Iconoclasia, polémica a favor y en contra

Después de las manifestaciones del 8 de marzo en Saltillo en las que participaron al menos 3 mi mujeres, se generó polémica social por los daños registrados en el edificio del Congreso Estatal y las reacciones para repeler a mujeres que dañaban dichas instalaciones.

Colectivos feministas acusaron y denunciaron represión por parte de personas que se encontraban al interior del Congreso y las autoridades de Gobierno explicaron que se activaron extinguidores por una amenaza de fuego en la puerta principal por lo que descartaron el uso de gases lacrimógenos.

Las reacciones por el episodio de una de las marchas que concluyó en el Bulevard Coss de Saltillo son variadas y se dividen respecto a quién tiene la razón y las conclusiones pueden anticipar varios escenarios para el próximo año, además siempre queda la pregunta abierta de si, ¿es la iconoclasia un acto de protesta legítima o simple vandalismo?

Para los grupos feministas y las organizadoras de las marchas, la iconoclasia es la intervención o destrucción de imágenes, monumentos y espacios públicos con el fin de resignificarlos y visibilizar nuevas demandas sociales.

Los argumentos señalan que, con las pintas e intervenciones en monumentos y edificios, no se busca destruir por destruir, sino poner en evidencia la ausencia de justicia para las mujeres víctimas de violencia y que sufren de desigualdad.

En el clamor de las redes sociales, la vox populi señala que ésta no es la forma de notarse y protestar por la injusticia y que la afectación a los edificios y símbolos históricos no cambia la difícil situación que viven las mujeres en nuestro país.

El humilde escribiente acudió a una de las marchas donde también se registraron actos de iconoclasia en la plaza de la Nueva Tlaxcala sobre parte de la cantera del palacio de Gobierno, el piso de la plaza y el monumento de colonización además de la instalación de tendedores que denunciaban a hombres presuntamente abusadores.

En el contingente, el escribiente logró conversar en entrevistas con algunas mujeres participantes que denunciaban feminicidio de alguna familiar y su exigencia mayor fue castigo a los responsables y el aumento de penas a delitos contra las mujeres.

Las consignas del contingente en todo momento giraron en torno a los reclamos y el enojo por las agresiones a las mujeres, con testimonios que por momentos generaban odio, tristeza y enojo en quienes les escuchábamos.

En ese punto del centro histórico, el escribiente también se percató de la presencia de grupos de seguridad que en todo momento respetaron a las manifestantes e incluso detuvieron a un grupo de 23 hombres que lanzaban desde un segundo piso proyectiles hacia la multitud apostada sobre la plaza y la calle de Allende.

En conclusión, para el periodista servidor del lector, aún no encuentra las respuestas necesarias para establecer juicios sobre quién tiene la razón respecto al movimiento, la iconoclasia y las reacciones sociales y de las autoridades ante un fenómeno como éste que aparentemente se repetirá año con año en el futuro.

Autor invitado.

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