Cuando el miedo se convierte en rabia; Trump sigue los pasos de Hugo Chávez

Tal como Barack Obama lo previó en su último discurso como presidente, la otrora democracia más sólida del mundo empieza a tambalearse. La ciudadanía se rebela y la oposición despierta. El «momento moral» del país llama a la acción, dice el senador Cory Booker en un alegato de 25 horas, el más largo de la historia

Trump se encamina hacia el tercer proceso de destitución

Ningún presidente se levanta con la idea de joder a su país

El primer presidente afroestadounidense, Barack Obama, fue relevado por un supremacista furibundo, Donald Trump. Obama, quien se declaró populista cuando Enrique Peña Nieto criticó frente a él a los políticos de ese corte, anticipó en su discurso de despedida lo que vendría. «La democracia se puede tambalear cuando se entrega al miedo». Y lo que Trump, cual Calígula, ha impuesto desde su primer mandato, es pánico. Trump adoptó el lema del emperador romano: «Que me odien con tal de que me teman». Pero el temor empieza a convertirse en rabia, en Estados Unidos y en el mundo.

El odio visceral de Trump hacia Obama refleja su inferioridad moral, política y cultural. Platón advertía de los Trump de su tiempo (y de todos): «El hombre que es temido de muchos a muchos ha de temer». Los adversarios de Trump empiezan a multiplicarse. Cory Booker, senador demócrata, es uno de ellos. El mes pasado, en la tribuna de la Cámara Alta, habló 25 horas y cuatro minutos, sin interrupción, contra el trumpista y el billonario Elon Musk. Hoy por hoy es la dupla más repudiada de acuerdo con encuestas. «Decenas de miles de personas lo siguieron en directo, curiosas por ver cuánto tiempo podía llegar a hablar», publicó el New York Times.

«La encuesta encuentra al presidente en una situación complicada y hundiéndose en casi todos los temas importantes que ha tratado durante su tiempo en el cargo, con la confianza del público en su capacidad para manejar esos problemas también en declive».

[CNN, sobre los 100 primeros días de Trump, 27.04.25]

El «momento moral» de Estados Unidos exige fijar postura frente a la administración, dijo el exalcalde de Newark en dos periodos. En su discurso evocó a uno de los defensores de los derechos civiles de los afroamericanos más respetados, John R. Lewis, Medalla Presidencial de la Libertad 2011). Lewis, excongresista por Georgia, acompañó a Martin Luther King en la marcha del «Domingo Sangriento», celebrada en 1965 para demandar la protección del Gobierno a los votantes negros. Booker citó a Lewis, fallecido en 2020: Pidió «que saliéramos y causáramos algunos buenos problemas, problemas necesarios, para redimir el alma de nuestra nación. Quiero que rediman el sueño. Seamos osados en Estados Unidos».

Booker, de 56 años, superó por 48 minutos el discurso pronunciado hace casi siete décadas por el también senador Strom Thurmond contra de la Ley de Derechos Civiles de 1957. El obstruccionismo parlamentario de Thurmond (conocido como filibusterismo) era para retrasar el acceso de los estadounidenses negros al voto, pero no lo consiguió. El proyecto fue aprobado en la misma sesión y el presidente Dwight D. Eisenhower lo promulgó en septiembre. Thurmond había sido candidato del partido segregacionista de los Dixiecrat en las elecciones presidenciales de 1948, ganadas por Truman.

Booker parecía el sucesor natural de Barack Obama en 2020, pero la candidatura demócrata recayó en Joe Biden. Después discursear 25 horas para fustigar a Trump, quien cayó del pedestal en menos de tres meses, la estrella de Booker vuelve a resurgir. Trump profiere insultos por doquier, pero tiene fijación por sus predecesores. En una conferencia en Chicago, a mediados de abril, Biden acusó al tándem Trump-Musk de «disparar primero y apuntar después». La idea de destruir la Agencia del Seguro Social (SSA) es para «robarla» y recortar «impuestos a multimillonarios y grandes corporaciones». La Seguridad Social es una «promesa sagrada», pero la destrucción causada en menos de 100 días «es impresionante». Obama calificó de «ilegal y torpe» la retención de fondos federales a Harvard. (BBC News Mundo, 16.04.25). La hybris metió a Trump y ahora no halla cómo salir.

El caudillo y el magnate

¿Qué distingue a Donald Trump de Hugo Chávez? El primero intentó un golpe de Estado en el país que supuestamente es (o era) el «campeón de la democracia» para retener el poder. Hordas de fanáticos asaltaron el Capitolio, el 6 de enero de 2021, para impedir la ratificación del triunfo de Joe Biden. Causaron destrozos, interrumpieron la sesión del Colegio Electoral y pusieron en riesgo a los congresistas. En los disturbios murieron cuatro civiles, un policía, y 14 agentes más fueron heridos. Frente a la condena nacional y el desconcierto general, la carrera política del magnate neoyorquino parecía acabada.

