Hay un método en su locura

Erasmo de Rotterdam, lo definió perfectamente en su libro Elogio a la locura, en donde afirma que: «Todo el que, violentando su propio ser, pretende cubrirse con apariencias de virtud, no hace más que poner sus defectos en descubierto».

El tratado de libre comercio o TLCAN, por sus siglas constituyó el contexto legal y político necesario para un verdadero «boom» de la manufactura mexicana desde 1994, a la par, el desarrollo económico del país se vio beneficiado con el intercambio de mercancías de todo tipo y no solamente las que involucraban a las fábricas.

Todo lo que legó ese tratado histórico se tradujo en beneficios inmediatos a la especialización de la antigua mano de obra, tecnificando las operaciones y presionando para que desde el Gobierno surgiera la necesaria vinculación entre los contenidos educativos a nivel técnico y profesional y las necesidades industriales.

Recuerdo lo obsoleto de las carreras técnicas anteriores al 94, que incluían la especialización en operación de telares, en el plantel del Conalep de Saltillo, donde moraba un telar abandonado años antes por la falta de matrícula de la especialidad derivada de la ausencia de demanda laboral en ese ramo y por otra parte la necesidad latente de la industria del plástico que en Saltillo al menos tenía seis plantas dedicadas a la extrusión o el soplado en esos años y ningún técnico superior en la materia, por lo que las empresas debían invertir en la contratación de extranjeros. Válgame dios.

Pero al fin entre 1994 y el actual año, el tratado fue 100% benéfico para el país, a pesar de que Trump impuso una serie de medidas en 2018 al novato presidente AMLO, que pretendían reducir la brecha de la competencia desleal basada en los aspectos salariales y de contenido de las autopartes y otros productos, en los cuales el intercambio no era parejo o se hacía por debajo de la mesa.

Lo que logró Trump en su primera vuelta fue:

1.- Imponer aranceles a algunos productos de denominación de origen;

2.- Elevar los salarios mínimos en forma gradual hasta llegar a los 248 pesos diarios;

3.- Implementar un mecanismo de respuesta rápida frente a violaciones laborales en plantas de manufactura con exportaciones a EE. UU. y Canadá y

4.- Desempolvar el derecho a la libre sindicalización y a la autonomía sindical en México. Haya cosa.

Quién iba a adivinar que el travieso güero aparecería de nuevo y ahora frente a otra novata y un grupo de inexpertos y soberbios negociadores, para amedrentar al país entero y sobre todo a la fuente productiva con el castigo de aranceles, como quien compra una pistola y la enseña a cada rato, para demostrar que la tiene.

Quienes pensaron que sería fácil negociar con un aguerrido experto en negocios, se equivocaron y la pagaron caro, ya que, si bien es cierto que los aranceles generales a la industria automotriz se frenaron hasta el 4 de abril, lamento mencionar que desde marzo de 2025 se imponen aranceles a 193 productos que no cumplen con las reglas del país de origen, entre ellos: computadoras, instrumentos médicos y accesorios de automóvil o partes de repuesto, entre otras.

Se podrá decir que el resto de productos sin arancel son una cantidad muy importante y sí lo es, ya que la oficina del censo al cierre de 2024, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos sumaron 505 mil 850 millones de dólares, de los cuales solo el 50% se benefició de las preferencias arancelarias del T-MEC, pagando una tasa de arancel del 0%. Pero analizando la locura de Trump sobre los aranceles generales, ésta tiene una lógica oculta y un compromiso a la vez.

Recordemos que los sindicatos americanos están afiliados a una poderosa central llamada AFL-CIO, que apoyó a Trump en esta ocasión, para su llegada a la Casa Blanca.

Bien, en campaña Trump firmó «con sangre» un compromiso con los sindicatos en el sentido de regresar los trabajos que tanto el TLCAN como el T-MEC habían arrebatado a los ciudadanos norteamericanos y por ende cumplir el slogan de: «Make America great again».

Bueno, Trump ideó la forma más inteligente de presionar a las grandes automotrices y a los industriales gringos para no construir más plantas en México, sino que los nuevos modelos deberían ser manufacturados en ese país, para evitar el arancel del 25%, que hubiera colapsado al mercado automotriz americano frente a los europeos y asiáticos, excluyendo a China y al mismo tiempo y en una carambola de tres bandas amedrentar a los gobernantes de la 4T ante su permisibilidad frente al crimen organizado.

Hay un método en su locura y está envolviendo a los «expertos» de la 4T. Al fin y al cabo, también Erasmo de Rotterdam lo dijo: «La paz más desventajosa, es mejor que la guerra mas justa». Fuera más, dijo Jorgito.

Saltillense, estudió en la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC y la Normal Superior de Coahuila las licenciaturas en Derecho y Educación Media. Catedrático en diversas instituciones de educación superior en Coahuila. Ganador del Premio Estatal de Periodismo de Coahuila en cinco ocasiones y de la presea Antonio Estrada Salazar por 25 años de trayectoria. Autor de los libros: Memorias del tigre espejo, Cuentos conurbados y A little bit about Mexican law and human resources.

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