Soy un ave, un pájaro, una gaviota, un colibrí, un cuervo, una paloma y un ruiseñor.
Todos al mismo tiempo.
Como ave, vuelo en el cielo deseando subir más alto y que mis pies nunca más toquen el suelo.
Como pájaro, paseo por los parques y revoloteo por aquellos árboles en la acera frente a las casas.
Como gaviota, recorro el mar con la mirada mientras tengo el temor de lo que se esconde en lo profundo y con la duda de «¿qué pasará si…?» en mi mente como constante.
Como colibrí, me fijo en las flores, desde la más grande hasta la más pequeña, como aquella que se esconde en medio de un jardín descuidado o desamado como decía mi abuela.
Como cuervo, mis plumas no son llamativas ni muy bonitas, pero con el fondo correcto son capaces de resaltar, solo dame la oportunidad.
Como paloma, evito el conflicto, no por pacifista sino porque contra aquel gavilán sé que terminaré perdiendo sin importar mi habilidad.
Como ruiseñor mi canción que anhela amor es fácil de escuchar siempre y cuando se me dé atención, pero en esta gran ciudad sé que mi voz no será capaz de resaltar.
Como yo, sé diferenciar que no tengo alas, pero ojalá estas palabras basten para regresarme a las nubes y alejar mis pies del suelo de una vez por todas.