Sin embargo, para estupor del mundo, el republicano regresó a la Casa Blanca cinco años más tarde en su peor faceta. Pese al repudio de tirios y troyanos, Trump, de 78 años, amenaza con un tercer mandato, lo cual desafía toda lógica. Pues la Constitución federal más antigua del mundo, en vigor desde 1787, no lo permite. Trump es el primer expresidente declarado culpable de abuso sexual; el crimen ocurrió en 1996 en una tienda de Manhattan. En mayo de 2023, un jurado lo condenó a pagar cinco millones de dólares a la víctima, E. Jean Carroll, a quien también difamó. La periodista denunció la agresión en junio de 2019 en un artículo de la revista New York, cuando Trump ejercía la presidencia.

Hugo Chávez dirigió un golpe de Estado —también fallido—, en febrero de 1992, en una Venezuela incendiada por las medidas económicas impuestas por el presidente Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato. El teniente coronel fue encarcelado. El expresidente Rafael Caldera fustigó a Pérez ante el Congreso después del alzamiento. «No es la repetición de los mismos discursos que hace treinta años se pronunciaban cada vez que ocurría algún levantamiento lo que responde a la preocupación popular. […] Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia. […] El golpe militar es censurable y condenable en toda forma […], pero sería ingenuo pensar que se trata solamente de una aventura de unos cuantos ambiciosos que por su cuenta se lanzaron precipitadamente y sin darse cuenta de aquello en que se estaban metiendo» (con datos de Wikipedia).

Caldera volvió al Palacio de Villaflores en 1994 e indultó a Chávez, quien, a partir de entonces, recorrió el país para explicar su proyecto. Chávez ganó la presidencia en 1998 con el 56% de los votos y sustituyó a Caldera. Lo que no pudo con las armas, lo consiguió con votos. El exmilitar recibió un país endeudado y en ruinas por la corrupción, y lo entregó en peores condiciones. Chávez cambió la Constitución para mantenerse en el poder hasta su muerte, en 2013, a los 58 años, pero heredó el cargo a Nicolás Maduro. El Comandante afrontó múltiples conflictos y un intento de golpe militar en 2002.

El descontento popular contra la clase política y el deterioro de sus respectivos países catapultaron a Chávez y a Trump al poder, solo para abusar de la investidura y vulnerar los cimientos de la democracia. Sólidos en el caso de Estados Unidos hasta la llegada de Trump; y siempre vacilantes en Venezuela. Chávez no representó jamás un peligro para el mundo. Trump, sí. Pero a diferencia del país sudamericano, la sociedad de Estados Unidos es fuerte y el sistema político, aun en crisis, tiene la capacidad suficiente para evitar que un pirómano lo incendie. Chávez y Trump son la misma cosa. El uniforme militar de uno y el traje del otro no los hace diferentes.

Descontento generalizado

A diferencia de lo que en México sucede con el PAN, segunda fuerza electoral, en Estados Unidos el Partido Demócrata despertó de su letargo tras la felpa de noviembre. Si Donald Trump estuviera en su mejor momento, les habría resultado a los demócratas muy difícil levantar cabeza. Pero con un presidente que en los 100 primeros días de su mandato registra la aprobación más baja en 70 años, comparada con la de sus predecesores, han vuelto a la batalla. La popularidad de Trump bajó al 41 %. Lo peor, para él, es que menos de la mitad lo apoya «de manera contundente». Así lo dice una encuesta de CNN (27.04.25) levantada por SSRS entre el 17 al 24 de abril.

«Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia».

[Rafael Caldera, tras el golpe fallido de Chávez en 1992.]

El enfado y la frustración cunden aceleradamente entre los estadounidenses, hayan votado o no por Trump. La inflación contradice el discurso triunfalista y la guerra comercial ha tenido el efecto bumerán. «El descontento generalizado con la gestión económica de Trump marca un nuevo capítulo para un presidente que vio calificaciones mayormente positivas por su manejo de la economía durante su primer mandato. Trump, quien prometió durante la campaña de 2024 “inmediatamente bajar los precios, comenzando desde el primer día”, ganó cómodamente entre los votantes (…) que dijeron que estaban motivados principalmente por preocupaciones económicas», dice CNN.

«La democracia se puede tambalear cuando se entrega al miedo».

