El plástico ahoga al planeta; la cuenta atrás, en marcha

Mientras los ecosistemas se desestabilizan a causa de residuos contaminantes, las economías sufren pérdidas por la afectación a sectores como la pesca y el turismo. En pocas décadas, la acumulación de basura podría superar la vida marina. Urge la colaboración entre Gobiernos, compañías y comunidades

México enfrenta crisis ambiental por desechos sintéticos

Minuto a minuto, el equivalente a un camión de basura lleno de plástico llega a los océanos, un enemigo silencioso que ya supera los 140 millones de toneladas en los cuerpos de agua del planeta. Esta cifra, que crece exponencialmente, amenaza no solo a la vida marina, sino también a la biodiversidad terrestre y a la salud humana. El problema no representa un desafío futuro; es una crisis actual. Cada fragmento que entra al océano, cada bolsa que vuela al viento, añade peso a un dilema que amenaza con sofocar la vida en el planeta. Como humanidad, tenemos una elección: continuar por este camino destructivo o transformar nuestra relación con el plástico. En palabras del fotógrafo y productor de cine Chris Jordan, «si el arte puede tocar el corazón de una persona, quizás también pueda cambiar el mundo».

El plástico representa el 85% de los residuos marinos actuales. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), si no actuamos ahora, la cantidad podría triplicarse para 2040 —entre 23 y 37 millones de toneladas—, esto significa alrededor de 50 kg por metro de costa. A nivel global, el 40% de la producción de plástico se destina a productos de un solo uso, muchos de los cuales terminan flotando en el agua o depositados en los fondos marinos. Entre los ejemplos más desgarradores de esta contaminación están las redes fantasmas, desechos plásticos provenientes de la pesca industrial. Estas trampas invisibles continúan atrapando y matando especies marinas mucho después de ser abandonadas. Un informe del Foro Económico Mundial estima que para 2050 podría haber más plástico que peces en el océano, medido en peso.

«El mundo está observando. El mundo ve la división en la sala por lo que es. La división está entre aquellos, todos los que estamos aquí, que buscan proteger a la gente y al planeta y, aquellos que buscan proteger los beneficios en interés de las industrias pasadas y presentes».

Sivendra Michael, secretario de Medio Ambientey Cambio Climático de Fiji

El impacto en la fauna es devastador. Desde tortugas y delfines atrapados en redes hasta aves marinas que ingieren plásticos, miles de especies sufren las consecuencias. La película Albatros, de Chris Jordan, ilustra esta tragedia cuando muestra a un albatros adulto alimentando a su cría con fragmentos de plástico, confundidos con comida.

Al margen de los desechos visibles, el impacto más insidioso viene de los microplásticos: fragmentos de menos de cinco milímetros que se encuentran en todos los rincones del planeta. Estos contaminantes ya están presentes en el 90% del agua potable mundial, la sal de mesa y el aire que respiramos. Un estudio del Instituto Alfred Wegener en Alemania reveló que dichas partículas han alcanzado incluso las regiones polares, atrapadas en el hielo. En la fauna marina, los microplásticos interfieren con la cadena alimenticia. Desde el zooplancton que los confunde con alimento hasta los peces que los acumulan en sus tejidos, este problema no termina en los océanos. Cada año, se estima que una persona promedio ingiere 50 mil partículas de plástico, con efectos a largo plazo aún desconocidos.

«Una preocupación importante es el destino de los microplásticos, los aditivos químicos y otros productos fragmentados, muchos de los cuales se sabe que son tóxicos y peligrosos para la salud humana, la vida silvestre y los ecosistemas. La velocidad en la cual la contaminación de los océanos está captando la atención del público es alentadora y es vital que aprovechemos ese impulso para lograr un océano limpio, saludable y resistente», advierte Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.

Costos al por mayor

El plástico no solo contamina, también perpetúa desigualdades económicas y sociales. Los países en vías de desarrollo, que carecen de infraestructura adecuada para gestionar residuos, soportan la mayor carga de contaminación. Un ejemplo claro es el caso de muchas naciones del Sudeste Asiático, como Filipinas, Indonesia y Vietnam, donde los sistemas de gestión de desechos son insuficientes para manejar los crecientes volúmenes de plástico importado y generado localmente. Además, los residuos plásticos suelen acumularse en comunidades vulnerables, agravando problemas de salud pública debido a la quema al aire libre y la exposición a productos químicos tóxicos.

En el ámbito económico, las comunidades costeras enfrentan pérdidas significativas. La pesca, fuente de sustento para millones, está amenazada por la contaminación marina: desde redes fantasma que diezman las poblaciones de peces hasta la bioacumulación de microplásticos que afecta la calidad del pescado destinado al consumo humano. Por otro lado, el turismo, una fuente clave de ingresos para muchas regiones costeras, se ve afectado por la presencia de playas contaminadas. Se estima que solo en el Mediterráneo, la contaminación por plásticos genera pérdidas anuales de hasta 641 millones de euros debido al impacto en sectores como el turismo, la pesca y la acuicultura.

