El auge del extremismo y la fragmentación interna desafían la capacidad de respuesta democrática. La OTAN, cada vez más cuestionada por su ineficacia, parece tener los días contados
Trump emula a Monroe e impone su propia doctrina
Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, Europa vive una transformación sin precedentes: rearma sus ejércitos, refuerza alianzas y redefine su noción de seguridad. Este proceso ha coincidido con el impulso de una guerra de aranceles impulsada por el expresidente estadounidense Donald Trump, quien, especialmente con China, intensificó la competencia económica global. Este conflicto comercial ha obligado a muchas naciones a redirigir recursos hacia el fortalecimiento militar, ante el temor de que las tensiones comerciales puedan desembocar en confrontaciones directas. La Unión Europea (UE) anunció el año pasado su mayor plan de inversión en defensa desde la posguerra, mientras el discurso del odio —alimentado por tensiones internas, migración y desinformación digital— se consolida como una amenaza tan seria como cualquier tanque en la frontera. A medida que las fronteras físicas se militarizan, las democracias enfrentan una batalla interna contra la polarización, la violencia simbólica y el extremismo creciente.
El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió en febrero de 2024 que «Europa debe prepararse para una era de conflictos». Estas palabras reflejan el temor generalizado de que Rusia no se detendrá en Ucrania. La OTAN ha reforzado su presencia en los países bálticos y ha instado a sus miembros a aumentar el gasto militar hasta alcanzar el 2% del PIB, una meta que más de la mitad de sus integrantes aún no cumple. Naciones como España, que históricamente ha destinado menos recursos a defensa, estableció un aumento del 26% en su presupuesto militar durante 2024, alcanzando los 14.5 mil millones de dólares. «La paz no se garantiza con buenas intenciones, sino con determinación y preparación», señaló la ministra de Defensa, Margarita Robles.
«El riesgo de una espiral de confrontación es real. Invertir en defensa es necesario, pero debe ir acompañado de esfuerzos diplomáticos y de cohesión social».
Ulrich Speck, analista internacional
Si bien el refuerzo bélico busca proteger las fronteras y garantizar la estabilidad, algunos sectores advierten que el auge de la militarización podría tener efectos secundarios indeseados. «El riesgo de una espiral de confrontación es real. Invertir en defensa es necesario, pero debe ir acompañado de esfuerzos diplomáticos y de cohesión social», señala el analista internacional Ulrich Speck. Las inversiones en Europa Occidental y Central han superado los niveles previos al fin de la Guerra Fría. Este aumento responde principalmente a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha generado una reevaluación de las políticas de seguridad en toda la región. En 2024, la zona euroatlántica incrementó su presupuesto de defensa, con una media de crecimiento del 5.5% respecto al año anterior.
Dicha tendencia no solo refleja el temor a las agresiones externas, sino también una mayor inversión en capacidades defensivas para fortalecer la disuasión en el continente. A medida que las tensiones con Rusia aumentan, los países del viejo continente buscan asegurar su autonomía en defensa, mostrando un claro cambio de prioridades hacia una mayor independencia en términos de seguridad.
«El discurso del odio no solo se manifiesta en palabras, sino en acciones concretas que afectan la convivencia en sociedades democráticas».
Peter Neumann, sociólogo
En medio de este delicado contexto, el bloque europeo busca, además, reducir su dependencia de Estados Unidos, impulsada por la incertidumbre sobre las políticas de Washington. La guerra en Ucrania reveló la vulnerabilidad del continente y su dependencia de proveedores estadounidenses. En respuesta, Bruselas promueve una estrategia para reforzar la industria de defensa, con proyectos como el Fondo Europeo de Defensa y la Cooperación Estructurada Permanente. A pesar de la fragmentación interna, la presión de una política exterior estadounidense impredecible, como la de Trump, los obliga a perfilar una mayor autonomía estratégica en defensa.
Salto en el gasto militar
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) informó que, en 2023, los países europeos miembros de la OTAN destinaron en conjunto más de 380 mil millones de dólares a sus ejércitos, un aumento del 13% respecto al año anterior. Este es el mayor incremento registrado en las últimas tres décadas.
Entre los principales contribuyentes se encuentran Alemania, que elevó su presupuesto militar a 68.8 mil millones de dólares, y Polonia, que duplicó su inversión hasta alcanzar los 27.7 mil millones. «La seguridad de nuestra nación y de Europa depende de nuestra capacidad de disuasión», declaró el ministro de Defensa polaco, Władysław Kosiniak-Kamysz, al justificar el gasto.
En cuanto a México, el gasto militar ha mostrado una tendencia al alza en los últimos años. Según datos oficiales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el presupuesto destinado a la defensa nacional aumentó en 2023 a 110 mil 302 millones de pesos, un alza del 9% en comparación con el año anterior, que ascendió a 101 mil 099 millones. Este aumento ha sido parte de un esfuerzo del Gobierno de la 4T por reforzar la seguridad interna, especialmente ante los desafíos relacionados con el crimen organizado y la creciente violencia.