Barack Obama, 2021

Las fuerzas políticas se polarizan aún más en ese contexto. Trump es aprobado por el 86 % de los republicanos, pero el 93 % de los demócratas lo rechaza. La aprobación entre los políticos independientes es de apenas 31 %, igual a la de su primer periodo. El peso de este grupo pudo haber influido en la derrota de Trump en 2021 frente a Joe Biden. Jennifer Agiesta y Ariel Edwards-Levy advierten en su nota: «La encuesta encuentra al presidente en una situación complicada y hundiéndose en casi todos los tema importantes que ha tratado durante su tiempo en el cargo, con la confianza del público en su capacidad para manejar esos problemas también en declive».

«Trump y Musk disparan primero y apuntan después. La Seguridad social, promesa sagrada».

Joe Biden, 2025

En México, la aprobación de la presidenta Claudia Sheinbaum (82 %), en los seis primeros meses de su Gobierno, duplica a la de su homólogo del norte. Trump lleva perdidas todas las batallas. Otras, como la mediación en el conflicto entre Rusia y Ucrania están en punto muerto. El «nervio templado» de Sheinbaum frente al líder estadounidense le ha permitido subir en las encuestas. El factor Trump también favoreció al Partido Liberal de Canadá en las elecciones del mes pasado. Mark Carney, sucesor de Justin Trudeau, es un anti-Trump declarado. «Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país. (…) Eso nunca jamás sucederá», declara el político de centroizquierda (BAE Negocios, 29.04.25).

La fuerza de Sheinbaum deja a las oposiciones un estrecho margen de maniobra. El PAN sigue sin descifrarse a sí mismo. La crisis poselectoral de 2024, atribuida en buena medida a su alianza con el PRI, la agravan su pasividad y sus contradicciones. Frente a la falta de figuras nuevas, con fuelle, y de propuestas convincentes para la ciudadanía, la atención la acapara el senador Ricardo Anaya. Candidato presidencial en 2018, el panista acusó al Gobierno de Peña Nieto de utilizar a la Procuraduría General de la República (PGR) para involucrarlo en operaciones de lavado de dinero. La PGR lo exoneró dos días antes de las elecciones. Anaya obtuvo 12.6 millones de votos, 17.4 millones menos que López Obrador. E4


Trump se encamina hacia el tercer proceso de destitución

El caso Ábrego pone al mandatario en una situación riesgosa ante la Corte. Más de 100 universidades, encabezadas por Harvard, denuncian interferencia política

Un presidente que llamó a la insurrección para impedir la transición pacífica, como lo hizo Donald Trump en 2021, al término de su primer mandato, puede idear cualquier cosa, en el segundo, por descabellada que parezca. Declarar una guerra comercial, ocupar territorios autónomos, anexar Canadá, retomar el control del canal de Panamá y realizar deportaciones masivas. Sin embargo, China, los mercados y los estadounidenses le han marcado el alto y le empiezan a despertar de sus delirios. Las protestas sociales escalan y suben de tono en ciudades grandes y pequeñas. Se lo acusa de «fascista» y piden juicio político para defenestrarlo. Entre otros casos, por la deportación del inmigrante Kilmar Ábrego García en contra de un mandato judicial.

Trump afrontó dos procesos de destitución en su primera presidencia. El primero, en 2019, por supuestas presiones al líder de Ucrania, Volodímir Zelensky, para que investigara al precandidato demócrata Joe Biden y a su familia. A cambio habría ofrecido una ayuda por 250 millones de dólares para combatir a los separatistas afines a Rusia. El segundo, en 2021, por el asalto al Capitolio para evitar que el Colegio Electoral declarara presidente a Biden. El Senado lo absolvió, pero quizá en un tercer juicio no tendría la misma suerte. Trump despertó dos fuerzas que, combinadas, pueden modificar el escenario, como ya ha ocurrido en el pasado: la clase media y los universitarios.

Harvard, la institución de educación superior más antigua de Estados Unidos (fundada en 1636), demandó el 22 de abril al Gobierno de Trump por la congelación temporal de 2 mil 200 millones de dólares debido a su supuesto antisemitismo. La respuesta de la Asociación Americana de Colegios y Universidades, que agrupa a más de centenar de organismo, fue inmediata: «Como líderes de las universidades y sociedades académicas estadounidenses, nos pronunciamos al unísono contra la extralimitación gubernamental y la interferencia política sin precedentes que ponen en peligro la educación superior» (DW, 220.425).

