Un grupo de defensores de la cultura demostró que los mayores desafíos pueden ser sorteados siempre que se trabaje con tesón y amor
El flamboyán lagunero, crónica del Centro Cultural de La Laguna 1970-1982, es un exquisito libro que realiza una extensa crónica sobre las peripecias de un grupo amante de la cultura y sus peripecias por defenderla a toda costa contra la desidia de las autoridades y gracias al respaldo del pueblo lagunero.
Escrito por Alberto González Domene y publicado por el Archivo Municipal de Torreón. Entre otras muchas historias, este volumen recoge las barreras que tuvieron que sortearse para evitar que desapareciera la Casa de la Cultura de Torreón. Cita el texto: «Las declaraciones hechas por el alcalde Salomón Juan Marcos en el sentido de que el inmueble que ocupa la Casa de la Cultura de Torreón en el bulevar Constitución, fue vendido para que se construyera un centro comercial, ameritan ser objeto de amplia y puntual aclaración. Se trata de un bien del dominio público al que en tiempos del gobernador Flores Tapia se le asignó el destino específico que hoy cumple, sin embargo, disposiciones recientes del Gobierno de Coahuila pretenden el desalojo del inmueble en cuestión y el cambio de la Casa a un lugar no definido. Se impone una explicación por parte de las autoridades, respecto a la presunta operación de venta del inmueble, por tratarse de un bien del pueblo de Torreón. La disposición del bien inmueble a que se refiere el alcalde, sin merecer explicación en detalle a sus gobernados, revela una forma displicente de ejercer el poder, que no corresponde a los tiempos que corren».
Cuentan sus protagonistas:
«Nuestro grupo había trabajado arduamente concientizando a la comunidad de que, Torreón, próximo a cumplir cien años, no solo debería defender la existencia de la Casa de Cultura, sino además exigir contar al fin con un edificio digno. Después de infinidad de reuniones y de horas extras de trabajo, logramos reunir miles de firmas en distintos sitios públicos y universidades.
»Días antes, el 13 de noviembre de 2001, el padre David Hernández fue entrevistado por El Siglo de Torreón, haciendo un resumen de la vieja historia de la institución y confiando en la respuesta del Gobierno estatal y municipal para resolver favorablemente el penoso asunto.
»A nuestro grupo se sumaron universidades, escuelas y ciudadanos en general, abocados a recabar las 30 mil firmas como meta. Ante la fe del notario público Fernando Cárdenas González, y en presencia del padre David, Julio Rodríguez, María Isabel Saldaña, Esperanza Aguilera, Magdalena Luengo y Blanca Eppen, se contaron 25 mil cartas enviadas al gobernador el 10 de diciembre de 2001.
»Después de varias reuniones con el mandatario coahuilense, el padre David nos sugirió enfocarnos en formar la Impulsora Cultural de La Laguna, AC que terminó aceptando la oferta oficial del gobernador de destinar la Estación del Ferrocarril como sede final de la Casa de la Cultura de Torreón, luego Centro de Iniciación Artística Pilar Rioja.
»En consenso con universidades, cámaras, preparatorias, iniciativa privada, alumnos, maestros, exalumnos y padres de familia de la vieja Casa de la Cultura, la Impulsora Cultural quedó protocolizada en la Notaría Pública No. 8 a cargo del licenciado Hugo García Sánchez, el 9 de enero del año 2002.
»Este nuevo organismo incluyó como socios al gobernador del estado, el presidente municipal, el primer regidor, Javier Garza de la Garza y la señora Lucrecia Martínez de Santibáñez, así como a los profesionistas arquitecto Antonio Edmundo Méndez Vigatá, licenciado Manuel de Jesús Padilla Muñoz, Magdalena Briones Navarro, Velia Margarita Guerrero Jaramillo, Pedro Rivas y muchos otros rectores, maestros y personas que resultaría interminable mencionar; todos ellos, con el único objetivo de reimpulsar el futuro desarrollo de la Casa de la Cultura de Torreón y sus actividades artísticas dentro del municipio.
»Nótese que se excluyó convocar a los demás municipios de la región, pero la asociación dejó constancia de haber luchado contra esa intención divisionista, pugnando por que la institución volviera a manos de los de laguneros, sin quedar conforme con la decisión de ubicar la Casa de la Cultura en la Estación del Ferrocarril, por ser un sitio peligroso y de difícil acceso.
»En carta al gobernador, los miembros de la nueva sociedad le hicimos ver la necesidad de tomar en consideración la idea original de ubicar la Casa de la Cultura en la antigua Preparatoria Venustiano Carranza, por la que tanto luchamos en el pasado. Pero a la respuesta no se hizo esperar: Jorge Viesca Martínez, director de Obras Públicas del Estado, presentó públicamente, en presencia del gobernador y las autoridades locales, el nuevo proyecto a construirse en un lapso de cinco meses, en la Estación del Ferrocarril, con una inversión de 9 millones y medio de pesos.
»Emilio Herrera Muñoz escribió en su columna de El Siglo de Torreón: el nuevo proyecto se aceptó «porque más valía pájaro en mano que ciento volando. Pero vendrán mejores tiempos si no quitamos el dedo del renglón». La columna «Verdades y rumores» afirmó: «El grupo de ciudadanos, amantes de la cultura, se unieron con el propósito de convencer a don Enrique de que no cometa el error de su antecesor Flores Tapia, el cual carga en su haber la construcción del actual y deplorable recinto cultural. En la reunión del Grupo Amigos de la Cultura con las autoridades, el gobernador contestó que la ciudadanía ayudará y los laguneros deben confiar, porque contando con su apoyo se podrá ver cristalizado el tan anhelado proyecto».
»Yo reitero que toda la comunidad Lagunera debió haber tenido acceso a la nueva institución, como originalmente, lo habíamos planeado los amigos labriegos del arte lagunero. Fue extraño el destino final».
Vale aclarar que este proyecto no hubiera sido posible sin el inestimable apoyo de Antonio Méndez Vigatá, quien estuvo a cargo del desarrollo del mismo. E4