Diabetes falsa

En el momento actual, hay muchos pacientes tratados como diabéticos sin padecer diabetes. Esto es el sobrediagnóstico de la diabetes.

El término sobrediagnóstico se define como el diagnóstico de una enfermedad que no ocasionará síntomas a lo largo de la vida de una persona y que, en cambio, el tratamiento y el seguimiento para tratar esta enfermedad ocasionarán daños y costes, sin aportar ningún beneficio. Incidir en que no es debido a un error diagnóstico, o a un falso positivo, sino a las consecuencias que dicho diagnóstico conlleva, como son los efectos negativos de las etiquetas clínicas innecesarias, la iatrogenia producida por pruebas diagnósticas, la consecución de terapias innecesarias (desde cirugía a fármacos) y el inadecuado consumo de recursos.

 Los factores que pueden contribuir al sobrediagnóstico son el uso inadecuado de la tecnología e interpretación errónea de los estudios de laboratorio; ampliación de las definiciones de enfermedad, hace 50 años la cifra normal de azúcar en ayunas era de 180, hace 30 años la bajaron a 150 miligramos y actualmente con 126 miligramos de azúcar en ayunas ya están prescribiendo medicamentos. Y ninguna de estas tres cifras provoca síntomas agudos. En lo anterior influyen políticas públicas de prevención, que entran en el ámbito comercial, como las conductas de los profesionales y los conflictos de interés entre el gremio médico y la industria farmacéutica, que hace que los médicos prescriban fármacos o utilicen tecnología sin necesidad.

La prueba esencial para el diagnóstico de la diabetes sigue siendo la elevación progresiva y sostenida del azúcar por encima de los parámetros establecidos de laboratorio y que no retorna a lo normal. Una cifra aislada de 180 miligramos, por primera vez en ayunas, por ejemplo, no es definitiva de diabetes, porque no presenta síntomas. Es un grave error declarar que se padece diabetes. La recomendación es repetir el estudio para confirmar si se mantiene elevada o retorna a lo normal. Puede tratarse de una falsa positiva por diferentes factores técnicos durante el proceso de la medición del azúcar o por error humano. Por desgracia, al no cumplir este requisito esencial, conlleva a que actualmente muchos pacientes reciben la etiqueta de enfermo con los daños ya comentados.

Ahora bien, los síntomas típicos de la diabetes son: Excreción excesiva de orina (poliuria), mucha sed (polidipsia), hambre constante (polifagia), pérdida de peso, cambios en la visión con visión borrosa, fatiga cuando el azúcar rebasa los 180 miligramos en sangre, no antes. Con estos síntomas un buen médico clínico puede asegurar con mucha certeza el diagnóstico de diabetes, incluso en ausencia de una medición de azúcar. De hecho, hasta el mismo paciente o su familia fácilmente pueden asegurar que se padece diabetes, llamada antiguamente «enfermedad del secapalo», tal como recuerdo de niño allá en Solís de Allende o como pasante de medicina en Castillo de Teayo, en 1970 en cuyo centro de Salud de esa localidad no contábamos con las tirillas reactivas para verificar el azúcar en orina y le pedía a la enfermera que llevará orina de los pacientes sospechosos donde circulaban las hormigas y estas ni tardas ni perezosas rápidamente se aglomeraban en los desechos de azúcar en la orina, azúcar que se presenta en la orina cuando en la sangre ha rebasado los 180 o 200 miligramos.

El dilema diagnóstico es cuando el azúcar oscila entre 110 y 180 miligramos de azúcar en sangre, cuando todavía no hay ningún síntoma, ahí es donde «la puerca puede torcer el rabo» y es donde a los médicos se nos pueden «cruzar los cables de interconexión neuronal» y etiquetar a personas sanas como diabéticos. Por cierto, hecho muy pero muy frecuente, en esta era de avanzada tecnología, que está «ava$allando» al razonamiento crítico y analítico de los que ejercemos esta humana profesión que está entrando en un proceso de robotización sumamente peligrosa, socialmente hablando.

Si hemos de tomar algunas medidas con o sin azúcar elevada o para la prevención de la diabetes estas son: disminuir, no eliminar la ingestión de azúcar y los carbohidratos refinados de tu dieta. Me parece un grave error prohibir estrictamente el azúcar en la alimentación, esto significa desconocer la biología y fisiología básica de nuestro cuerpo humano, simplemente no podemos vivir sin azúcar, esencial para el metabolismo vital energético del ser vivo; la combustión interna humana no se logra sin azúcar (carbohidrato), así como la combustión interna de los automóviles, no se logra sin gasolina (hidrocarburo). Hacer ejercicio regularmente, lo que mejora el metabolismo del azúcar o el colesterol, funciona como antioxidante y ayuda a mejorar la eliminación de toxinas por hígado, pulmones, riñones, la piel o tubo digestivo. «Que el agua sea tu bebida principal» o como decía Hipócrates, que «la medicina sea tu alimentación y tu alimentación la medicina». Bajar de peso si tienes sobrepeso u obesidad. Estas medidas preventivas son generales y aplicables a cualquier persona sana o enferma de diabetes, hipertensión arterial, colesterol, cáncer, etcétera.

Pero el número de personas con diabetes o prediabetes y que son candidatos a fármacos, ha sido magnificada por las organizaciones y los médicos con vínculos financieros con las compañías farmacéuticas, según la investigación del Journal Sentinel / MedPage Today.

Los grupos profesionales responsables de las nuevas definiciones han recibido varios millones de dólares anuales de las empresas que conforman la industria de la diabetes. Cada uno de los paneles de expertos que cambiaron las definiciones de enfermedad para aumentar el número de enfermos susceptibles de ser tratados con medicamentos, contaban con miembros que recibieron dinero de este tipo de empresas.

Yo declaro que no tengo conflictos de interés. Así dicen los que publican en revistas de alto renombre científico y académico. ¿Habrá concordancia entre lo que decimos y lo que hacemos y cómo lo hacemos?

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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