Calentamiento global, expansión urbana descontrolada y la ineptitud de los políticos de turno: el cóctel que provoca la catástrofe. Aprehensión de inmigrante mexicano genera más problemas que soluciones
Los Ángeles enfrenta una tragedia de proporciones devastadoras. En la última semana, los incendios forestales han arrasado con miles de hectáreas, destruyendo al menos 10 mil estructuras, la mayoría viviendas. Decenas de miles de personas han sido evacuadas, y otras cientos de miles más se enfrentan a un futuro incierto luego de que sus domicilios y pertenencias hayan sido reducidos a cenizas. Lo peor es que al menos 25 personas han perdido la vida por este fenómeno.
Las llamas han golpeado con particular dureza a Altadena, una comunidad que es 30% hispana, con uno de cada cinco residentes identificado como inmigrante. La tragedia no solo ha despojado a muchas familias de su hogar, sino también de su sustento. La economía de la región depende en gran medida de trabajos relacionados con el mantenimiento, la jardinería y el cuidado del hogar, sectores donde la mano de obra hispana es predominante. Con miles de empleadores también afectados, la situación económica de estos trabajadores se torna cada vez más precaria.
La pregunta que muchos se hacen es cómo una ciudad del tamaño y los recursos de Los Ángeles, parte de la quinta economía del mundo, no logró contener el fuego a tiempo. Las críticas se han dirigido principalmente hacia la alcaldesa Karen Bass y el gobernador de California, Gavin Newsom, ambos demócratas. En el caso de Bass, su falta de experiencia ejecutiva ha sido particularmente señalada, y muchos pronostican que su carrera política podría haber llegado a su fin.
Sin embargo, el problema va más allá de decisiones coyunturales o de la gestión de las autoridades actuales. La tragedia de Los Ángeles era predecible. Durante décadas, el crecimiento urbano se ha extendido hacia zonas de alto riesgo, como las cadenas montañosas de Santa Mónica, San Gabriel y San Bernardino.
«Décadas antes de que conociéramos el cambio climático, ya sabíamos que este tipo de crecimiento urbano era un gran riesgo», explicó Timothy Ingalsbee, director ejecutivo de Bomberos Unidos por la Seguridad, la Ética y la Ecología. La región también enfrenta los estragos del calentamiento global. Una sequía prolongada ha dejado los recursos hídricos en niveles críticos y convertido las montañas en un polvorín listo para encenderse. A pesar de que California cuenta con la flota aérea de combate contra incendios más avanzada del mundo, los vientos de Santa Ana, que pueden alcanzar cientos de kilómetros por hora, y la falta de lluvia han hecho que la lucha sea casi imposible.
A esto se suma un sistema hídrico que no está preparado para manejar incendios de esta magnitud. Para agravar la situación, una de las reservas de agua más importantes cercanas a la zona de Palisades estaba vacía debido a trabajos de reparación. Aunque hubiera estado llena, es poco probable que hubiera cambiado significativamente el resultado.
¿Chivo expiatorio?
Medios estadounidenses informaron sobre la detención de Juan Manuel Sierra Leyva, un inmigrante mexicano indocumentado, acusado de intentar iniciar un incendio en Woodland Hills. Aunque las autoridades determinaron que no había suficiente evidencia para imputarlo, el caso ha desatado una discusión sobre la criminalización de las comunidades migrantes en momentos de crisis.
Sierra Leyva, con antecedentes penales que incluyen asalto con arma mortal, había sido grabado portando un soplete antes de ser confrontado por residentes locales. Aunque el incidente no está directamente relacionado con los incendios mayores, resalta cómo situaciones como esta pueden exacerbar tensiones sociales y políticas.
«Después de la entrevista y de otros pasos de la investigación, examinando algunas pruebas adicionales que estaban presentes, llegaron a la determinación de que no había suficiente causa probable para detener a esta persona por incendio provocado o sospecha de incendio provocado», declaró el jefe de división del Departamento de Policía de Los Ángeles, Dominic Choi.
Para la comunidad hispana del sur de California, la tragedia tiene un costo especialmente alto. No solo han perdido sus casas, sino también sus fuentes de trabajo. Las familias que dependían de empleos en las zonas ahora devastadas se enfrentan a un mañana sin alternativas claras. Este golpe económico y social podría tener repercusiones duraderas, exacerbando las desigualdades preexistentes en la región.
Rumbo al «piroceno»
El infierno de Los Ángeles es un espejo de lo que podría convertirse en la nueva normalidad para muchas regiones del mundo. Si bien la respuesta inmediata es crucial, también lo es abordar las causas profundas de estos desastres: la crisis climática, la expansión urbana desmedida y la falta de preparación ante emergencias.
Expertos como Stephen Pyne han advertido durante años que estamos entrando en el «piroceno», una era dominada por incendios forestales catastróficos, aire irrespirable y temperaturas extremas. Lo ocurrido en Los Ángeles es un recordatorio brutal de las consecuencias de la negligencia humana frente al cambio climático y la expansión urbana descontrolada.
La pregunta que queda es cómo adaptarse a un planeta que enfrenta cada vez más desastres de esta magnitud. Aunque las comunidades afectadas exigirán rendición de cuentas y cabezas políticas, la solución a largo plazo requiere una transformación estructural en cómo gestionamos el medio ambiente y planeamos nuestras ciudades. E4