, va más allá. Más que dilucidar los deberes que a cada persona corresponde, indaga en los fundamentos que revelan la justicia de tales deberes. A partir de ese momento, la fase de la explicatio, o explicación de la razón del deber hacer, no se remite quedamente a la teología moral. Para Aquino también el orden económico de la vida humana es un orden moral, y el ser concreto o poblador de la tierra, es heaven-born, el cielo le acompaña en medio del desarrollo de sus necesidades, en tanto sea capaz de satisfacerlas con una tendencia básica, secundaria y última: en tanto sea hombre. Es el mismo hombre obediente a la Naturaleza el que determina las etapas propias de la economía. Tomas de Aquino dirige una mirada esmerada al área económica. Sale, no obstante, del círculo cerrado de la moral del deber. Descubre en Adam Smith a la verdadera parte de la reflexión sociocultural que dio nacimiento a la economía. La explicatio tiene ahora su correspondiente característico para cada ciencia que aborda el campo moral en común y que interesan a la sociedad en su conjunto, incluidos quienes determinado determinismo histórico han pretendido situar frente a la sociedad a la política o a la economía, siendo ésta muy comprensiva y prestando muchas veces apoyo a la primera y ambas a la segunda. Toda ética es auténticamente ética cuando se ocupa de mantener dentro de unos límites el propio desarrollo de la persona: ya se trate de la ética en relación con uno mismo, para conseguir salud física y equilibrios psíquicos; o del hombre político, que busca un orden social. Se trata en este último caso del hombre social de Tomas de Aquino y del hombre económico de Adam Smith.

Vida y obra de Adam Smith (1723 – 1790)

Adam Smith es considerado uno de los escritores más eminentes en la historia de la economía política. Aporta a la sociedad un método para formalizar la ética económica como ciencia, revelando al ser humano como hombre económico o productor, y poniendo las bases para el libre mercado y la economía capitalista. De este modo, se pone en marcha la mano invisible y la división del trabajo. Smith aborda intereses no como algo negativo, sino como principios morales. «El interés personal es una fuerza constructora y no destructora. No es la nota de quejidos, la fuente de todos los males, sino el engendro del orden y el alimento de las facultades productoras de la sociedad», afirma.

La influencia de Adam Smith está presente en el desarrollo de la economía moderna, aún hasta nuestros días. Smith parte de una idea distinta a la de negocios, fundamentando la economía desde su ética. Para él, no hay diferencia entre la economía buena y la mala; la economía es buena o no es. Este gran filósofo expone que incluso la conciencia incita a querer sobresalir en la sociedad: «Cuando hago algo bien según la opinión del público y no recibo de él ninguna consideración, siento dentro de mí un poco de dolor».

Principios filosóficos

Tomas de Aquino (1225-1274) fue un teólogo y filósofo italiano, fundador de las escolásticas o filosofía escolástica, que combinó la razón y la fe para explicar al hombre, al mundo y a Dios. En línea con Aristóteles, definió la Teología como la ciencia de Dios y la Moral como la ciencia del hombre en cuanto a su última finalidad. La ley natural, base de ambos órdenes, fundamenta la conducta humana mediante la razón, en coherencia con los deseos humanos. Desde la ética, para Aquino, «la vida feliz es la vida conforme a la virtud», estableciendo así la base de la moral hedonista y hedonocentrista que posteriormente cuestionó Adam Smith.

La ética natural de Aquino subraya que el propietario debe valorar los bienes en función de la utilidad que proporcionan, más allá del propio interés. En el primer paso hacia la escisión entre economía y ética, el pensamiento económico introduce como objeto de interés y formación al hombre en su dimensión económica, con independencia de la relación con otros hombres y con Dios. Formado por factores geográficos, históricos y políticos, el pensamiento económico utiliza como modelo un hombre hedonista, egocéntrico y racional. Este hombre se caracteriza por la búsqueda de la máxima satisfacción o la mayor utilidad para sí mismo, una vez atendidas sus necesidades básicas, y denomina interés propio a esta característica. Otros aspectos de dicho pensamiento económico se encuentran en la definición del lenguaje económico, destacando conceptos como la Mano Invisible, la División del Trabajo, la Renta, la Fuentes de Dinero y el Capital.

