El fallecimiento del expresidente peruano revive el debate sobre su paso por el poder. Los logros en la lucha contra el terrorismo y la economía contrastan con la sombra por la violación a los derechos humanos y la represión política que dividió al país
La lucha por la herencia política
Alberto Fujimori, incluso en la muerte, continúa dividiendo al Perú. Para algunos, fue el líder que salvó a la nación del colapso económico y del terror de Sendero Luminoso; para otros, es el rostro de un régimen autoritario marcado por asesinatos, corrupción y violaciones sistemáticas de derechos humanos. En las calles, mientras miles rinden homenaje a quien consideran un héroe, otros celebran su muerte —ocurrida el 11 de septiembre, a los 85 años de edad— con la convicción de que la justicia histórica por fin ha llegado.
Creo que debemos tener la alegría, aunque sea difícil expresarla, de que él va a estar siempre presente mientras el Perú sea viable, mientras el Perú viva en paz».
Martha Chávez, expresidenta del Congreso
La figura de Fujimori, que gobernó entre 1990 y 2000, sigue siendo una herida abierta en el país. Su legado, con hitos como la captura de Abimael Guzmán y la estabilización económica, contrasta brutalmente con las masacres de Barrios Altos y La Cantuta, y las esterilizaciones forzadas de más de 300 mil mujeres. Su muerte, lejos de cerrar el capítulo, reaviva el debate sobre la memoria, el perdón y la justicia en una nación que aún no encuentra consenso sobre su pasado.
«Fujimori fue un dictador que violó sistemáticamente los derechos de los peruanos. Nunca olvidaremos a las víctimas de su régimen».
Rocío Silva Santisteban, activista y excongresista.
Fujimori llegó al poder en 1990, en un contexto de crisis económica y violencia. Proveniente de una familia japonesa y sin mayor trayectoria política, se presentó como el candidato outsider que derrotó al escritor Mario Vargas Llosa, el favorito de las encuestas. Su triunfo sorprendió al país y lo convirtió en una figura clave de la política peruana durante la siguiente década.
El «chino» vs. terrorismo
Uno de los aspectos más recordados y defendidos por los seguidores de Alberto Fujimori es su combate frontal contra el terrorismo. Durante los años 80, Perú enfrentó una crisis de violencia extrema provocada por grupos insurgentes como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Estas bandas paramilitares llevaron a cabo atentados, asesinatos y actos de terrorismo que sumieron al país en un estado de miedo e inestabilidad.
Fujimori adoptó una estrategia de mano dura, implementando medidas drásticas para combatir esta violencia. Su administración reorganizó las fuerzas armadas y policiales, aumentando la coordinación entre ellas. También se establecieron tribunales militares para juzgar a los terroristas, lo que generó controversia en torno a los derechos humanos, dado que algunos de estos juicios no garantizaban las debidas protecciones legales.
Entre las operaciones clave de su Gobierno, destaca la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, en 1992. Esta detención fue un golpe significativo para la organización, debilitando su estructura y moral. La captura se celebró como un gran triunfo del Estado peruano en la lucha contra el terrorismo, contribuyendo a una notable disminución de la violencia en el país. A pesar de ello, muchos argumentan que las tácticas de Fujimori, que incluían prácticas como la eliminación de opositores, comprometieron la democracia y la justicia en el país.
Economía y mano dura
Alberto Fujimori enfrentó una hiperinflación galopante heredada de Gobiernos anteriores, que había llevado a la economía peruana al borde del colapso. Para contrarrestar esta crisis, implementó una serie de reformas neoliberales que reactivaron el crecimiento económico. Una de las más destacadas fue la privatización de empresas estatales, que se llevó a cabo en diversos sectores, incluyendo telecomunicaciones, energía y minería. Este proceso no solo redujo el déficit fiscal del Estado, sino que también atrajo inversión extranjera. La privatización permitió modernizar muchas industrias, incrementando la eficiencia y mejorando la calidad de los servicios. Por ejemplo, la empresa telefónica estatal llevó a un aumento significativo en la cobertura y la calidad de las comunicaciones en el país.
Además, Fujimori promovió la inversión extranjera, eliminando barreras arancelarias y facilitando el comercio exterior. Este enfoque liberalizador buscaba integrar a Perú en la economía global y fomentar la competitividad de sus productos en el mercado internacional. Se firmaron tratados de libre comercio y se buscó diversificar las exportaciones, lo que permitió un crecimiento sostenido en sectores como la minería y la agricultura. A medida que estas políticas comenzaron a dar resultados, la economía peruana experimentó un crecimiento notable en los años siguientes. La inflación fue controlada, pasando de tasas de tres dígitos a cifras de un solo dígito, lo que brindó mayor estabilidad a los precios y a la economía en general. Este control inflacionario también ayudó a restaurar la confianza de los consumidores y los inversores.
