Uno de los parámetros para valorar la calidad de la atención médica es que el médico proporcione la información justa y precisa en cuanto al diagnóstico, pronóstico y tratamiento de los pacientes. No siempre se logra este objetivo y en ocasiones podemos causar graves daños a nuestros enfermos.
Un día se presentó a consulta una mujer angustiada con seis miembros de su familia. Todos tenían un gesto de desesperación y preocupación. La temerosa mujer, en forma atropellada y con verdadero gesto de dolor, expresó:
—Doctor, traigo un dolor horrible, muy horrible aquí en la boca del estómago. Hace tres días que lo tengo y no se me quita. Tuve diarrea, pero ya se me quitó, solo me queda el dolor. No tengo vómito ni fiebre. Ya me dieron para amibas. Fui a una clínica. Me hicieron unos estudios y me dicen que tengo pancreatitis y que debo operarme de urgencia, que si no me opero es peligroso y me puedo morir. Me dijeron que les resolviera pronto si acepto la operación o no se hacen responsables de lo que me pase. ¡Que la operación es de ya! Me hicieron un presupuesto como de 50 mil pesos. Quiero que me diga la verdad. Si usted dice que necesito la operación, sí la acepto.
La apariencia de la mujer era dramática y daba la impresión de que podría tratarse de un problema agudo abdominal que verdaderamente ameritara operación de urgencia. La mujer se retorcía del dolor. Se exploró y efectivamente se encontró un dolor exquisito a la palpación leve, localizado en la parte superior del abdomen. Con este dato clínico, en realidad sugería una posible pancreatitis. Sin embargo, todas las enfermedades tienen un conjunto de síntomas y signos que establecen con mayor certeza el diagnóstico. Basarse en un solo dato clínico, en este caso el dolor, sin investigar otros fenómenos que lo acompañan, puede llevar a errores diagnósticos con costo a cargo del paciente.
Después de un interrogatorio y exploración física de la paciente, dije:
—Les tengo buenas noticias. Todo indica que usted no tiene pancreatitis y que por el momento no necesita operación de urgencia— informé, no sin dejar de pensar en que, si me equivocaba en mis apreciaciones diagnósticas, podría salir muy mal parado de este dilema, pues por lógica, si dos opiniones son contrarias, seguramente una es falsa y la otra verdadera. Y continué—: Un dato muy importante es que su intestino tiene movilidad normal, lo que indica que no existe peritonitis grave como lo produce la pancreatitis aguda. Si usted tuvo diarrea, es posible que se trate de una enteritis (infección intestinal). La pancreatitis no empieza con diarrea, por el contrario, se paraliza el intestino y no hay evacuaciones. El dolor de usted es secundario, probablemente un espasmo intestinal intenso por la inflamación aguda que sufrió su intestino, esto lo hace muy aparatoso y sugestivo de un problema muy grave. Pero no existen datos clínicos de gravedad. Creo que este problema ya va de salida y solo resta controlar el dolor agudo. Además, su presión arterial, temperatura, frecuencia cardíaca y respiraciones son normales. La pancreatitis es un cuadro tan grave que altera los signos vitales mencionados y que usted los tiene normales. No hay por el momento ningún dato como para operar de urgencia. Además, la pancreatitis aguda no se opera de primera intención, primero debe intentarse resolver con tratamiento médico, a menos que se haya realizado un ultrasonido y se demuestren cálculos en la vesícula, en estos casos pudiera ser urgente operarse porque los cálculos en la vesícula si pueden complicarse con pancreatitis, pero existen casos de pancreatitis que no son por cálculos. Si ya se le calmó la diarrea y no hay vómito y su intestino tiene movilidad normal debemos indicar tratamiento para la inflamación del intestino y vigilar la evolución. En caso de que persista o aumente el dolor y aparezcan otros datos clínicos se hace un seguimiento y una vigilancia clínica, se repiten los estudios de laboratorio para asegurar si amerita o no la operación. ¿Están de acuerdo con esta táctica? —rematé.
—No pos así sí, sí está muy claro —terció uno de los acompañantes a los cuales ya les había desaparecido el gesto de preocupación inicial—. Sí doctor, la ponemos en sus manos y díganos qué es lo que hay que hacer, si mañana quiere que se la traigamos de nuevo para que la vigile, la traemos. Vamos a hacer lo que usted nos diga.
Con la angustia del paciente y los familiares, bien podría haber avalado que la paciente tenía pancreatitis aguda, que debía operarse, llamar a un cirujano de mi confianza, entrar como ayudante de la cirugía y en lugar del precio de una consulta podría cobrar como si fuesen 50 consultas. La confianza que depositaron en mi persona sin conocerme se prestaba para tomar una actitud de este talante, soez abuso de confianza. Decidí que la paciente ahorrara sus 50 mil pesos en la forma que más le conviniera.
Al día siguiente la paciente había mejorado un 50% de su dolor, la posibilidad de pancreatitis y de operación se esfumó. No me privé del placer de disfrutar que a esta mujer le ayudé a resolver su problema, al menor costo y riesgo posible. ¡Esto no tiene precio! Es la satisfacción de servir a los semejantes, aunque algunos médicos, en ocasiones, no toman en cuenta ciertos actos de ética profesional y abusan de la confianza de los enfermos y comercian con el dolor humano. De hecho, existen algunos médicos que piensan bien convencidos que a ciertos pacientes les gusta que los engañen.
Personalmente no creo que exista un enfermo que acuda al médico para ser engañado.
La pancreatitis es una enfermedad aguda abdominal poco frecuente, el síntoma principal es dolor intenso, como puñalada en la parte alta del abdomen semejante al de esta mujer, pero debe acompañarse de vómito, parálisis completa de los movimientos intestinales y se confirmaría con elevación en sangre de una enzima que se llama amilasa sérica. Esta mujer no tenía ninguno de estos datos clínicos. Su amilasa era completamente normal, descartando así la pancreatitis. A pesar de lo anterior, le informaron que padecía pancreatitis y que si no se operaba se moría. ¡Osama Bin Laden y demás terroristas, así como los medios de información televisada resultan ser unas blancas palomitas de la paz, comparados con esta información médica terrorista!
No cuestiono personas, no cuestiono médicos, cuestiono actitudes deshumanizadas, solo informo a los pacientes en que sí, y en que no concuerdo, aunque la mayoría de las veces sí coincido, así lo comunico a los enfermos. Los pacientes toman la decisión que más conviene a sus intereses.
Lea Yatrogenia