Medicamentos, ¿tercera causa de muerte?

Decía Tales de Mileto (hoy Turquía), astrónomo y filósofo, hace más de 2 mil 500 años: «Conócete a ti mismo». Seguramente es la mejor forma de conocer a los demás, reconocer nuestras limitaciones.

https://www.20minutos.es/noticia/2233098/0/medicamentos/tercera-causa-muerte/industria-farmaceutica

¿Son los medicamentos la tercera causa de muerte en el mundo? Es la escalofriante cabeza de nota del enlace anterior.

Europa Pressnoticia 09.09.2014 – 14:07h

«Según un profesor de farmacología de la Universidad de Copenhague, la industria esconde que los fármacos son la tercera causa de muerte del mundo. En el libro que publica compara a las farmacéuticas con el crimen organizado. Se cifra en 197 mil los muertos al año en Europa por culpa de los fármacos. En España, el 95% de la formación de médicos depende de esta industria. Es el tercer sector de la economía, tras el armamento y el narcotráfico».

Alzheimer, Parkinson o depresión

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0213485312001855

«Prescripciones inconvenientes en el tratamiento del paciente con deterioro cognitivo». Es el título del enlace anterior. Ambos títulos llamaron mi atención puesto que en mi práctica clínica cotidiana con mucha frecuencia observo pacientes con edad acumulada, a quienes por leves trastornos de la memoria e insomnio, por ejemplo, y sin establecer la causa y un diagnóstico razonable, los «acumulan» simultáneamente de sedantes como el clonazepam para ansiedad, antidepresivos (contrarios a los sedantes) como la venlafaxina, fármacos para la memoria propia del Alzheimer como la nemantina y hasta medicamentos para esquizofrenia como la quetiapina. Resultado: tratamiento de escopetazo para esas cuatro posibles causas de la alteración de memoria, «a ver que sale» y al paciente lo convierten en un zombi adormilado, y con el cerebro obnubilado entran en un estado de confusión, que les impide ser independientes, so pena de exponerse a graves lesiones por caídas, por ejemplo, a consecuencia de los efectos colaterales de ese conjunto de medicamentos que intoxican al cerebro, coordinador de todas nuestras funciones y puede provocar mareos, confusión mental, desorientación en tiempo espacio y persona, dificultad para la marcha, trastornos digestivos como gastritis con estreñimiento, náuseas o vómitos, debilidad generalizada, es decir, síntomas semejantes a los que provocan el Alzheimer, el Parkinson y la depresión.

 Al aparecer nuevos síntomas, continúa la «cascada terapéutica» y a los pacientes los derivan con varios especialistas: internista, cardiólogo, neurólogo, psiquiatra, gastroneterólogo, ginecólogo o urólogo, endocrinólogo y para rematar, el gerontólogo (geriatra) cuya función sería coordinar la terapia y ajustar dosis según efectos nocivos, pero lo que hacen es agregar otro par de medicamentos, y así, estos pacientes con frecuencia viven para ingerir entre cinco y 15 medicamentos y algunos hasta 19 diarios, es el record que tengo registrado en mi archivo: amlodipino y metoprolol para la presión, tamsulosina para la próstata, metformina para diabetes, pregabalina (sedante) para neuropatía diabética, algún antibiótico, calmantes para dolor, aspirina para la circulación, isorbide para las coronarias… y cada especialista le prescribe algunos multivitamínicos… y «párele de contar».

Bueno, no, «no le paremos de contar» porque la vecina, la comadre, la del tendajo, el carnicero o el lechero… no… no… ya no hay lecheros… (antes de ser médico, en Cerro Azul, fui lechero de a caballo), pero el taxista, el plomero, en cuanto oyen las quejas de sus clientes, se convierten en médicos y recetan medicamentos «milagrosos», cuyo contenido dicen que son vitaminas e hierbas inofensivas, sin que la etiqueta mencione el verdadero contenido, ocultando la presencia de fármacos muy tóxicos como la cortisona, analgésicos, sedantes y otras drogas. Comento esto porque me consta, muchos pacientes toman estos productos por «consejas populares».