La reducción de la pobreza fue otro de los logros que se atribuyeron a estas políticas económicas. Aunque las reformas generaron críticas por aumentar la desigualdad y afectar a ciertos sectores vulnerables, muchas familias comenzaron a beneficiarse de la expansión del empleo y el acceso a servicios básicos. A mediados de los años 90, los indicadores de pobreza comenzaron a mostrar mejoras significativas.
Dichas estrategias también generaron descontento social, especialmente entre aquellos que se sintieron excluidos del crecimiento económico. Las protestas y la oposición a su Gobierno, especialmente en las zonas rurales y entre los trabajadores de sectores afectados por la privatización, comenzaron a surgir, lo que eventualmente contribuyó a un clima de polarización en el país.
El lado oscuro
En abril de 1992, Fujimori dio un autogolpe de Estado, disolvió el Congreso y asumió poderes extraordinarios, lo que generó serias críticas de la comunidad internacional. Aunque argumentó que lo hacía para salvar al país, el acto marcó el inicio de una deriva autoritaria que caracterizó su Gobierno. Los años que siguieron estuvieron plagados de denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Bajo el mando de su principal asesor, Vladimiro Montesinos, el régimen orquestó una campaña de represión contra opositores políticos, periodistas y activistas de derechos humanos.
Uno de los ejemplos más notorios de estas violaciones fue el caso de la ejecución extrajudicial de 15 estudiantes y un profesor en la Universidad La Cantuta en 1992, a manos del Grupo Colina, un escuadrón de la muerte vinculado a las fuerzas armadas. Este crimen emblemático evidenció el uso de la violencia estatal para silenciar a la disidencia.
Otro caso significativo fue la masacre de Barrios Altos en 1991, donde un escuadrón de policías asesinó a 15 personas en una fiesta, incluyendo a un niño de ocho años. Este ataque fue parte de una estrategia de terror destinada a amedrentar a la población y a eliminar cualquier oposición al régimen. Además, se destaparon crímenes como las esterilizaciones forzadas a miles de mujeres indígenas y campesinas, algo que sigue siendo motivo de profunda indignación en sectores del país. Se estima que más de 300 mil mujeres fueron sometidas a procedimientos quirúrgicos sin su consentimiento, como parte de un programa de control de la natalidad que buscaba reducir la pobreza a través de la planificación familiar.
La censura también fue una constante, con el cierre de medios de comunicación y el acoso a periodistas. Se documentaron desapariciones forzadas de activistas y opositores, así como torturas en centros de detención, que reflejaron un contexto de impunidad y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. En el año 2000, en medio de crecientes denuncias de fraude electoral y tras la difusión de los famosos «vladivideos» que mostraban sobornos por parte de Montesinos a políticos y empresarios, Fujimori huyó a Japón, desde donde renunció vía fax. La combinación de estas violaciones y actos de corrupción dejaron una profunda marca en la memoria colectiva del Perú.
Reacciones encontradas
El fallecimiento del expresidente generó fuertes reacciones en el país. Sectores de la derecha lo ensalzan como un héroe, colocándolo como el hombre que salvó a Perú del caos y reconstruyó su economía. «Creo que debemos tener la alegría, aunque sea difícil expresarla, de que él va a estar siempre presente mientras el Perú sea viable, mientras el Perú viva en paz, mientras haya bienestar para los más necesitados y, aun en los momentos de dificultad, estará presente con nosotros e inspirando como hizo para levantar al Perú de las cenizas», comentó Martha Chávez, expresidenta del Congreso del país sudamericano y una de sus principales defensoras.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos y sectores de izquierda han subrayado que no debe glorificarse a quien consideran responsable de crímenes atroces. «Fujimori fue un dictador que violó sistemáticamente los derechos de los peruanos. Nunca olvidaremos a las víctimas de su régimen», declaró Rocío Silva Santisteban, activista y excongresista.
