Hipertensión arterial promedio

Hace algunos años, una mujer de unos 70 años se presentó a consulta, alarmada porque se había medio la presión arterial aproximadamente unas 20 veces y dos de ellas rebasaban 150/110, el resto de mediciones eran menos de esa cifra.

Su médico general le había sugerido que se midiera la presión porque le había encontrado 130/90 y le prescribió una dosis mínima de losartan de 50 mg que la paciente no ingirió y solicitó mi opinión al respecto, porque a lo mejor iba a necesitar medicamento para toda la vida, según le dijo su médico.

Le expliqué que la presión arterial no es fija en 120/80, como la gente cree que debe ser, sino que tiene variaciones normales de hasta 30 mm Hg por encima o por debajo de 120/80, es decir que la presión oscila normalmente de 90/50 a 150/110, dependiendo de diferentes factores emocionales y físicos que provocan esas variaciones normales.

Le expliqué que cualquier cifra que caiga en ese rango se considera normal y le sugerí que sumara los resultados de las mediciones que tenía registradas, que el total lo dividiera entre el número de mediciones, obteniendo así el promedio de las 20 mediciones que tenía reportadas. Lo hizo y ella misma llegó a una conclusión: que su presión era normal, pues el promedio obtenido fue de 128/83, a pesar de dos mediciones que rebasaban de 150/110.

Comento este caso porque recientemente se presentó, siete años después a una revisión, y la encontré sana con su presión arterial normal sin tomar medicamento alguno.

Obtener el promedio de varias mediciones de la presión, del azúcar, del colesterol o de la hemoglobina y otros parámetros, es más confiable que una medición aislada para diagnosticar o descartar alguna enfermedad. Para esto, los médicos debemos saber las variaciones fisiológicas normales y los datos clínicos que se pueden presentar y de esa forma discernir el bien del mal.

El hecho de no cumplir el requisito clínico previo, provoca que muchos pacientes, en el momento actual sean tratados de la presión alta, diabetes o colesterol, sin necesidad, con los riesgos emocionales físico y económico que esto implica. En otras palabras, están siendo tratados con falsos diagnósticos.

Estreñimiento paradójico

«Cada cabeza es un mundo», reza un refrán. En medicina, cada médico tiene su criterio para tratar diversas enfermedades, aunque no siempre coincide con el criterio de otros médicos. Es válido que los enfermos tengan dos o tres opiniones de diferentes médicos para el tratamiento de sus males, pero les conviene analizar a consciencia cada opinión y así quedarse con la que mejor convenga a sus intereses.

Comento lo anterior porque con frecuencia en mi consulta cotidiana veo pacientes con estreñimiento crónico, es decir, retención de excremento por más de un día, incluso algunos han retrasado su evacuación hasta por ocho días.

El estreñimiento crónico es relativamente fácil de diagnosticar, pero se dificulta el tratamiento porque no depende tan solo de prescribir fármacos muy efectivos, que los hay, sino que el paciente debe recibir orientación suficiente para modificar ciertos hábitos de alimentación y defecación para prevenir las recaídas.

He aquí algún ejemplo de esta dificultad. En varias ocasiones he observado pacientes que, evolucionando con retención de excremento hasta por ocho días, han mejorado al aumentar la cantidad de fibra en los alimentos, logrando normalizar el vaciamiento del colon al evacuar dos o tres veces al día, excremento blando de fácil expulsión y en cantidad suficiente para prevenir su acumulación. Han pasado varios meses muy bien, abandonan las recomendaciones de la ingestión de fibra, recaen, consultan a otro médico general o especialista en gastroenterología y hasta nutriólogos, cumplen con la prescripción, pero sin lograr mejoría a satisfacción y regresan, con quien inicialmente lograron mejoría evidente. O sea, conmigo.

Puesto que médicamente es nuestra responsabilidad investigar el porqué de la recaída, y porqué la falta de respuesta a tal o cual sugerencia de los especialistas consultados, descubro que las recomendaciones son contrarias a las que el enfermo necesita.

La esencia del estreñimiento es que la alimentación actual carece de alimentos ricos en fibra (cereales como la avena, naranja con todo y bagazo, uvas enteras, frutas, verduras variadas). Y estoy observando enfermos con estreñimiento de hasta tres, cuatro, ocho días sin evacuar, a los cuales, especialistas en gastroenterología y nutriología, altamente reconocidos les prohíben este tipo de alimentos la leche y hasta el café.

Al aclararles a mis pacientes que, precisamente, al evitar la fibra, se dificulta la evacuación, y al recomendarles que deben ingerir esos alimentos fibrosos, incrédulamente me reprochan, que el especialista en gastro muy joven y sabio y el, o la nutrióloga muy sabios en nutriología son los que hicieron tal recomendación. Además, me consta que el café y la leche pueden acelerar los movimientos intestinales mejorando el estreñimiento.

Que yo sepa, la fibra de los alimentos, el café o la leche no provocan daño alguno. Lo cierto es que estos pacientes no han recibido información del porqué les prohíben alimentos que mejoran el tránsito intestinal.

Puesto que la mayoría de esos pacientes ya han tenido la experiencia de haber mejorado de sus estreñimientos con aumentar la fibra en la alimentación, les comento que deben tomar más en cuenta su experiencia personal, independientemente de mi opinión, y la muy respetable opinión del especialista en gastro o en nutriología.

Estos pacientes han mejorado y controlado su estreñimiento con el simple hecho de retomar la ingestión de alimentos ricos en fibra.

Bien reza un refrán: «más sabe el diablo por viejo, que por diablo». Pero se le reconoce más por diablo sabio que por viejo.

Los nuevos jóvenes y sabios médicos con un curriculum académico superlativo, peyorativamente, ven al médico veterano, como un demente senil, anticuado, atrasado, obsoleto. Cuánto beneficio se ofrecería a los pacientes combinando la sapiencia teórica y pujanza de las nuevas generaciones de médicos, con la sapiencia, experiencia y templanza del viejo lobo de mar, que ya ha sorteado grandes tempestades del ejercicio profesional.

Cuántas veces debe un hombre mirar hacia arriba, antes de poder ver el cielo, cuantos oídos debe un hombre tener para oír a la gente llorar, cuántas muertes llevará aún darse cuenta, que demasiada gente ha muerto ya en nuestras manos.

Parafraseando a Bob Dylan.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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