El impacto ambiental es igualmente preocupante. Desde la extracción de petróleo, materia prima del plástico, hasta su eliminación, el ciclo de vida completo de este material es un importante contribuyente al cambio climático. En 2015, las emisiones asociadas al plástico ascendieron a 1.7 gigatoneladas de CO2, una cifra que podría aumentar a 6.5 gigatoneladas para 2050 si la producción y el consumo de plásticos continúan sin cambios. Este incremento equivale a más del 15% del presupuesto de carbono global permitido para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C.

Además, el plástico afecta directamente a la biodiversidad terrestre y marina. En los vertederos, los residuos plásticos tardan siglos en descomponerse, liberando químicos dañinos al suelo y las aguas subterráneas. En el océano, grandes fragmentos dañan físicamente a las especies marinas, mientras que los microplásticos actúan como esponjas de contaminantes químicos, introduciendo toxinas en la cadena alimenticia.

Salud en jaque

Los efectos negativos del plástico en la salud humana están siendo cada vez más documentados. Desde su uso cotidiano hasta la exposición inadvertida a microplásticos, la presencia de esta sustancia plantea serios riesgos que van desde trastornos hormonales hasta posibles vínculos con el cáncer.

Los plásticos contienen compuestos químicos como bisfenoles (BPA) y ftalatos, los cuales son disruptores endocrinos. Estos químicos pueden interferir con el sistema hormonal humano, afectando el desarrollo neurocognitivo, la fertilidad y el metabolismo. Estudios recientes han encontrado que estos compuestos están presentes en gran parte de la población estadounidense, lo que pone de manifiesto su ubicuidad y los posibles riesgos para la salud pública​. Además de los químicos, los microplásticos han sido detectados en alimentos, agua potable y el aire. Estas partículas no solo liberan compuestos dañinos, sino que también pueden acumularse en órganos internos, lo que representa riesgos adicionales para la salud, aunque los efectos a largo plazo aún están en estudio​.

La Asociación Americana de Médicos explica que calentar alimentos en recipientes de plástico en el microondas puede causar cáncer. Si bien los plásticos diseñados para uso en microondas son generalmente seguros, algunos pueden liberar químicos al calentarse, aumentando el riesgo de exposición a sustancias tóxicas. Esto subraya la importancia de utilizar recipientes apropiados y seguir recomendaciones de seguridad alimentaria​.

Para minimizar los riesgos asociados al plástico, instituciones como la Mayo Clinic y otras organizaciones médicas recomiendan evitar el consumo de alimentos calientes en bolsas o recipientes de plástico, así como limitar el uso de envases plásticos para bebidas calientes como café o té. Además, se sugiere evitar recalentar comida en plásticos no diseñados para este fin. Estas prácticas pueden reducir la exposición a químicos potencialmente dañinos​.

Soluciones en marcha

La comunidad internacional está comenzando a actuar frente a la crisis del plástico, pero el camino está lleno de desafíos. Durante las negociaciones del Tratado Global sobre Plásticos, respaldado por la ONU, se han planteado objetivos ambiciosos. Estos incluyen la reducción de la producción de plásticos vírgenes, la mejora en la gestión de residuos y la implementación de economías circulares que prioricen el reciclaje y la reutilización. Sin embargo, estas metas enfrentan obstáculos significativos, especialmente debido a la influencia de la industria petroquímica, que depende de la fabricación de plástico como un mercado clave.

Entre las propuestas, destaca la necesidad de un enfoque multilateral. Países como Francia y Canadá han tomado la delantera en la eliminación gradual de plásticos de un solo uso, prohibiendo productos como bolsas, pajillas y utensilios desechables. Por su parte, la Unión Europea implementó en 2021 una directiva que prohíbe 10 artículos plásticos de uso común, lo que representa un ejemplo concreto de cómo las regulaciones gubernamentales pueden marcar la diferencia.

A nivel industrial, varias empresas están adoptando tecnologías innovadoras para reducir el impacto del plástico. Por ejemplo, algunos fabricantes están desarrollando materiales alternativos a base de plantas o biodegradables, mientras que otros están invirtiendo en métodos avanzados de reciclaje que permiten reutilizar plásticos con mayor eficiencia. Sin embargo, estas iniciativas deben expandirse significativamente para competir con la escala de producción actual.

En el plano comunitario, el fortalecimiento de las infraestructuras de reciclaje en países en desarrollo es una prioridad clave. Esto no solo ayuda a reducir la acumulación de desechos, sino que también genera empleos en sectores de gestión de residuos y reciclaje. Organizaciones como Ocean Cleanup trabajan en proyectos que combinan tecnología avanzada y educación para combatir la contaminación plástica en los ríos y océanos, áreas críticas para frenar el flujo de desechos hacia los mares. La acción ciudadana también es esencial. Adoptar hábitos de consumo sostenibles, como utilizar bolsas reutilizables, rechazar productos de un solo uso y apoyar a empresas comprometidas con prácticas responsables, son pasos necesarios para reducir la demanda de plástico. Además, el activismo ambiental y la presión pública pueden acelerar el cambio político, incentivando a los Gobiernos a implementar políticas más estrictas.

