La pendiente resbaladiza

Dos acontecimientos recientes me invitan a meditar en torno a un argumento un tanto socorrido en moral: el de la pendiente resbaladiza, en inglés slippery slope. Me refiero a la elección de León XIV como Papa en el seno de la Iglesia Católica. Esto en lo que respecta a la moral. Y a las protestas de los maestros de la CNTE en nuestro país. Esto en lo que concierne a la esfera de lo político. De entrada, aclaro que no estoy afirmando que León XIV se decantará por el argumento en cuestión en su doctrina moral. Y en cuanto a los maestros, más adelante explicaré a qué me refiero.

La pendiente resbaladiza hace referencia al hecho de que, si soltamos una bola de nieve en una pendiente determinada, al deslizarse dicha bola, puede convertirse en un alud imparable y criminal. Este hecho se suele citar cuando se habla de problemas morales como el de la eutanasia. Quienes defienden el argumento de marras piensan que si la Iglesia Católica o una institución similar aprueba la eutanasia en alguna de sus formas moderadas, se puede llegar en un futuro a la promoción de formas de eugenesia que no respeten en modo alguno la vida humana. Es decir, abres una puerta y pronto ves que se te meten hasta por la cocina. Se trata de un argumento un tanto falaz, exagerado y a todas luces conservador. Falaz, porque no se puede probar que el primer evento provocará con seguridad el final catastrófico. Pero podemos rescatar de él su invitación a la prevención y a la cautela.

En estos días leía un libro de Michael J. Sandel sobre la ética en la era de la ingeniería genética. El título es provocador: Contra la perfección. Y es que Sandel, desde una postura racional y no religiosa, se opone a lo que llama «la ética del perfeccionamiento». «El impulso prometeico es contagioso. Tanto en la crianza como en los deportes, distorsiona o mina la dimensión de la experiencia humana en cuanto don», señala el filósofo de Harvard (Sandel, 2025, p. 88). La postura a favor del «perfeccionamiento» simpatiza con el uso indiscriminado de la ingeniería genética para mejorar el rendimiento deportivo, optimizar nuestra memoria y nuestra altura, seleccionar el sexo, etcétera. Y es que este tipo de dinámicas pueden ser criticadas desde la trinchera de quienes esgrimen el argumento de la pendiente resbaladiza. En opinión de Sandel, hemos de aceptar nuestros límites y evitar el desmesurado afán de ser como dioses. El teólogo William F. May lo expresa de este modo: hay que tener «apertura a lo recibido». Hay que fomentar «la ética del don».

Este argumento se emplea en moral, pero no tanto en política. Yo alcanzo a ver una aplicación del mismo al ámbito de la política. Pongo un ejemplo. La 4T, con su propuesta de Estado de bienestar, ha tratado, a lo largo de siete años, con sobrada generosidad a los maestros del país. Ha habido aumentos de sueldo y otras concesiones. Últimamente, se aprobó un aumento del 9% a los salarios. Este incremento supera con creces los que alcanzamos a ver en otros gremios del país. Pero los maestros de la CNTE se inconforman, rechazan la oferta y piden una ampliación al 100%, además de la abrogación de la ley del ISSSTE, entre otras cosas. Dicho en términos coloquiales: «no tienen llenadera». No estoy diciendo que las condiciones de vida de los maestros no deban experimentar una mejora sustantiva. Lo que digo es que cuando no alcanza el presupuesto, este tipo particular de visión en torno a la pendiente resbaladiza pone en jaque al Gobierno en turno, pues las protestas suben de tono y las consecuencias son previsibles. Además de que los alumnos se quedan sin sus clases, las vías públicas resultan afectadas e, incluso, en algunos casos hay destrozos de los edificios públicos. Y si se les concede otra prebenda, siguen quedando insatisfechos.

Y es que hay movimientos que optan por lo que Popper llamaba la «ingeniería utópica». Es la política del «todo o nada». No se aceptan lo que ellos llaman «migajas». Esta postura lleva a los Gobiernos progresistas a un callejón sin salida. La alternativa es la «ingeniería gradual». El cambio se va dando poco a poco, lentamente, como cantaba el divo de Juárez. Esta alternativa es vista como reformista y despreciada un tanto por los sectores radicales. Pero es la posibilidad realista.

Sin embargo, como contrapartida y en el otro extremo, hay Gobiernos conservadores que coquetean con el argumento de la pendiente resbaladiza y se regodean en su «no» omnipotente frente a las demandas populares. Los ejemplos sobran. Hoy por hoy, Trump y Milei se yerguen como los paladines de la regresión ultraderechista. Estas negativas postran en la miseria y en la desesperación a los sectores vulnerables.

La invitación final de este artículo es al uso del discernimiento tanto en moral como en política. Esto implicará el decir algunas veces sí, otras no, en aras de respetar el llamado «principio de precaución» que busca poner frenos de modo que no reine el caos, pero también en aras de salvar la apertura a lo nuevo y liberador.

Referencia:

Sandel, M. J. (2025). Contra la perfección. La ética en la era de la ingeniería genética.

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