La impunidad en este país tiene niveles espeluznantes. El año pasado se cometieron 31.3 millones de delitos, de los cuales 29.1 millones no se denunciaron o la autoridad no inició una carpeta de investigación, lo que el Inegi registra como la «cifra negra». Millones de delitos sin perseguir ni castigar. Millones de víctimas que no han accedido a la justicia ni a la reparación del daño. Es de 82 homicidios al día el promedio que se cuenta este año. Lo peor es que de cada 100 delitos que se cometen, 95 de ellos quedan sin castigo. La impunidad en México es devastadora. Y el diputado Rubén Moreira se opone a la prisión preventiva oficiosa porque así lo dicta una Comisión Interamericana que está en Washington, pero que los gringos no respetan y mucho menos obedecen.
¿Y por qué decimos que el «Lilly-vedetismo» de Rubén está fuera de control? Porque los abusos, el autoritarismo y mayoriteo que hoy comete Morena en el poder son los mismos que Rubén ejerció por 18 años en Coahuila durante los sexenios de Humberto Moreira, el interinato de Jorge Torres, su sexenio y el de Miguel Riquelme.
Pero ahora lo vemos criticando a Claudia Sheinbaum y a su mayoría en el Congreso todos los abusos que él mismo cometió en Coahuila. Un auténtico «Lilly Téllez» del PRI. Defensor de los derechos humanos, el poder judicial, en contra de la prisión preventiva oficiosa, de la imposición de Rosario Piedra en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), del presupuesto y más. Todo un justiciero vengador.
Y es que Rubén Moreira fue un enfermo de poder durante su maximato. Un poder de facto como el que ahora le critica a López Obrador. Pero a diferencia del peje, Rubén nunca fue un déspota ilustrado porque ejerció un autoritarismo de hígado encebollado, de vendettas y represalias poquiteras. Ni una piscacha de la descomunal venganza de AMLO contra el Poder Judicial.
Como coordinador de los diputados del PRI en el Palacio Legislativo de San Lázaro, Rubén es crítico implacable del actual régimen, que ciertamente tiene todo el poder y para nada necesita de Rubén y su bancada. Pero él se pone flamenco y aparece en todas las tribunas dando clases de moral, derecho, filosofía y despotricando contra la 4T. Y todo eso sirve para maldita la cosa a los coahuilenses. Vea usted qué bien le va a Durango, el otro estado priista donde el pragmatismo conciliador en mucho les favorece. Pero Moreira está empeñado en que nos jodan.
El diputado Rubén Moreira está en contra de la militarización, pero como gobernador inauguró con marchas dragonas cuarteles militares por todo el estado. Critica el endeudamiento de la 4T, pero no la inmensa deuda estatal que nos heredó.
Aconseja no pagar el Fobaproa, pero no advierte de las consecuencias. Critica la impúdica imposición de Rosario Piedra, pero olvida a los paleros de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila (CDHEC) durante su maximato en Coahuila.