Principio soberanía. El nuevo libro de Alberto Montoya

Quiero colocarles la etiqueta de la vergüenza a los codiciosos bastardos que han causado esto.

John Steinbeck

Mientras pensaba en la reseña del libro de Alberto Montoya, leía con profunda indignación Las uvas de la ira de John Steinbeck. Un libro de actualidad, a pesar de haber sido publicado en 1939. El éxodo de la familia Joad, de Oklahoma a California, provocado por la Gran Depresión de 1929, éxodo plagado de hambre y dolor, nos remite a este 2025 con su irracional guerra comercial y su probable recesión. Guerra comercial que lleva aparejada la expulsión de miles de migrantes que ven frustrado su sueño de alcanzar una vida digna.

Pues parece que nuestro buen amigo Alberto Montoya, excomisionado de Mejora Regulatoria, ha escrito Principio soberanía con la misma indignación con la que el premio nobel redactó su insuperable novela. El libro del doctor de Stanford se titula Principio soberanía. Fundamentos del proyecto histórico de México en el siglo XXI. Y consta de tres prolijos capítulos: «Fundamentación en la filosofía de la historia: la finalidad de la historia humana es hacer justicia», «Fundamentación en la economía política: crítica del capitalismo informacional, global y neoliberal» y «Fundamentación en la geoeconomía y geopolítica del mundo: imperativo ético, político e histórico del proyecto soberano de México». Son 12 los apartados que conforman este afán. El último es, sin duda, la guinda del pastel: «Proyecto histórico de México en el siglo XXI».

Alberto pretende, como por el solo índice se adivina, establecer las bases de lo que debe ser considerado como el proyecto histórico de este país para el siglo XXI. Pretensión por demás ambiciosa. Pero de otro modo nos perderíamos en miras un tanto rácanas. Este proyecto consiste en pasar de un estado neoliberal a uno social. El medio privilegiado para lograr arribar con éxito a esta meta es el fortalecimiento del mercado interno. En la presentación o introducción del texto sostiene: «El verdadero desarrollo con equidad y bienestar sólo se puede alcanzar con la prelación del mercado interno como expresión del desarrollo de capacidades productivas propias» (p. 10). Así no habrá aranceles que nos pongan a temblar y no estaremos sujetos a los vaivenes y caprichos de la otrora poderosa nación vecina.

Me detengo en la médula de este artículo en el capítulo primero que es donde se despliega el fundamento filosófico del proyecto al que hemos hecho referencia. Ahí desfilan autores de la talla de Kant y Hegel. De Kant se recoge el imperativo categórico del respeto: la persona no debe ser instrumentalizada, es fin, no simplemente medio. Y este respeto se complementa con el reconocimiento hegeliano. Todo ser humano habrá de reconocer en el otro su dignidad. Pero es la obra del filósofo mexicano José Porfirio Miranda, pensador de cuño hegeliano, la que contribuye decisivamente a la pretendida fundamentación.

Para el doctor Montoya, la finalidad de la historia es hacer justicia. Leemos en el esmerado texto: «El mundo contemporáneo debe ser analizado desde la racionalidad ética… Ello haría posible proponer un futuro humano guiado por el criterio ético de la justicia…» (p. 15). Y la justicia no es otra cosa que el mismísimo imperativo categórico kantiano en su segunda formulación: el respeto.

La última parte del libro se concentra de manera rigurosa en la exposición del proyecto de nación para el siglo XXI. Se pueden rescatar muchas ideas de esta sección. Recupero solo dos, que me parecen novedosas: la formalización de la clase campesina como sujeto histórico y económico fundamental de la nación y la transición energética soberana de México que se desdobla en el trípode «transición energética, rehidratación del territorio nacional y electromovilidad soberanas».

El libro culmina con el famoso dictum latino: Dixi et salvavi animam meam, que significa «He hablado y he salvado mi alma». Con esta frase pone fin Karl Marx a su Crítica del Programa de Gotha. El mensaje del exsecretario de energía es explícito. Se pretende ir más allá de cualquier propuesta revisionista.

Steinbeck culmina su novela con la célebre escena de una Rose of Sharon que ha perdido a su hijo en el parto, pero que, con el pecho repleto de leche, se ofrece a salvar a ese padre moribundo que la familia Joad ha encontrado en aquella cabaña junto a su hijo preocupado y desamparado. «Tienes que hacerlo», le ordena la madre frustrada al hombre que muere de hambre. Le ofrece, con una generosidad a toda prueba, como alimento, la leche que estaba destinada para su hijo mortinato. Es esta solidaridad heroica la que el libro comentado sugiere como virtud privilegiada para detonar la realización del sueño diurno de un México donde reinen «la igualdad, la libertad y la fraternidad».

Referencia:

Montoya Martín del Campo, Alberto, Principio soberanía. Fundamentos del proyecto histórico de México en el Siglo XXI, INFP, México, 2025.

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