¿Cuánto cuesta la vida de medio centenar de personas? Familias, choferes, viajeros y hasta niños que murieron en los últimos 10 años en la carretera 57 del municipio de Arteaga, desde la caseta de la autopista hasta el tramo de los chorros, carretera manchada de sangre con indolencia, irresponsabilidad y falta de interés para evitar más muertes.
No hay duda alguna que dentro las pérdidas que deja cada accidente en esa carretera, que bien puede estar en el top 5 de las más peligrosas del país, las más importantes son las muertes de hombres, mujeres y niños, pero también hay que considerar las pérdidas económicas, que igual que una vida, tampoco se pueden recuperar.
En un conteo conservador e incluso para algunos fuera de realidad, el humilde escribiente, calcula junto a algunos reporteros, que el costo de las pérdidas en total podría justificar una inversión de más de mil millones de pesos como plantean las autoridades de Gobierno para corregir las fallas de la vía.
El proyecto de mejora para la carretera, incluye la corrección del tramo de Los Chorros en cuanto a curvas y peraltes, además de pendientes y protección en medio de un cerro y un arroyo.
En el cálculo se incluye el ahorro que se puede generar en reparaciones mediatas cuando se destruyen las columnas divisorias de concreto, el uso de grúas, combustible de vehículos de rescate y horas-hombre de atención a los siniestros.
El ahorro a mediano y largo plazo puede significar una disminución radical en la entrega de productos que son transportados en vehículos de carga que proceden del sur y el centro del país y tienen como destino final el noreste y su frontera con Estados Unidos.
Sin embargo, un proyecto de este tamaño, en nuestro país, podría llevar meses e incluso un par de años y mientras tanto el desvío del tráfico significaría las mismas o más pérdidas en el transcurso de la duración de la obra.
El sacarle la vuelta a esta posibilidad no sólo se presentó en el actual sexenio, también los hicieron las anteriores dos administraciones federales a la actual y muy seguramente pasará lo mismo con la nueva que iniciará.
Las responsabilidades de los accidentes no sólo alcanzan a las autoridades federales por ser una vía de su jurisdicción, también recaen en los transportistas que utilizan unidades en mal estado, con choferes sin experiencia y en muchos casos bajo condiciones de trabajo paupérrimas sin dormir o bajo el efecto de sustancias.
La situación parece no cambiará, a menos de que se establezcan soluciones rápidas de control de tránsito con adecuaciones más estrictas y reglamentos que se apliquen de verdad para evitar más tragedias y desgracias.
Antes de que terminara el mes de junio murieron al menos siete personas que sin deberla ni temerla fueron blanco de impactos fatales provocados por traileros que destruyeron la vida de familias y que por consecuencia también sufren de lesiones, traumas e incluso la pérdida de sus propias vidas.
Los Chorros y la 57, incluso desde San Rafael, seguirán teñidas de sangre muchas veces de inocentes y otras de víctimas circunstanciales, de un sistema podrido de control y vigilancia de carreteras y servicios de transporte.