Es amor, es angustia, llanto, miedo…

Nunca, como ahora, he sentido ganas de llorar por México. Me he preguntado si será la edad, o porque jamás me había tocado ver tanta mezquindad de unos y tanta pasividad de otros. La historia de México, de México entendido como nación, se dio en 1821… ¿De verdad comprendemos los mexicanos, lo que esto implica?

En sentido amplio, nación es cualquier comunidad histórica y cultural humana, capaz de brindar a los individuos un sentido de identidad que los diferencie de los individuos pertenecientes a otras culturas. Lo que hoy en nuestros días entendemos como nación, surge en la segunda mitad del siglo XVIII, junto al de patria y nacionalismo. Su punto de nacimiento fue en 1789, en Francia, con la caída del absolutismo monárquico de los luises.

El estado-nación se acuña a partir de esta fecha. En sentido estricto el Estado es el hecho político por antonomasia, con sus cuatro elementos constitutivos: población, territorio, gobierno y soberanía.

¿Qué nos vincula como mexicanos? ¿Qué nos hace sentir parte de lo mismo? ¿Qué nos da identidad? La respuesta es simple, las tradiciones, la historia en común, la lengua que hablamos, la religión, las costumbres, la cultura, en una palabra.

México, en términos de tamaño del territorio, es grande, y eso mismo nos convierte, no obstante lo dicho, en un país pluriétnico, con matices multiculturales. El norte, el centro y el sur son historias distintas, tan distintas que hasta en los acentos del castellano que todos hablamos suena diferente, y la comida, y la música, no se diga, en el sur es la jarana y en el norte la polka, y así puedo seguirle, pero somos México, México completito.

Hace apenas unos días estábamos celebrando la fiesta, sí fiesta, del día de muertos, que nos viene del sur del país, porque en las tierras norteñas hay más influencia del Halloween de los gringos, y no hay que quebrarse la cabeza, la cercanía geográfica lo explica, pero lo maravilloso es que el norte está haciendo suya una tradición prehispánica mezclada con la religión católica que trajeron los frailes evangelizadores venidos con el coloniaje español que duró 300 años, y que por supuesto influyó en esta tradición que pervive.

Somos un pueblo que se ríe de la muerte, que la trata de tú, que le grita que no le tiene miedo, que le pone apodos y que se la come a mordiscos en las calaveritas de dulce. Y la festina con los trajes de catrina —uy, salió en verso sin esfuerzo— negros como la noche pero adornados con los anaranjados de la flor de cempasúchil y cuanto se les antoja a los emuladores de la garbancera de Posada.

México nació como México a punta de machetes, de espadas, cañonazos, hasta de aperos de labranza, pero sobre todo del coraje de los criollos no privilegiados, contra los gachupines que se hicieron de encomiendas millonarias con la bendición de los reyes de la Hispania que jamás se pararon en su colonia más rica del nuevo mundo, pero que se enriquecieron con la plata salida de las entrañas de este suelo colmado de tan precioso metal.

Con dos puertos de lujo en las dos costas de nuestro país, Acapulco y Veracruz, al primero llegaban las naos de China cargadas de especias, de sedas, de esencias, del oriente, y del oro del Perú, y a Veracruz cuanto venía de España para América y lo que de aquí partía, para gozo y disfrute de los reyes. Y languidecieron cuando se acabó su Nueva España.

Todo el siglo XIX el país liberado de la Iberia bregó ya no con los encomenderos sino con los hacendados, y también con la búsqueda de su identidad, de su nuevo Estado político, y hubo hombres de buena y de mala fe, y valientes y cobardes, y oportunistas y patriotas, que llegaron al poder de la nueva república.

Y corrieron ríos de sangre, y hubo guerras civiles de todos los frentes, y liberales y conservadores, y hasta dictaduras

Y llegamos al siglo XX, Porfirio Díaz se fue del país y es fecha que ni los polvos de su cuerpo han vuelto, permanecen en una tumba bien sencilla en la capital de Francia. Se finiquitaron las grandes haciendas, los generalotes se hicieron del poder… Se necesitaron varias décadas para que el poder público quedara en manos de civiles.

La Constitución juarista de 1847 pasó a mejor vida y vino la de 1917, y se inscribieron en ella demandas insoslayables en materia laboral y agraria. Se ratificó la división de poderes y se reconocieron derechos esenciales a la dignidad de la persona humana.

El moderno estado mexicano iba surgiendo. Por setenta años la hegemonía tricolor impuso sus reglas, generó un sistema, un modo de hacer política que hasta la fecha subsiste aunque vista otros colores.

En el año 2000 se vivió la primera alternancia en el poder Ejecutivo, llegó el partido azul y blanco, el que fundaron don Manuel Gómez Morín y don Efraín González Luna, el PAN, y durante dos sexenios gobernó a México, primero con Vicente Fox y luego con Felipe Calderón, pero sin mayoría en el poder Legislativo, lo cual hizo más difícil que prosperaran reformas de fondo que requería el país.