Teología y Moral

La filosofía de la religión es la reflexión filosófica que parte del hecho religioso natural o de determinadas creencias religiosas o de alguna doctrina de la propia religión revelada. La Filosofía de la religión puede partirse en dos direcciones: teológica y moral. Por teológica puede entenderse a la Filosofía que extrae los fundamentos racionales de las principales verdades que son objeto de la Teología revelada. Por enfoque moral, la Filosofía que despliega las exigencias éticas de las verdades religiosas que constituyen la vida del cristiano. De más está decir que la filosofía que se preocupa de la fundamentación de las principales verdades de la Teología del Cristianismo es la propia de Santo Tomás. La Teología y la Moral no pueden separase porque en última instancia deben limitarse a servir de medios para la vida. En este planteamiento, el hombre no debe encerrarse en sí mismo sino salir a la Vida con su sabiduría y su experiencia personal y realizar la síntesis en el plano de la moral histórica. El universo es un conjunto de cambios constantes; de movimientos ascendentes e involución continua. El hombre es sólo un punto en el universo y debe conformarse con su destino. En este camino hacia las alturas, deben colocarse como fuente y medida el absoluto y la perfección plena de Dios. El hombre debe amoldarse a la Obra de Dios y vivir en conformidad con la Ley para alcanzar la perfección; la ley es fuente directriz y última del amor, así halla su camino a la virtud. La Ley humana no determina ni modifica el bien ni el derecho, que tienen en Dios su origen». La relación entre la economía y la ética en Adam Smith hay que buscarla a nivel de las posiciones que formuló en su obra Los sentimientos morales. A muchos les parece sorprendente que se pueda encontrar una doctrina de contenido ético en Adam Smith que lo acerca a Kant y a Aristóteles hasta el punto de que puede afirmarse que el honor de haber eliminado las concepciones egoístas de la economía lo comparte con todos los autores no económicos de la llamada Escuela de Escocia.

La ley natural

Pocos autores han recibido tanta atención como Tomás de Aquino desde el punto de vista filosófico. Su importancia depende, en primer lugar, de su acercamiento filosófico, y de la unión que él establece entre teología y moral. En segundo lugar, puede explicarse por su relación con Aristóteles. Por último, la importancia de su influencia en el pensamiento moderno, y en especial la ética, puede observarse fácilmente. La siguiente sección se ocupa de estos cuatro aspectos. Enrique Gómez presenta a Tomás de Aquino como un filósofo que vive en un momento crítico de la historia. Por ello su pensamiento depende del contexto sociopolítico y cultural. La Iglesia medieval está en serios problemas. El Imperio, que había unido al occidente latino en una gran estructura, se muestra incapaz de controlar la expansión del islam. Granada, en el extremo sur de la Península Ibérica, resiste la invasión cristiana y se expande hacia el norte, ocupando territorio que antes controla el Reino moro de Toledo. Ante una situación tan grave, cabe preguntarse cómo es posible que Tomás no oculte las actuaciones de la Iglesia y de los cristianos, ni sus errores. Para responder a esta cuestión es necesario comprender primero el ideario que hay detrás de esa actitud. Aquél era un ideario que consideraba al hombre como el centro de la Unidad en el Mundo, la piedra angular del sistema. En consecuencia, el hombre debía vivir acorde a sus características especiales y, además, debía respetar unos principios morales y espirituales que formaban parte intrínseca de la condición humana. De este modo, conseguir la Unidad en el Mundo.

En esta línea, una vez completada la realidad humana con los elementos visibles y divisibles, bautizados como Principios Naturales, incalificables y eufemísticamente designados como Ley Natural, la persona ha de tratar de acercarse a la Suma Bondad y al Ente Inmóvil. Para la consecución de esos fines suponía necesaria la virtud de los hombres, bien sea por la vía de la Gracia o por la Fundamentación Natural de la Ética. En esa forma de entender el mundo se basa la actitud sincera de Tomás de Aquino en su apego a la verdad y a los comportamientos propios de la Suma Bondad. Solo de ese modo podía enriquecerse la Unidad en el Mundo y retornar aquel estado anterior a la Caída Primera.

Toda ley es una regla preceptiva y coercitiva, o norma jurídica, dictada para dirigir la conducta de los hombres hacia el bien común. La Ley tiene por oficio hacer posible que todos los hombres alcancen el bien común y de este modo ejerzan su humanidad. Esta acción es la misma que le atribuye Aristóteles a la política: considerar la vida humana en cuanto es vida de un ser racional y recíprocamente relacionado con sus semejantes. De aquí que Law less escriba: «La Ley no se ocupa sólo del orden público o de las condiciones generales que rigen a la multitud. La Ley rige asimismo las relaciones recíprocas de los seres humanos, y en especial sus relaciones políticas. La Ley en tanto que la norma jurídica es la norma final determinante de la acción humana».