¿A qué se debe la polifarmacia?

Paradójicamente, podría decir que se debe a «trastornos cognitivos», es decir, de conocimientos teóricos y experiencia práctica de nosotros los médicos, si clínicamente no sabemos diferenciar los estados de ansiedad y depresivos, trastornos psicosomáticos, muy frecuentes, con la enfermedad de Alzheimer o Parkinson, menos frecuentes y otros trastornos, caemos en este grave error que provoca daños y hasta muertes.

Todas las enfermedades tienen síntomas específicos que las diferencian unas de otras, pero también tienen síntomas que se presentan en unas y otras, es decir, síntomas generales, nos hacen confundirnos. La medicina es un arte clínico en diferenciar los síntomas específicos y los generales para, de esa forma, establecer tratamientos lo más específicos posible.

Ningún padecimiento de los anteriores se diagnostica con un síntoma único, sino con un conjunto de síntomas (síndrome) cardinales o esenciales por ser los más frecuentes, que caracterizan a una entidad patológica o enfermedad.

Por ejemplo, entre los síntomas más frecuentes de la depresión se incluyen los siguientes:

1) Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o «vacío», pérdida de interés en actividades cotidianas y agradables como jugar al futbol los sábados, por ejemplo.

2) Sentimientos de desesperanza o pesimismo.

3) Sentimientos de irritabilidad, frustración o intranquilidad.

4) Sentimientos de culpabilidad, inutilidad o impotencia.

5) Problemas para pensar con claridad y tomar decisiones. Dificultad para hacer las tareas en tiempo y forma.

6) Cansancio y falta de energía. Baja autoestima, autocrítica o sensación de incapacidad.

Uno solo de estos seis datos no caracteriza a la depresión porque pueden presentarse en los otros trastornos mencionados. Más claro, varios de los síntomas específicos de la depresión pueden ser síntomas generales inespecíficos de otros padecimientos.

Otros síntomas menos característicos de la depresión o que se pueden presentar en otros trastornos son: enojo, impaciencia o ira con facilidad. Evitación de actividades sociales. Sentimientos de culpa y angustia por el pasado. Falta de apetito o tendencia a comer en exceso. Problemas para dormir.

Atención: con mucha frecuencia a los pacientes con los seis datos que caracterizan a la depresión y problemas para dormir, les prescriben sedantes como el clonazepam, diazepam y otros terminados en «pam». Resultado, duermen «como niño dios», pero siguen hundidos en los seis síntomas de la depresión porque los sedantes, por definición, deprimen. En otras palabras, si los problemas para dormir se deben a la depresión, yo no recomiendo los sedantes, sino los antidepresivos porque al corregir los síntomas principales de la depresión, la calidad del sueño mejorará, es decir el antidepresivo ataca la causa del insomnio. Recurro a un sedante si no logra dormir con el antidepresivo.

Además, los sedantes tienen mayores efectos colaterales porque si bien hacen dormir muy bien a los deprimidos, con el tiempo se hacen dependientes psicológicos desencadenando confusión mental, es decir empeoran los síntomas cognitivos.

En el año 585 a. C., el filósofo y matemático griego Tales de Mileto realizó una asombrosa predicción al advertir que la luna cubriría al sol y la oscuridad aparecería durante el día. Basada en la observación racional del cosmos, dedujo que un eclipse solar ocurriría durante una importante batalla entre dos reinos.

Hace 2 mil 600 años, el filósofo demostró que los fenómenos celestiales no eran actos divinos impredecibles, sino eventos regidos por leyes naturales. Su habilidad para prever el eclipse destacó la genialidad del matemático y su comprensión del universo en un momento en que esos conceptos eran aún poco comprendidos.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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