El éxito requiere un enfoque integral. Las soluciones no dependen de un solo actor, sino de la colaboración entre Gobiernos, empresas, comunidades y ciudadanos conscientes del impacto de sus decisiones. Solo a través de un esfuerzo global coordinado podremos mitigar la amenaza que representa el plástico y asegurar un futuro sostenible para nuestro planeta. E4

Contaminación por plástico

(Cifras en millones de toneladas / Mt)

AñoPaíses de América en la OCDEEuropa en la OCDEEurasiaMedio Oriente y ÁfricaChinaResto de Asia
197014.5    0.6
1980 24.6 2.4  
1990   6.28.4 
200070.6 20.7 16.816.8
201089.971.3 28.659.637.5
2020 73.2 37.8 62.6
2022111.884.824.543.6104.268.2
Fuente: OCDE

México enfrenta crisis ambiental por desechos sintéticos

Las grandes empresas frenan el avance contra la contaminación. La clave está en una mejor educación, aplicar sanciones estrictas y fortalecer la infraestructura de reciclaje, indican expertos

México enfrenta una crisis significativa relacionada con la contaminación por plásticos. El país genera más de 3.9 millones de toneladas de residuos plásticos al año, de los cuales menos del 10% se reciclan, según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC). La falta de infraestructura adecuada, junto con el consumo masivo de plásticos de un solo uso, ha provocado que gran parte de estos desechos termine en vertederos, cuerpos de agua y, eventualmente, en los océanos. Además, la deficiencia en el manejo de residuos sólidos ha exacerbado el problema, lo que genera una acumulación de desechos que, con el tiempo, se transforma en una amenaza irreversible para el medio ambiente.

Ríos como el Usumacinta y el Grijalva arrastran miles de toneladas de plástico hacia el Golfo de México. Esto contamina no solo el agua, sino que también amenaza la biodiversidad en la región. Especies endémicas de flora y fauna se ven en peligro debido a los microplásticos, que se han encontrado en peces y moluscos comercializados en el país.

Ante este panorama, el Gobierno y las instituciones han implementado medidas para buscar soluciones. En 2020, se aprobó una reforma a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, que prohíbe plásticos de un solo uso como bolsas, popotes y utensilios desechables. Esta reforma busca reducir el consumo de estos materiales, aunque su aplicación ha sido desigual en varios estados. Entidades como la Ciudad de México, Jalisco y Baja California han sido pioneras en este esfuerzo con regulaciones estrictas, mientras que otras regiones enfrentan desafíos por falta de recursos y resistencia social.

A pesar de los avances legislativos, algunos sectores empresariales se han mostrado renuentes a adaptarse a las nuevas regulaciones. En particular, grandes industrias como las que operan en los sectores de bebidas y alimentos han sido criticadas por no reducir de manera significativa el uso de plásticos. Empresas como Coca Cola y PepsiCo, que aún dependen en gran medida de envases plásticos, han enfrentado presión por parte de organizaciones ambientalistas que exigen medidas más contundentes. Aunque han anunciado iniciativas para incorporar más materiales reciclados en sus empaques, muchos expertos señalan que estos esfuerzos aún no son suficientes para frenar el impacto negativo de los plásticos en el medio ambiente.

A nivel local, las acciones se ven limitadas por la falta de infraestructura y por intereses empresariales que persisten en utilizar plásticos de un solo uso. Organizaciones como WWF y Greenpeace critican la ineficacia de las políticas actuales, especialmente la «economía circular», que no aborda la raíz del problema: la reducción de la producción y consumo de plásticos. Además, la quema de residuos y las falsas soluciones como la «valoración energética» agravan la situación. Las iniciativas de cooperación entre empresas y ONG están siendo clave, pero solo un cambio significativo en las políticas nacionales podrá evitar que México siga sumando contaminantes.

Por su parte, organizaciones y cooperativas locales de recicladores están promoviendo proyectos innovadores que buscan mitigar la contaminación. Estas iniciativas juegan un papel crucial en la recolección y transformación de residuos, contribuyendo, además, a la generación de empleo. Sin embargo, los expertos coinciden en que la solución radica en educar a la población sobre la importancia de reducir el consumo de plásticos, aplicar sanciones más estrictas a quienes incumplen las normativas y fortalecer la infraestructura de reciclaje. Sin una estrategia nacional coordinada y el apoyo ciudadano, México corre el riesgo de seguir incrementando su contribución a la contaminación global por plásticos. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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