Gisela Ortiz, exministra de Cultura, calificó de vergüenza y de contradicción el homenaje estatal a Fujimori, quien quedó debiendo una reparación civil de 57 millones de soles. Luis Enrique Ortiz, hermano de Gisela, fue uno de los ocho estudiantes de La Cantuta secuestrados y asesinados por el Grupo Colina, matanza, junto con la de Barrios Altos, por la que Fujimori recibió una condena de 25 años de cárcel por ser el autor mediato. E4
La lucha por la herencia política
Tras el deceso de su padre, se intensifica la disputa entre Keiko y Kenji por el liderazgo del fujimorismo. Mientras la primera busca consolidarse, el indulto de su hermano podría flanquearle el camino para un regreso triunfal
Con la muerte de Alberto Fujimori, la atención se centra nuevamente en la dinastía familiar y su influencia en la política peruana. Keiko y Kenji, los hijos del expresidente, han protagonizado durante años una relación marcada por rivalidades que combinan tensiones personales con diferencias políticas. Keiko, la mayor de los Fujimori, ha sido el rostro del fujimorismo en las últimas décadas, liderando Fuerza Popular y buscando la presidencia en tres ocasiones. A pesar de su influencia, no ha logrado consolidarse como mandataria, fracasando en su intento de acceder al poder en 2011, 2016 y 2021.
Kenji, por otro lado, adoptó una postura más moderada y pragmática, generando tensiones con su hermana cuando apoyó el indulto de su padre y estrechó lazos con el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. Este acercamiento provocó una fractura irreparable en 2018, cuando Kenji fue expulsado del Congreso y procesado por supuesta compra de votos. Ahora, con la muerte de su padre, surge la duda sobre quién tomará las riendas del fujimorismo. Aunque Keiko parece tener la estructura y el respaldo de los sectores más tradicionales, el reciente indulto de Kenji podría abrirle la puerta para intentar un regreso político, avivando las disputas dentro de la familia.
La ausencia de Alberto Fujimori deja un vacío simbólico en un movimiento que ha sido históricamente centralizado en su figura. Analistas sugieren que la lucha por el control del fujimorismo podría intensificarse en los próximos meses, con Keiko buscando afianzar su liderazgo y Kenji explorando un espacio de reconciliación con los sectores más moderados. Esta pugna no solo refleja las divisiones internas, sino también la capacidad del fujimorismo para seguir siendo una fuerza política relevante en el futuro político de Perú. Sin embargo, el desafío para ambos será reformular sus propuestas y adaptarse a un electorado que, en gran parte, sigue dividido entre el rechazo al pasado autoritario y el reconocimiento de los logros económicos de su padre. E4
Contrastes entre Alberto Fujimori y Gobiernos de México
Elemento | Alberto Fujimori (Perú) | México |
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Ascenso político inesperado | Fujimori era un outsider político sin mucha experiencia ni apoyo de las élites tradicionales. | En 2018, Andrés Manuel López Obrador llegó al poder como outsider frente a los partidos tradicionales, aunque con larga trayectoria política. |
Políticas económicas neoliberales | Implementó reformas neoliberales que estabilizaron la economía, a costa de medidas impopulares como el «fujishock» que incluyó la eliminación de subsidios y la liberalización de precios. | México implementó políticas neoliberales desde los años 80 y 90, bajo presidentes como Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. |
Lucha contra el terrorismo/crimen | Derrotó a Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), grupos terroristas que asolaban el país. | México ha librado una guerra contra los cárteles de drogas, especialmente desde la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012). |
Autogolpe/centralización de poder | Fujimori disolvió el Congreso en 1992 para gobernar con mayor poder, centralizando el control del estado. | México no ha visto un autogolpe, pero la concentración del poder en el PRI durante gran parte del siglo XX es un ejemplo de centralización política. |
Escándalos de corrupción | Fujimori y su jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos, estuvieron implicados en grandes redes de corrupción. | En México, figuras políticas como Luis Echeverría, Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto han enfrentado acusaciones de corrupción. |
Violaciones a derechos humanos | Su Gobierno fue responsable de violaciones graves de derechos humanos, incluyendo las esterilizaciones forzadas de mujeres indígenas. | En México, varios Gobiernos han sido criticados por violaciones a derechos humanos, como la Guerra Sucia (años 60-80) y la actual crisis de desapariciones forzadas. |
Familia involucrada en política | Sus hijos, Keiko y Kenji, han seguido involucrados en la política peruana. | En México, se ha visto un fenómeno similar con las familias políticas, como los Salinas y los Calderón-Zavala. |
Polarización social | Fujimori es visto por algunos como un héroe, y por otros como un dictador; esta polarización persiste hasta hoy. | En México, figuras como AMLO generan fuertes divisiones entre aquellos que lo ven como un salvador o un populista. |
Control mediático | Bajo su Gobierno, los medios fueron cooptados para difundir propaganda y controlar la narrativa. | En México, el PRI durante décadas mantuvo un control tácito sobre la prensa y los medios a través de censura y propaganda. |
Legado político | Fujimori dejó un legado de estabilidad económica, pero también de corrupción y autoritarismo. | El PRI en México dejó un legado de desarrollo económico, pero también de corrupción y represión. |