El voto que llevó al PAN al poder, fue absolutamente ciudadano, nuestra membresía no era suficiente para alcanzar una victoria. Durante su sexenio se instauró la Ley de Transparencia y Acceso a la Información en el quehacer público, y se creó el Seguro Popular, política pública que buscaba, a través del aseguramiento público —valga la redundancia— en salud, brindar protección a la población que carece de seguridad social.

También es digno de mención que durante su gobierno se dio uno de los mayores crecimientos económicos del país y la inflación fue controlada a menos del 3.5%, algo que no se tenía desde los años 70. Y si duda que haber logrado mantener la confianza de los mexicanos, dando lugar a una nueva oportunidad de servirle a México.

La banda presidencial la recibió un panista, Felipe Calderón Hinojosa. En su sexenio se vivió la inflación más baja de la historia, la acumulación récord de reservas internacionales y una deuda pública estable. Asimismo, se elevaron a rango constitucional los derechos humanos y se facultó a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para investigar violaciones graves a las garantías individuales.

La inversión en infraestructura, sobre todo en el sector carretero, fue muy favorecida, se destinaron más de 315 mil millones de pesos. Se pusieron en marcha proyectos de gran envergadura, entre los que destacan, la Hidroeléctrica La Yesca, en Jalisco; el Puente Baluarte, carretera que conecta Durango y Mazatlán; y el Túnel Emisor Oriente, en el Estado de México.

Fue muy cuestionada la manera en que enfrentó a la delincuencia organizada. Su estrategia frontal de lucha contra el narcotráfico fue un reflejo de convicciones políticas y morales muy arraigadas, como la de estar convencido de que las instituciones democráticas no pueden ni deben estar sometidas al poder corrupto y corruptor del crimen organizado. Yo coincido con esto, sin embargo creo que el error fue haber puesto al Ejército a cargo de esta lucha, para la que no estaban capacitados.

En 2012 el PRI recuperó la Presidencia de la República y sucumbió en el 2018. Y el PAN perdió lo más valioso que tenía, la confianza y la credibilidad de los mexicanos. Nos derrotó la victoria. Se nos olvidaron las causas de los mexicanos, que abanderamos por décadas, se rompió el vínculo con óxidos como la arrogancia, la soberbia y las raterías de muchos que ocupando cargos públicos, mandaron al carajo principios éticos y doctrina humanista. Dejamos de ser distintos. Y es fecha que un diablal de azules sigue jorobando al PAN.

En 2018, llegó la izquierda de López Obrador al poder. No quiero gastar espacio en el listado de males que le ha provocado a México. Estoy hasta la ídem de eso. El hecho es que esa misma izquierda repite hasta el 2030. Y que este país va a llorar sangre cuando sienta el rigor de un régimen que está mandando a paseo un orden jurídico que con todos sus defectos y sus fallas le permitió a un buen número de generaciones hacer vida en sociedad.

Y hoy ya no existe, ha quedado finiquitado… ¿Qué no? El 5 de noviembre le dieron muerte oficialmente. Los pobres de este país seguirán siéndolo y aumentará el número porque la clase media, que es la que vive de su trabajo y paga impuestos porque es cautiva de Hacienda, descenderá a la marginación. Y los ricos se alinearán por así convenir a sus intereses o simplemente se irán del país, con sus fortunas a salvaguarda en bancos extranjeros.

Los insurgentes se liberaron del coloniaje español acicateados por la ira del pisoteo y los abusos de los que fueron víctimas durante 300 años. En 1910 el hartazgo de miles de compatriotas por ser tratados como si fueran cosas y no personas, le prendió fuego a la insurrección y se acabó con una dictadura. Los dos movimientos armados se pagaron con dolor, con sangre y con muertes. En el 2000 no hubo balazos, se rompió la hegemonía con sufragios de millones de mexicanos que soñaban con un México diferente.

Hoy estamos en 2024 ¿qué estamos dispuestos a hacer, viejos y jóvenes, por nuestro país? Cada época tiene lo suyo, lo de hoy me aterra… ¿a usted, no? Me angustia, por ejemplo, que matar a gente indefensa en su propia casa, no signifique nada para la autoridad, también que haya niños y jóvenes esclavizados por las drogas, pero me duele sobre todo, la orfandad en la que viven aunque sus padres estén vivos.

Me asquean las indignidades de que se valen políticos sin escrúpulos para llegar y mantenerse en el cargo público, y que la gente los aplauda como si fueran héroes…

Qué tristeza que haya mexicanos que estén conformes con el trato de mendigos a que los ha condenado su indolencia, y también que haya millones a los que les importa un bledo la suerte del país…

¿Usted ama a México? ¿Qué está dispuesto a hacer en nombre de ese amor? …porque lo ama ¿verdad?

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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