Goles y autogoles a la austeridad republicana

En el año 2019 el Poder Legislativo mexicano, ambas cámaras, aprobaron la Ley Federal de Austeridad Republicana con el objetivo de eliminar privilegios, excesos, dispendios y abusos de los recursos públicos de la administración federal de Gobierno que podría aplicarse también a estados y municipios.

La iniciativa, que es positiva y sí se cumple, debería mejorar las finanzas públicas de los mexicanos y aprovechar los recursos en obras y servicios que mejoren ciudades, estados y en general al país; sin embargo, la situación no mejoró ni marcó una verdadera diferencia con otros sexenios, por el contrario, se registraron fraudes y dispendios que dejaron a la nueva ley como un tema de publicidad político-electoral.

Durante los últimos seis años, parte del discurso oficial incluía siempre, que el nuevo Gobierno no era como los anteriores y ciertamente había mucha razón, superó por mucho las expectativas de la corrupción tan solo con un fraude como el de Segalmex, que en recursos y dinero perdido superó en cantidad e impacto a fraudes anteriores como la «Estafa maestra» que le costó al menos seis años de cárcel a una funcionaria federal.

La nueva ley como tal fue incapaz también de permear en la identidad de un nuevo movimiento político y gubernamental que grita a los cuatros vientos «primero los pobres» o no debe existir «pueblo pobre y gobierno rico»; sin embargo, hay funcionarios del Gobierno federal en secretarias y dependencias que demuestran lo contrario y no se diga en administraciones estatales y municipales.

La nueva administración presidencial mantiene la dialéctica anterior y al menos en el plano populista de la política funciona, a pesar de que quienes rodean a la nueva autoridad o militan en partidos que apoyaron su llegada al poder, se empeñan en hacer quedar mal el discurso, la postura y al menos en imagen la integridad de este movimiento.

Los goles y autogoles son del mismo equipo y viene a colación con casos como un diputado local (de Coahuila) que sube, él solo, a sus redes sociales, un video mientras conduce un vehículo de lujo de importación cuyo costo supera en México los siete millones de pesos y casi un mes después sube otra foto a sus redes de internet donde muestra un reloj con precio aproximado de 3 millones de pesos.

Entre los goles y autogoles surgió ahora una figura del grupo duro del nuevo movimiento político y de Gobierno a escala nacional que fue sorprendido con un líder sindical al abordar un helicóptero privado para un traslado corto y cuyo costo en apariencia no sería sufragado por el presupuesto público de la cámara de diputados.

En ambos casos las explicaciones de ambos personajes fueron incluso, para algunos, soberbias y ofensivas, no sólo por violar la «austeridad republicana» en lo moral, si bien es cierto la legal no, pero que dejan clara la imagen de no «hacer y mostrar cosas buenas que parezcan malas».

La propia nueva titular del poder ejecutivo federal en las conferencias matutinas reprobó, en cadena nacional, ambos actos y exigió al interior de sus grupos que se eviten conductas de ese tipo y se castiguen.

El líder legislativo en mención metió reversa y aunque había declarado que seguiría usando el helicóptero, a última hora, dijo que siempre no, que sí se equivocó; el otro el del carrito guinda y el relojito, de plano, sigue retando al poder presidencial.

«No me ayudes compadre» o como luego dicen «si no ayudes, mejor no estorbes» es lo que diría la nueva figura presidencial con goles y autogoles que son perpetrados por los propios colaboradores y correligionarios.

Autor invitado.

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