Giro copernicano en el Post; silencia a críticos del poder

Cambiar las prioridades de la tribuna de opinión, para agradar a Trump, provoca renuncias y cuestionamientos sobre la independencia del diario. Conflictos de interés eclipsan al periodismo

En una decisión que ha sacudido los cimientos del periodismo independiente en Estados Unidos, Jeff Bezos, propietario de The Washington Post, hizo oficial el 26 de febrero que la labor comunicativa del diario se enfocaría en dos pilares: las libertades personales y el libre mercado, «pero los puntos de vista opuestos a esos pilares se dejarán para que otros los publiquen». La medida beneficia directamente a Donald Trump —quien no tolera críticas de la prensa— y sus intereses políticos. La renuncia de altos ejecutivos del diario, la indignación de sus periodistas y la pérdida masiva de suscriptores ponen en evidencia que la integridad editorial del periódico ha quedado relegada a un segundo plano, en favor de los negocios de su dueño.

«Invasión masiva de Jeff Bezos en la sección de opinión de The Washington Post hoy: deja claro que allí no publicarán ni tolerarán las opiniones disidentes».

Jeff Stein, periodista jefe de economía de The Washington Post

El también fundador de Amazon ha dejado muy claro que, a la hora de elegir entre la integridad periodística y sus intereses empresariales, la segunda opción siempre prevalecerá. Su decisión de cambiar la dirección del diario para no incomodar a Trump es un acto de claudicación que amenaza con erosionar la independencia de uno de los medios más importantes del mundo. A final de cuentas se trata de un giro que ha avivado la preocupación sobre la creciente influencia de los magnates en los medios de comunicación y cómo, lejos de defender el periodismo crítico, optan por moldearlo para servir a su provecho particular.

Volantazo

La primera señal de este cambio tuvo lugar el 25 de octubre de 2024, cuando William Lewis, entonces CEO y editor de The Washington Post, anunció que el periódico no respaldaría a ningún candidato en las elecciones presidenciales de 2024, marcando la primera vez desde 1988 que el medio no apoyaba al candidato demócrata. Lewis también declaró que el periódico no haría respaldos en futuras elecciones presidenciales. Esta decisión se atribuyó a una directiva del propietario del periódico, Jeff Bezos, quien bloqueó un respaldo planificado a la candidata demócrata Kamala Harris. La medida generó de inmediato un fuerte rechazo dentro del propio medio. Más de 250 mil suscriptores cancelaron sus membresías en protesta, y figuras clave dentro de la redacción comenzaron a cuestionar si este era el principio del fin para la independencia del diario.

El argumento oficial fue que este paso permitiría que el periódico se mantuviera «neutral» y que no se percibiera como un actor político. Sin embargo, detrás de dicha explicación se esconde una realidad mucho más inquietante. Al negarse a respaldar a algún candidato, Bezos está eliminando una de las formas más contundentes en las que un medio de comunicación puede ejercer su influencia y marcar una postura sobre el futuro del país. Más aún, coincide con las repetidas quejas de Trump sobre los medios tradicionales y su insistencia en que estos adoptaran una posición «objetiva» que, en su lenguaje, significa no criticarlo abiertamente.

Fuga de talento

Las reacciones no tardaron en llegar. El propio Will Lewis renunció a su cargo tras el anuncio, sumándose a una serie de dimisiones que reflejan el profundo malestar dentro del medio. Otros periodistas de renombre han hecho lo mismo, argumentando que este cambio es un golpe letal para la credibilidad del periódico.

Marty Baron, exeditor ejecutivo de The Washington Post, calificó esta decisión como «una traición a la libre expresión» y advirtió que podría marcar el inicio de una era en la que los magnates multimillonarios controlan el discurso público de manera encubierta. La inquietud es clara: si The Washington Post cede a las presiones políticas, ¿qué garantiza que otros medios de comunicación no harán lo mismo?

La sospecha de que Bezos actúa bajo presión de Trump no es descabellada. En los últimos meses, se han documentado reuniones entre ejecutivos de Blue Origin, la empresa aeroespacial de Bezos, y funcionarios de la administración Trump. Estas reuniones se centraban en posibles contratos gubernamentales, lo que ha hecho que muchos especulen que Bezos podría estar suavizando la línea editorial de The Washington Post para no arriesgar estas lucrativas oportunidades. Además, la postura de Bezos frente a Trump siempre ha sido ambigua. En sus primeros años como dueño del periódico, permitió una cobertura dura y sin concesiones contra el expresidente. Sin embargo, en los últimos tiempos ha habido un notable cambio en el tono y la frecuencia de las críticas hacia la administración republicana. Si bien The Washington Post sigue publicando artículos que denuncian los abusos de poder, estos parecen haber disminuido en intensidad y contundencia.

Precedente peligroso

Lo que ocurre en The Washington Post no solo afecta a este medio en particular, sino que establece un precedente peligroso para el periodismo en general. Si un diario con tanto prestigio e historia puede ser manipulado por intereses corporativos y políticos, ¿qué esperanza queda para el resto de la prensa? El riesgo es que este tipo de decisiones se conviertan en la norma. Que otros empresarios multimillonarios vean en la prensa no un pilar de la democracia, sino una herramienta para fortalecer sus propios imperios. Si el periodismo crítico deja de existir, si los medios de comunicación ya no desafían el poder, sino que lo protegen, entonces la democracia misma estará en riesgo.

Afortunadamente, el público no se ha quedado de brazos cruzados. Más de un cuarto de millón de suscriptores han cancelado sus cuentas, lo que representa una pérdida significativa para el periódico. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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