Sin embargo, en términos de porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), el gasto militar de México sigue siendo relativamente bajo en comparación con otras naciones. De acuerdo con el análisis de SIPRI, representa aproximadamente el 0.7%. Aunque este porcentaje es superior al de países como Brasil, es mucho menor que el de potencias militares como Estados Unidos o China. A pesar de esto, la creciente presión interna por la seguridad y la lucha contra el narcotráfico ha sido un factor clave para este incremento.
La Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) ha destacado que el aumento de estos fondos también busca fortalecer las capacidades logísticas y de infraestructura de las Fuerzas Armadas, así como la mejora en equipamiento y la modernización de la aviación y la maquinaria de combate.
OTAN: Instrumento de presión
Desde su fundación en 1949, la OTAN fue concebida como una alianza defensiva para contener la influencia soviética. Sin embargo, críticos argumentan que en las últimas décadas ha evolucionado hacia un mecanismo de presión e intimidación que va más allá de su propósito original. El expresidente francés François Hollande señaló en 2016 que «la OTAN no debería dictar la política exterior de Europa». Esta afirmación cobró relevancia tras la intervención en Libia en 2011, donde la Alianza fue clave en la caída de Muamar Gadafi, dejando un país sumido en el caos.
Recientemente, figuras de la talla del exministro de Relaciones Exteriores alemán Sigmar Gabriel han advertido que la OTAN está «provocando una nueva carrera armamentista». La expansión hacia Europa del Este, con la incorporación de países como Finlandia y Suecia, Moscú la considera una amenaza directa.
En este contexto, algunas voces sugieren que la OTAN debería desaparecer o reformularse. El presidente estadounidense Donald Trump criticó en repetidas ocasiones a la Alianza, calificándola de «obsoleta» y sugiriendo que EE. UU. podría abandonar la organización. Aunque su postura ha sido rechazada por la mayoría de los líderes europeos, pone sobre la mesa el debate sobre el futuro de la organización en un mundo multipolar.
Discurso del odio
El incremento del gasto en defensa dentro del viejo continente no solo responde a la amenaza militar rusa, sino también al auge del discurso del odio que se propaga alrededor del mundo. La Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) alertó en su informe de 2023 sobre «una escalada preocupante en los ataques contra minorías, migrantes y comunidades vulnerables».
En su análisis, destaca que los incidentes de odio en línea y fuera de línea han aumentado, especialmente desde la pandemia, cuando las tensiones sociales y políticas se intensificaron. Este fenómeno ha tenido un impacto directo sobre la seguridad interna de Europa, lo que ha llevado a varios Gobiernos a reforzar las medidas preventivas, especialmente en los países más desarrollados del viejo continente.
Uno de los principales expertos en el tema, el sociólogo y autor de varios libros sobre extremismo, Peter Neumann, señala que «el discurso del odio no solo se manifiesta en palabras, sino en acciones concretas que afectan la convivencia en sociedades democráticas».
Según el autor de La república de los espíritus libres, el discurso extremista alimenta la desconfianza y la polarización, lo que genera un terreno fértil para grupos radicales de todo tipo, desde ultraderechistas hasta islamistas. Neumann también advierte que las redes sociales han jugado un papel crucial en la propagación de estos discursos, permitiendo que los mensajes de odio se difundan rápidamente a audiencias más amplias y difíciles de controlar.
Ejemplos del impacto de este fenómeno no faltan. En Francia, la Policía Nacional evidenció que el número de ataques a símbolos del Estado, como monumentos y oficinas gubernamentales, creció un 30% en 2023, vinculado en gran parte a los discursos polarizantes que se divulgan en plataformas digitales.
En Alemania, un aumento en las agresiones contra centros de refugiados ha sido documentado por el Ministerio del Interior. En 2023, se reportaron más de 700 incidentes relacionados con ataques a propiedades y personas vinculadas a la migración, lo que representa un incremento del 15% con respecto al año anterior.
El Gobierno alemán ha respondido reforzando las medidas de vigilancia y aumentando el presupuesto destinado a la seguridad interna. La ministra de Interior alemana, Nancy Faeser, mencionó que «no podemos permitir que el odio se convierta en una amenaza real para la seguridad pública. Necesitamos una respuesta firme y una legislación que penalice la incitación al odio».
Frente a este panorama, varios Gobiernos europeos han comenzado a tomar medidas más agresivas. En el Reino Unido, la ley contra el extremismo en línea aprobada en 2023 otorga mayores poderes a las autoridades para bloquear contenidos de odio en Internet. «Es fundamental que no permitamos que los discursos destructivos se propaguen sin control. Estas leyes son un paso importante para garantizar que nuestros ciudadanos estén a salvo de la radicalización digital», indicó el ministro del Interior británico, James Brokenshire.
