Donald Trump: ¿esperanza para México?

Durante treinta días al menos, después de ganar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Donald Trump, aún sin jurar ante la biblia su segundo período como presidente de la unión americana, ya generó acciones y reacciones en países como México donde el Gobierno federal fue obligado a trabajar en temas fundamentales como la migración, la seguridad y el comercio.

Las exigencias que antes fueron promesas de campaña se empiezan a cumplir en temas de migración con el freno y desintegración de algunas caravanas de personas procedentes de Norteamérica.

Sin duda que la decisión más importante fue la remoción del comisionado nacional de Migración, personaje altamente cuestionado por la trágica muerte de migrantes retenidos en una estación del Gobierno federal de Ciudad Juárez y que no logró resultados positivos para la contención del fenómeno y la protección de quienes cruzaban el país para llegar a las fronteras.

La remoción pasó casi desapercibida a escala nacional, pero seguramente lo que no deberá ser noticia común es el nombramiento de la nueva figura que estará al frente del Instituto Nacional de Migración durante los próximos seis años.

Para quienes buscan puestos políticos y en este caso de posiciones, la exposición en los medios de comunicación será muy alta sobre todo por la presión que generará la expulsión de migrantes desde Estados Unidos a México y la contención de los grupos que normalmente buscan llegar a la frontera.

El Gobierno norteamericano generará presiones para que su homólogo mexicano establezca una figura con nombre y apellidos para que sea el blanco de las declaraciones presidenciales del vecino país del norte.

Quien sea designado por la presidenta de México para que sea el nuevo Comisionado de Migración, deberá tener la piel muy gruesa y contar con una personalidad de acero a prueba de todos los cuestionamientos y señalamientos de un sistema burocratizado, débil, con pocos recursos e insuficiente para enfrentar los retos de repatriación y contención.

Para muchos será importante una pronta designación en el puesto porque a partir del 20 de enero la situación en las fronteras será diferente en las calles y avenidas con la presencia de mexicanos y centroamericanos que probablemente se mantengan ahí con la esperanza de volver a cruzar a la unión americana.

En Coahuila, municipios como Piedras Negras y ciudad Acuña deberán prepararse en temas de seguridad y contención e incluso atención de salud y alimentación pues serán personas que llegarán al país prácticamente sin nada.

En la actualidad la presencia de personal del Instituto Nacional de Migración en Coahuila, se antoja limitada, incluso para hacer frente a las labores «normales» de la dependencia en Coahuila; seguramente para lo que viene no se van a dar abasto para establecer censos con control y organización de viajes para regreso de grupos que deben llegar al centro y sur del país.

El tema será nota y las autoridades de todos los niveles de Gobierno estarán en el ojo del huracán y seguramente el trabajo podría ser insuficiente sobre todo si no hay cabezas y recursos para hacer frente a la situación.

Autor invitado.

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