La historia cultural de Nuevo León celebra hitos: 30 años del Museo de Historia Mexicana, 40 del Teatro de la Ciudad y legados invaluables, reflejo de talento local y tradición cultural duradera
Carlos Jesús Gómez Flores
Las grandes obras culturales hablan por sí mismas al paso del tiempo; y hablan de manera silenciosa de sus creadores. Hay obras como Arte A.C. que nos remiten a doña Romelia Domene Flor de Rangel Frías, dama excelsa que liderara una plataforma inusual en un tiempo en que actores culturales exógenos evitaban llegar a Monterrey porque no la consideraban un lugar digno para exponer conferencias, dirigir talleres o presentar exposiciones pictóricas.
Arte A.C. fue un semillero de artistas plásticos, que también apoyó las expresiones literarias. Doña Romy aceptó ser la secretaria del extinto Consejo Cultural de Nuevo León A.C. cuando lo presidí en el bienio 1996-1997, institución que antecedió a CONARTE, creado por la memorable Alejandra Rangel y que afortunadamente sigue vigente teniendo como secretario técnico a mi amigo Ricardo Marcos.
Una institución muy respetable es el Patronato del Museo Bernabé de las Casas en el municipio de Mina, primero que se estableció en Nuevo León fuera del Área Metropolitana de Monterrey. Fue doña Ernestina Lozano de Salas la que empujó el proyecto gracias a sus capacidades en el cabildeo cultural y a una sensibilidad entrañable. Fui testigo de su creación y desarrollo apoyando desde el inicio este museo inaugurado en 1990. Mi madrina Tina afortunadamente cuenta con buena salud a más de sus 90 años y su obra sigue permaneciendo.
Grandes personajes fueron confluyendo ante mis ojos de admiración porque fueron engarzándose en las instituciones que recién mencioné: doña Rosario Garza Sada, don Alfredo Gracia Vicente, don Israel Cavazos Garza, don Celso Garza Guajardo entre otros, cada cual aportando sus conocimientos y capacidades.
Desde la semana del 26 de noviembre la comunidad cultural de Nuevo León está más que de plácemes porque se conmemora el trigésimo aniversario del Museo de Historia Mexicana, y el 40 aniversario del Teatro de la Ciudad, actividades organizadas desde la Secretaría de Cultura del Estado, —qué bueno que existe—, y teniendo al frente de ellas, en el caso del Museo de Historia Mexicana a alguien tan experimentado como el maestro Xavier López de Arriaga que fuera mi jefe hace cuatro décadas en el Canal 28 cuando conduje el programa Chispas Norteñas (1984-1995) que tuvo el propósito de promover el patrimonio cultural popular de Nuevo León por 11 años. Ese programa acuñó su nombre gracias a la creatividad de la actriz Lupita Treviño quien por cierto fue una de las artistas que, junto con la bailarina y coreógrafa Hester Martínez, develaron la placa conmemorativa de los 40 años del establecimiento del teatro que por cierto dirigió por muchos años el gran cronista de cine Roberto Villarreal.
Estuve el 27 de noviembre pasado en la exposición Nuestra historia 30 años a la que acudieron algunas exdirectoras del Museo de Historia Mexicana e integrantes de la familia cultural de Nuevo León. En un video que se mostró como parte de la museografía de la exposición, volví a recordar a personas que fueron clave para su existencia, desde el arquitecto Óscar Bulnes, hasta el doctor Gustavo Alarcón entonces secretario general de Gobierno del Estado, también recordé a don Alfonso Rangel Guerra primer director de la institución y a la política Marcela Guerra, que fue su subdirectora. Desde 2016 soy miembro de la Junta de Gobierno de este museo ejemplar.
El domingo 8 de diciembre disfruté de Los lugares de la memoria cuyo concepto y dirección general estuvo a cargo de Teatro Línea de Sombra que coordina el director teatral duranguense Jorge Vargas apoyado por la actriz y también directora escénica Alicia Laguna, que contempló dos fases: Arquitectura memoriosa, visitas guiadas en el Teatro de la Ciudad y Los cantos de Bura, genial puesta en escena con la presencia de 150 creadores locales.
Jorge Vargas es un amigo brillante que ha tenido importantes logros desde sus inicios artísticos en su natal Durango y sus inicios en Nuevo León en el emblemático grupo Mimus Teatro. Tanto los recorridos como la puesta en escena de parte de la obra Carmina Burana fueron excepcionales.
El teatro nos habló sobre su escenario a través de un genial manejo de luces y sombras; en sus camerinos en la voz y presencia del experimentado actor y director teatral Virgilio Leos; en la cocineta con un grupo de actores noveles que introdujeron el tema de la violencia; en el sótano con dos personajes de ficción con habla norteña; en el foso con actuaciones de personas cercanas al teatrista Gerardo Dávila en un montaje del Grupo La Percha y luego en un conjunto de actores que interpretaron a personajes callejeros que, desde afuera de la puerta principal del recinto, nos llevaron de la mano nuevamente al escenario para desembocar en una puerta sobre la calle Matamoros.
La cantante Dolores Martínez expresó al respecto de la puesta en escena que: «Salí llorando, conmovida. Todo mágico, increíble. No tengo palabras…». Hubo directores nuevoleoneses que también participaron como Gerardo Valdez y Jorge Segura. Una muestra del talento local con reconocimiento nacional en torno a un concepto magistral de Jorge Vargas. Por lo menos los recorridos por el teatro se deben repetir para el turismo cultural, sería deseable que la Secretaría de Turismo del Estado apoye la posibilidad de que este memorable conjunto de puestas en escena sea ofrecido al turismo nacional e internacional.
Por otro lado, el establecimiento del Teatro de la Ciudad me remite a mis inicios formales el 10 de octubre de 1984 en el campo cultural en los tiempos en que el doctor Romeo Flores Caballero fungía como secretario de educación y cultura de Nuevo León, aunque ya antes, de 1977 a 1981 en los tiempos en que existía la Secretaría de Educación allá por 1978, fui profesor de poesía coral y teatro bajo la tutela del inolvidable maestro Ángel Ramiro López.
Desde luego hay muchos nombres de gente magnífica que ha formado una familia de lazos no sanguíneos, pero sí sustantivos, de la que soy parte. Sería injusto señalar solo a algunos de ellos, porque todos han contado, afortunadamente algunos siguen brindándonos la luz de su existencia personal.