Tumba sombría me cobija en su seno
como si no tuviera otro remedio,
sus brazos lánguidos me atrapan,
en vano se esfuerzan porque no me vaya.
No quiero escapar de torvo espacio
observo en su regazo el paso de mi vida,
no puedo evitar tanto cansancio
creo que ha llegado mi partida…
Y veo claramente desde el cristal de lápida
mi alma desgastada en nimias tonterías
mi sombra mancillada en pleitos sin sentido
mi luz yace apagada en gritos y gemidos
proferidos en vano, en juicios y prejuicios.
Mis sueños ahuyentados por el espectro del miedo
mi aura perforada por emociones sin cielo.
Un árbol se inclina hacia mí, a sentirme
ahoga una risa, de la existencia cómplice
sus ramas me miran movidas por la brisa
entretenidas con el llanto de mi desasosiego.
Y en un sollozo, extraño el canto del jilguero
mas la presencia impera del adusto silencio…
Mis lágrimas añoran mirar el sol naciendo
mas aunque es grande anhelo, mis ojos están secos…
Extraño percibir en campiñas de colores
mariposas aletear entre pequeñas flores,
mi nariz descarnada no disfrutará de aromas
ni tocaré a mis hijos con mis marchitas manos.
Jamás veré sonrisas, jamás veré el rocío
jamás oiré canciones, jamás sentiré frío.
Y no degustaré licores almendrados
y no respiraré azahares perfumados.
No más mi boca inerte, alentará bondades
y este cuerpo muerto, de consumido hálito
jamás disfrutará del deleite a raudales…
Si tan solo un destello me dijera, aún hay tiempo…
De agradecer el día, de bendecir al viento
de disfrutar la vida, de amar cada momento
de proferir palabras de verdadero aliento
de abrazar despacito, de besar sin miramientos
de mirar a los ojos, de ayudar con contento.
Si tan solo un indicio de fe hubiera en mi lecho…
En este tálamo lánguido, en esta tumba fría…
Bailaría por siempre, aunque me llamen ida
sonreiría a todos, aunque orate me digan
vería siempre a los ojos, escucharía atraída
saborearía completo, gozaría complacida
palmearía más espaldas, abrazaría más tiempo
emprendería mis sueños, disfrutaría en portento.
Si tan solo un atisbo de esperanza me dieran…
Si solo me dijeran: Tu muerte fue entelequia,
de ahí me aferro a existir:
Diría adiós, a la lúgubre huesa
Diría adiós, a la cripta sombría
Diría adiós, a la tumba podrida
y diría:
¡Sí a la vida, sí a la vida, sí a la vida!