Llorando, muy afligida, a pasos lentos, arqueada, con la mirada perdida, un tanto descuidada en su aseo personal, con la tristeza reflejada en la expresión de su rostro, se presentó una mujer frisando la cuarta década. Se quejaba de estreñimiento, dolor abdominal, disminución del apetito, dolor de cabeza tipo migraña intermitente, insomnio, decaimiento generalizado mostrando un fajo de estudios de sangre y ultrasonido y hasta una endoscopia gástrica, otro fajo de recetas, con una lista de no menos de 20 medicamentos diferentes, varios de ellos repetidos con diferente nombre (omeprazol, pantoprazol, esomeprazol…) sin mejoría aceptable.
El interrogatorio, la exploración clínica y la revisión de sus estudios complementarios me condujo a concluir que se trataba de una mujer con el síndrome del cuidador. Tres años dedicados a cuidar a su madre con enfermedad de Alzheimer declarada. No tenía datos de enfermedad física grave.
Vivía obsesionada en cuidar y curar a su madre y con el temor de heredar la demencia. Me solicitó que le explicara con claridad si había curación para la enfermedad de su progenitora.
No hay curación. Le dije. Es una enfermedad degenerativa, lentamente progresiva e irreversible, a pesar de muchos avances en medicina. El tratamiento es solo paliativo. Le comenté lo más actual que encontré en cuanto a los fármacos.
¿Por qué Europa no aprueba los nuevos fármacos contra el Alzheimer?
Tres de los medicamentos más innovadores para el tratamiento de esta enfermedad neurológica no han recibido la aprobación en Europa, pero sí en otros países, debido a un balance riesgo beneficio que consideran desfavorable.
Esta pregunta se la hacen la mayoría de los pacientes y familiares de personas con Alzheimer. La aprobación de fármacos en Europa es diferente a la de EE. UU. debido a varias razones clave.
Eficacia: Las agencias reguladoras europeas, suelen ser más estrictas en su evaluación de la eficacia clínica. A menudo requieren evidencia más sólida de que los fármacos ofrecen una mejora significativa y sostenida en la cognición y la calidad de vida de los pacientes y no han encontrado esto con aducanumab.
Yo agrego: aducanumab, tiene un costo anual de un millón de pesos. ¿Será este precio suficiente para que en Estados Unidos se apruebe y no en Europa?
Seguridad: Los efectos secundarios graves, como inflamación cerebral y hemorragias, han sido una fuente importante de preocupación. En Europa se ha expresado cautela respecto a los riesgos asociados con estos tratamientos, especialmente en poblaciones vulnerables como las personas mayores.
Proceso de aprobación más riguroso: Europa tiende a tener un enfoque más conservador y exigente en la aprobación de nuevos medicamentos, lo que significa que los fabricantes deben proporcionar datos más amplios y a menudo realizar estudios adicionales para satisfacer los estándares regulatorios europeos. Esto contrasta con el proceso de aprobación acelerada que se usa a veces en EE. UU., como ocurrió con aducanumab bajo la regulación de «aprobación acelerada» de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA por su siglas en inglés).
Es decir, la combinación de preocupaciones sobre la eficacia y la seguridad, junto con un proceso regulatorio más exigente, explica por qué estos fármacos todavía no han sido aprobados en Europa al mismo ritmo que en EE. UU.
«Bisnes es bisnes». El tío Sam es un comerciante nato.
Las demencias en general, y la enfermedad de Alzheimer en particular, tienen consecuencias devastadoras. No sólo en cuanto a mortalidad, sino también en morbilidad y pérdida de calidad de vida, tanto para las personas que la padecen como para sus cuidadores. Además, cerca del 60% de los cuidadores presentan también morbilidades, principalmente psiquiátricas, como ansiedad o depresión, como consecuencia directa de la sobrecarga por el cuidado.
Prueba de lo anterior es el caso clínico comentado al inicio de esta entrega.
La galantamina, la rivastigmina y el donepezilo son inhibidores de la colinesterasa que se recetan para los síntomas de leves a moderados de la enfermedad de Alzheimer.
La madre de la paciente con síndrome del cuidador, lleva tres años de tratamiento precisamente con los tres medicamentos mencionados más la nemantina «kiske» para mejorar la memoria. Le pregunté si había observado alguna mejoría en la memoria.
—Nada doctor. De hecho, ha empeorado.
Los inhibidores de la colinesterasa previenen la descomposición de la acetilcolina, una sustancia química del cerebro que se cree que es importante para la memoria y el pensamiento. A medida que avanza la enfermedad de Alzheimer, el cerebro produce menos acetilcolina.
El lecanemab y el donanemab son inmunoterapias aprobadas por la FDA para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer en etapa temprana. Estos medicamentos se dirigen a la proteína beta-amiloide para ayudar a reducir las placas amiloides que destruyen neuronas, uno de los cambios cerebrales característicos de esta enfermedad. Los estudios clínicos para determinar la eficacia del lecanemab y donanemab se realizaron en personas con enfermedad de Alzheimer en etapa temprana o deterioro cognitivo leve debido a esta enfermedad. Existen posibles efectos secundarios al tomar estos medicamentos, que puede causar hinchazón y sangrado en el cerebro con peligro de muerte yatrogénica.
Donanemab tiene un costo 650 mil pesos anuales. Lecanemab de 500 mil. ¿Cuántos pacientes tienen poder adquisitivo para estos fármacos, de dudosa eficacia?
«La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre». Friedrich Nietzsche, filósofo lacónico, cortante, irónico.
Y en estos tiempos, aumenta el costo de esa esperanza.
Padre del nihilismo —la vida entendida sin objetivo ni significado— popular entre los librepensadores, pero también entre los nazis, y que murió loco y paralizado por la sífilis, Nietzsche alteró para siempre la filosofía occidental con obras como Más allá del bien y del mal (1884) y La genealogía de la moral (1887).
Lea Yatrogenia