Los cruces ferroviarios en el sureste de Coahuila se convirtieron durante el mes de septiembre en una trampa para conductores de vehículos que son capaces de desafiar a la física y el destino como para poner en riesgo sus vidas y las de otras personas.
Como suele pasar en estos casos, medios de comunicación y la opinión pública reaccionan y se dividen las opiniones sobre la exigencia al Gobierno de solucionar el paso del tren en la vía pública sobre zonas urbanas donde transitan vehículos.
En el cruce ferroviario de Nazario Ortíz frente a la extinta Zincamex en Saltillo, en un mismo día, por la mañana un conductor de un autobús con pasajeros intenta cruzar las vías y es arrollado por el tren, horas más tarde, por la noche un vehículo compacto es impactado por el convoy y en ese episodio el choque es video grabado (casualidad extrema).
Días antes en el cruce de la carretera Los Pinos en el municipio de Ramos Arizpe un trailero, como otros muchos en varias ocasiones, decidió no esperar el paso del tren y fue chocado por su falta de responsabilidad.
Durante la semana posterior a los incidentes en Saltillo, una joven mujer que subió a los vagones del tren en el cruce de la calle de Lerdo y su frontera con la colonia Panteones en la zona centro de la ciudad, murió atropellada por las ruedas de acero del tren.
En los cuatro casos relatados, la causa de cada uno, es la misma, la falta de precaución y responsabilidad de las personas; conductores sin paciencia, automovilistas kamikazes que gustan de ser video grabados y una mujer que a pesar de que antes había cruzado así el paso ferroviario, no midió qué en algún momento, se equivocaría y sufriría una brutal muerte.
Ciertamente las autoridades gubernamentales de los tres niveles (municipal, estatal y federal) podrían y deberían construir infraestructuras para que el tren pase libremente sin riesgos de choques provocados por conductores sin conciencia o falta de precaución.
En dos de los tres cruces mencionados bien podría construirse puentes, obras costosas y que llevarían mucho tiempo, además de que tendría que suspenderse el paso de los vagones del tren, situación que no permitiría la empresa y sus clientes que transportan mercancía.
La otra opción es la que ya existe en la zona centro de Saltillo, las plumas para bloquear el paso vehicular cuando el tren cruce las vías sobre el pavimento, sin embargo, adivine usted, las plumas ya no funcionan porque fueron desmanteladas por los propios ciudadanos.
La región no es exclusiva de los accidentes con el tren, seguramente en Coahuila, en México y en el mundo la situación se repite constantemente y más allá de la capacidad o voluntad de los Gobiernos no hay que olvidar que la principal razón de los accidentes es la carencia de responsabilidad.
La preocupación de evitar más incidentes de este tipo debe alcanzar también a los dueños de las compañías ferroviarias porque ellos además de los daños de su infraestructura también registran pérdidas por el retraso en la entrega de mercancía.
Un problema, en apariencia doméstico, al parecer continuará y provocará más pérdidas de vidas y recursos, pero es importante recordar que todo se puede evitar si los ciudadanos somos más responsables.