Principios económicos de Adam Smith

Adam Smith comprendió que, en una sociedad, la división del trabajo generaría un desarrollo tanto económico como social. Observar las clases sociales no sólo desde las necesidades sociales, sino desde cómo la división del trabajo está estructurada de acuerdo al nivel y la capacidad de conocimientos en cada individuo. Explica la competencia en el mercado no como una lucha por la supervivencia; al contrario, la ve como una función esencial donde cada individuo se observa a sí mismo y a los demás, logrando descubrir diferentes necesidades, pues en la medida en que el mercado sea más competitivo, se cumple la primera función que es satisfacer necesidades.

La llamada Mano Invisible de la competencia en un mercado que puede catalogarse como libre o abierto, cada individuo busca satisfacer su propia necesidad y se ve impulsado por su egoísmo o interés propio. De esta manera, logra que el mercado piense en lo mejor para los demás. Adam Smith explica claramente que: El interés propio del individuo está encaminado al mantenimiento de su propia vida, al bienestar y al buen vivir, así como a la mejora de las condiciones de vida presentes y futuras. Por lo tanto, no se excluyen mutuamente los deseos de los demás, ya que, al desear para sí conservar la vida y no es posible ser feliz, salvo, si también contribuye a la felicidad de los demás.

* Mtro en Economía y doctoren Análisis Fiscal


La mano invisible y la división del trabajo

El choque de las fuerzas entre la oferta y la demanda generan la creación de tecnología novedosa

En La riqueza de las naciones, Adam Smith analiza en profundidad los motivos que impulsan a los agentes económicos. Responsabilidades que incluyen las preocupaciones por la satisfacción de las necesidades de los consumidores; la adquisición de una justa retribución, siendo uno de los principales, para asegurar a sí mismo y su familia cierto nivel de existencia; y el control y la administración del capital. Para explicar estos fundamentos se recurre precisamente a la metáfora de la mano invisible, mediante la cual se sostiene que el particular egoísmo de cada persona bien puede ajustarse, normalmente, al bien común de todo el cuerpo social. En apoyo a ello, establece que para lograr una buena administración militar, mantener una armada y promover obras públicas, no es necesario apelar a la generosidad; sino que basta conceder toda la libertad del mundo a la iniciativa privada durante tiempos de paz. Puesto que, incluso sin esa interferencia y sin la mayor consideración por lo bueno de las naciones, la ambición, el egoísmo y la autorrealización, que se asignan en la naturaleza a cada individuo, los impulsan a dedicar sus recursos al mantenimiento de sus propias vidas.

Esa explicación refuerza también la división del trabajo, una de las bases esenciales del sistema económico. En este sentido, Smith sostiene que el ser humano, al ser privado de la capacidad de repartir su atención entre muchas funciones, es inducido por la naturaleza a emplear esa parte de la industria, no para su propio bien, sino para beneficio de toda la sociedad (Morales, 1999). Conclusión que respalda la posición teológica y filosófica, que le otorga una dimensión social a los seres humanos, Pacatti & Olvido (1999). En ese Centenario de la muerte de la Communis Opinio en Filosofía Religiosa y Metafísica, su interpretación indica que el hombre, a la imagen de Dios, es un soportador social, un ente capaz de vivir en sociedad y de perseverar en ella (Pacatti & Olvido, 1999).

«La división del trabajo» representa un análisis fundamental de Adam Smith sobre el proceso productivo y la especialización del hombre. Desde esta perspectiva, el proceso obrero es considerado como una serie de partes simples que, al separarse entre individuos o grupos de individuos, incrementan notablemente la destreza, ahorran tiempo y propician la inversión en maquinaria para una máxima productividad. Estos argumentos evidencian el proceso de especialización del hombre en la rama que mejor se adapta a sus condiciones y a sus circunstancias particulares dentro de la sociedad. También muestra, a través de este proceso de especialización, el progreso que hace la sociedad en la diversidad de los empleos y la creación necesaria de ciudades comercialmente activas. Por último, aunque no menos importante, expone la relación y la coexistencia entre la esfera del productor y la del consumidor, que en cierto sentido están aisladas pero que confluyen a través del sistema de libre mercado. El choque de las fuerzas entre la oferta y la demandan generan la creación de tecnología novedosa buscando ventajas contra sus competidores o la satisfacción de
sus demandantes.

Calificado por Axel Honneth como una de las «invenciones que subyacen al capitalismo», la división del trabajo contribuyó en el desarrollo y perfeccionamiento de otras teorías económicas y con el tiempo llegó a ser uno de los elementos clave en el análisis económico, especialmente dentro del contexto del sistema capitalista y del estudio de la productividad y de las consecuencias económicas del progreso.

Maestro en Economía y doctor en Análisis Fiscal

Deja un comentario