Una mujer de unos 75 años se presentó a consulta con calambres en las manos, astenia, dolores leves de espalda, cintura, cuello. Desde un año antes tomaba losartan porque por primera vez le encontraron presión arterial de 140/90, en realidad normal. Su presión se mantenía controlada y nunca rebasó el límite clínico y humano superior normal de 150/110.
Las dolencias mencionada las padecía desde años antes y estaba en tratamiento para artritis con un derivado de la cortisona y otros antirreumáticos y calmantes de dolores articulares, mejoraba temporalmente y recaía de sus dolencias por lo que le prescribían mayor dosis de cortisona.
Me llamó la atención que no haya mejorado con los antirreumáticos mencionados, la cortisona es buen medicamento para la artritis reumatoide, enfermedad poco frecuente y la supuesta elevación de la presión se le encontró después de la ingestión por varias semanas del derivado de la cortisona, uno de cuyos efectos deletéreos es elevar la presión arterial y provocar miositis (inflamación muscular) con dolores que se confunden con los de la artritis.
Sus síntomas de la supuesta presión elevada y su «artritis» comenzaron poco después de la muerte de su esposo y le iniciaron el tratamiento de la presión alta y la cortisona para la artritis. Investigando su historia clínica, más o menos minuciosa, descubrí que ella vivía sola, en su casa, sin asistente doméstica, en una casa grande a la que hacía el aseo todos los días. Por la tarde noche sentía los efectos del agotamiento de la jornada y no tenía ni siquiera los datos típicos de artritis degenerativa, la más frecuente, mucho menos artritis reumatoide, por lo tanto no era necesaria la ingestión de la tóxica cortisona.
Con lo anterior, se descartó que padeciera de hipertensión arterial y de artritis, se concluyó que en realidad sufría los efectos del duelo y agotamiento laboral. Los estados depresivos pueden simular sufrimiento físico y emocional y confundirse con patología orgánica. Como en este caso. Se modificó la estrategia de tratamiento, se le orientó en relación al duelo, se le indicó una dosis mínima de un antidepresivo, se le retiraron los medicamentos de la presión arterial y la artritis y la paciente mejoró, tanto que cuatro años después, su presión es normal, no tiene datos de artritis y ya contrató una ayudante doméstica para apoyar sus agotadoras jornadas hogareñas.
Arritmia cardíaca
Un hombre de unos 70 años, campesino, consultó porque sentía palpitaciones, como latidos fuertes en su corazón y como si se le «detuviera el corazón». Esto lo sentía estando en reposo, de preferencia, pero no lo notaba durante sus labores del campo. Era sano, no había tenido necesidad de consultar médico alguno.
El interrogatorio y exploración clínica me permitió efectivamente detectar la arritmia cardiaca que refería el paciente: se «le detenía el corazón», es decir se retrasaba la aparición de un latido y en seguida después de una pausa de segundos, aparecía un latido más fuerte de lo normal, era un latido «fuera de tiempo», fuera del ritmo normal, por eso se llama arritmia. Estas características me hicieron suponer que se trataba de extrasistoles ventriculares aisladas, pues cuando mucho aparecía una de vez en cuando. Debemos valorar la gravedad de estas arritmias de acuerdo con la frecuencia en tiempo. Estos latidos aislados, en general son benignos.
Si aparecen cinco o más cada 100 latidos, en forma constante, es cuando debemos tener mucho cuidado pues puede significar una lesión de las arterias coronarias y aumenta el riesgo de falla de bombeo cardiaco.
A este paciente le expliqué que su arritmia no era grave pues aparecían de vez en cuando y no lo limitaban en sus actividades cotidianas y su electrocardiograma no mostraba lesión de coronarias, por lo que habría que vigilar su evolución y que por el momento no ameritaba tratamiento pues no interfería con el bombeo cardiaco puesto que realizaba sin limitación alguna sus labores campiranas. Durante cuatro años estuvo acudiendo a consulta por diversas quejas leves, su arritmia nunca empeoró, seguía siendo esporádica y personalmente estuve al tanto de su corazón, que nunca mostró falla alguna de bombeo. Sus latidos anormales nunca fueron más de un latido en 100 pulsaciones.
En teoría
Las contracciones ventriculares prematuras ocasionales en personas sin una enfermedad cardíaca, por lo general no son un problema y probablemente no necesiten un tratamiento. Es posible que necesiten tratamiento si las contracciones ventriculares prematuras son muy frecuentes o molestas, o si hay una afección cardíaca subyacente y que interfiera con el bombeo cardíaco, lo cual es relativamente fácil de comprobar clínicamente.
Las contracciones ventriculares prematuras con frecuencia causan pocos síntomas o ninguno. Pero los latidos adicionales pueden provocar sensaciones inusuales en el pecho, por ejemplo: aleteos, palpitaciones fuertes o interrupción de latidos.
Las contracciones ventriculares prematuras pueden deberse a lo siguiente: ciertos medicamentos, incluidos los descongestionantes y antihistamínicos utilizados en catarros comunes y mucho más frecuente con los medicamentos para el asma como la teofilina, salbutamol, ipratropio. Abuso de alcohol o drogas ilícitas, sobre todo durante la resaca. Estimulantes, como la cafeína o el tabaco. Aumento de los niveles de adrenalina en el cuerpo debido al ejercicio físico o la ansiedad. Lesión del músculo cardíaco debido a una enfermedad, lo menos frecuente.
Uno de los riesgos, es precipitarse con el tratamiento y provocar intoxicaciones farmacológicas. Con frecuencia se observan pacientes con bloqueos cardiacos graves, con bradicardia (latidos menos de 60 por minuto) provocada por la ingestión de antiarrítmicos potentes como la amiodarona, metoprolol, o amlodipino, solos o combinados. Alguno de ellos necesitó la aplicación de un marcapaso cardiaco temporal en tanto se eliminaban esos fármacos.
Más, no siempre es mejor, a veces, mejor es nada.
Lea Yatrogenia