La creciente preocupación por el impacto del discurso de odio ha motivado también un llamado a reforzar las políticas sociales. «No solo debemos centrar nuestros esfuerzos en la defensa militar, sino también en la integración social y la cohesión», declaró el sociólogo y politólogo español, Javier Fernández, quien afirma que el «desarme» ideológico es tan crucial como el desarme físico. E4
Gasto en Defensa 2023 (miles de millones de USD)
País | Monto | Porcentaje |
---|---|---|
Estados Unidos | 916.0 | 37.0% |
China | 296.0 | 12.0% |
Rusia | 109.0 | 4.5% |
India | 83.6 | 3.4% |
Arabia Saudita | 75.8 | 3.1% |
Reino Unido | 74.9 | 3.1% |
Alemania | 68.8 | 2.8% |
Francia | 62.8 | 2.6% |
Japón | 50.2 | 2.1% |
Corea del Sur | 40.0 | 1.6% |
México | 11.8 | 0.5% |
Trump emula a Monroe e impone su propia doctrina
Las amenazas de intervención militar en México y el renovado interés por Groenlandia activan las alarmas. Claudia Sheinbaum rechaza la injerencia; analistas temen que los amagos trumpianos se materialicen
En meses recientes, las declaraciones y acciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han reavivado el debate sobre la posible intervención militar en México para combatir a los cárteles del narcotráfico. Esta postura recuerda a la Doctrina Monroe de 1823, que establecía la oposición de Estados Unidos a la intervención europea en América, pero que, con el tiempo, se interpretó como una justificación para la intrusión estadounidense en asuntos internos de países latinoamericanos.
«(Una intervención militar de EE. UU.) no está en la mesa, ni en la silla, ni sobre el piso, ni sobre ningún lado».
Claudia Sheinbaum, presidenta de México
Durante su campaña para un segundo mandato, Trump sugirió que México podría necesitar una «operación militar» para enfrentar a los cárteles, argumentando que estos grupos operan como fuerzas militares y representan una amenaza significativa debido al tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos.
Ya en el poder, Trump firmó órdenes ejecutivas declarando una emergencia nacional que permitió el despliegue de mil 500 militares en la frontera con México, con el objetivo de controlar la migración y combatir a los cárteles del narcotráfico. Además, designó a estos grupos como organizaciones terroristas internacionales, una medida que podría allanar el camino para operativos militares más directos en territorio mexicano.
Sheinbaum firme
Estas acciones generan preocupación en México. La presidenta Claudia Sheinbaum ha enfatizado la soberanía nacional y rechazado en múltiples ocasiones la posibilidad de una intervención militar estadounidense en territorio mexicano para combatir a los cárteles del narcotráfico. En diciembre de 2024, enfatizó que «no va a ocurrir» una invasión de este tipo y aseguró que habrá una buena
relación con el presidente Donald Trump.
En marzo de 2025, reiteró que la idea de una injerencia bélica «no está en la mesa, ni en la silla, ni sobre el piso, ni sobre ningún lado». Subrayó que la relación entre ambos países debe basarse en la colaboración y el respeto mutuo a las soberanías. Asimismo, en respuesta a la designación unilateral de cárteles mexicanos como organizaciones terroristas por parte de Estados Unidos, la mandataria apeló a la soberanía nacional, declarando que «con México es colaboración, no injerencismo».
No obstante, analistas mexicanos temen que las amenazas de intervención militar puedan ser más que retórica y buscan entender las verdaderas intenciones de la administración Trump. Señalan que la postura del magnate neoyorkino refleja una actualización de la Doctrina Monroe, priorizando el unilateralismo y el proteccionismo sobre valores liberales y derechos humanos. Esta reinterpretación sugiere una política agresiva y expansionista, similar a las aspiraciones de otros líderes mundiales contemporáneos. México enfrenta el reto de equilibrar la cooperación con la defensa de su independencia y autodeterminación.
Groenlandia en la mira
Tras su regreso a la Casa Blanca, Trump ha reavivado su interés por Groenlandia, reiterando su deseo de adquirir la isla debido a su importancia estratégica y sus vastos recursos naturales. En declaraciones recientes, el mandatario estadounidense mencionó que, si bien la opción de compra sigue siendo una prioridad, también consideraría otras alternativas, incluida una intervención militar si fuera necesario, para asegurar la soberanía estadounidense sobre el territorio.
Groenlandia, que forma parte del Reino de Dinamarca, ha sido objeto de atención internacional debido a su ubicación estratégica en el Ártico, una región que se ha vuelto clave para las potencias globales debido al cambio climático y la apertura de nuevas rutas marítimas. Además, las riquezas naturales de la isla, como minerales raros y vastos recursos energéticos, han intensificado la competencia geopolítica en la región.
Trump argumenta que, con la creciente presencia de Rusia y China en el Ártico, Estados Unidos no puede permitirse dejar a Groenlandia en manos de otras naciones. Su retórica sobre el uso de la fuerza militar ha causado preocupación, tanto en Dinamarca como en Groenlandia, que han reiterado su rechazo a cualquier intento de intervención en su territorio. Sin embargo, el enfoque de Trump refleja sus políticas expansionistas y su determinación por reforzar el poderío estadounidense en zonas estratégicas. E4