Las políticas económicas, antiinmigrantes y la extensión de sus fobias a las universidades más prestigiosas del país han puesto a Trump un callejón sin salida en un contexto doméstico e internacional adverso y fuera de su control. El presidente acusó a Harvard, tras la demanda, de ser de «extrema izquierda» y de representar un peligro para la democracia por aceptar alumnos de todo el mundo. En 1968, los jóvenes protestaron contra la guerra de Vietnam. Hoy lo hacen por la postura de su Gobierno en el conflicto en Gaza, favorable a Israel. Las manifestaciones universitarias pro Palestina del año pasado fueron reprimidas por la policía.

El presidente norteamericano abrió demasiados frentes en poco tiempo. Su caída en las encuestas es un signo de debilidad. La situación resulta propicia para México, pues a medida que el descontento contra Trump aumente, el escenario para las elecciones intermedias de 2025 se complicará para el Partido Republicano. Si la Cámara de Representantes y el Senado, ahora controlados por Trump, cambian de color, y si la presión social aumenta, el camino para el tercer juicio político contra Trump quedaría abierto. En agosto de 1974, Nixon —uno de los líderes más sagaces de Estados Unidos— evitó el proceso de destitución, por el escándalo Watergate, con su renuncia, justo a la mitad de su segundo periodo. Trump va para allá. E4


Ningún presidente se levanta con la idea de joder a su país

Peña Nieto expresó así su frustración cuando México se le había ido de las manos por la ineptitud y corrupción de su Gobierno. Del PRI solo quedan ahora las cenizas

El PRI se despidió del poder en 2018 con el peor presidente. Enrique Peña Nieto, cuya campaña costó 4 mil 599 millones de pesos, 14 veces por encima del límite legal, ya no pudo conservar la presidencia con dinero. La incuria, el ridículo y el mal fario le acompañaron del principio al fin. En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara fue incapaz de citar tres de sus lecturas preferidas. Más tarde se retiró precipitadamente de la Universidad Iberoamericana, donde había participado en una conferencia. Utilizó la puerta trasera para no toparse con una manifestación de estudiantes —algunos usaban máscaras de Salinas de Gortari— que le gritaba «asesino» por la represión el 3 y 4 de mayo de 2006 en San Salvador Atenco, cuando era gobernador de Estado de México (EdoMex).

El uso de la fuerza contra el Frente para la Defensa de los Pueblos fue para sofocar su oposición al aeropuerto que el entonces presidente Vicente Fox planeaba en Texcoco. Los campesinos habían recibido pagos irrisorios por sus tierras. El conflicto dejó dos muertos. Las policías federal, estatal y municipal violaron a decenas de mujeres y detuvieron a más 200 personas. En 2018 (año de la elección de Peña) la Corte Interamericana de Derechos Humanos culpó al Estado mexicano por vulnerar los derechos humanos de las mujeres de Atenco. El aeropuerto no se construyó. Tampoco se detuvo a los funcionarios que ordenaron el operativo.

Los signos más evidentes del mandato peñista fueron: la corrupción, el vacío de poder y la frivolidad. La silla del águila resultó demasiado grande para un presidente tan pequeño, lo cual quedó demostrado al poco tiempo. Peña Nieto heredó de su tío Arturo Montiel y del Grupo Atlacomulco la gubernatura de Edomex para cuidarle las espaldas. Una vez en la presidencia, se rodeó de tecnócratas capitaneados por Luis Videgaray, a quien perfilaba como sucesor. Dos casos —ocurridos con una diferencia de apenas tres meses— marcaron el fin de la presidencia de Peña, cuando faltaban todavía cuatro años para el término constitucional. El primero fue la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, en septiembre de 2014; y el segundo, el escándalo de la casa blanca adquirida a un contratista del Gobierno federal en siete millones de dólares. A partir de ahí, todo fue de mal en peor.

Meses antes, en febrero de 2014, la revista Time había dedicado su portada a Peña Nieto con el título «el salvador de México». Los escépticos arquearon las cejas. La revista circuló en Europa, Asia, Medio Oriente y África, pero no en América. El premio por «las ambiciosas reformas económicas, políticas y de seguridad» devendría en castigo. Dos años después, perdido en su propio laberinto, Peña se desahogó en el foro «Impulsando a México». «Un presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México». Peña reconoció fallas, desaciertos y errores, pero también se defendió. «Mi único propósito es que a México le vaya bien, y estoy seguro que los anteriores presidentes también no han mantenido otra misión que esa».

Peña no fastidió el país a propósito, sino por incompetente, venal y soberbio. Su apuesta por el modelo neoliberal, en decadencia, para favorecer a los grupos de poder y al capital extranjero, también lo pagó en las urnas. Dar la espalda a las mayorías encumbró a Morena. Nadie del Gobierno peñista se salvó de la hoguera. Menos aún el PRI, reducido hoy a cenizas. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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