La Organización Mundial de la Salud declara emergencia global ante la expansión de la enfermedad, en un ambiente de caos informativo. La respuesta en México es criticada por la falta de antivirales y vacunas
Colaboración global y respuesta unificada
La Organización Mundial de la Salud (OMS) encendió las alarmas el 14 de agosto, al declarar una emergencia sanitaria global tras la propagación acelerada de un nuevo brote de viruela del mono que tuvo origen en la República Democrática del Congo y que ya ha alcanzado a cinco países africanos. Este episodio reviste una gravedad mayor en comparación con el brote de 2022, pues se trata de una cepa del clado I, que presenta una tasa de mortalidad diez veces superior. Los expertos alertan sobre los síntomas más graves y las complicaciones que puede generar esta nueva variante del virus, incluyendo neumonía, encefalitis y sepsis.
En México, aunque el brote ha sido más moderado, con 55 contagios reportados en lo que va del año, el país ha enfrentado críticas por su limitada respuesta ante la enfermedad. A diferencia de otras naciones, México no ha aprobado el uso de antivirales ni ha implementado la vacunación, una medida que expertos consideran clave para frenar la propagación. Además, la crisis ha expuesto prejuicios sociales que afectan de manera desproporcionada a ciertos grupos minoritarios, revelando la necesidad urgente de mejorar la comunicación pública en emergencias sanitarias.
Las manifestaciones clínicas del virus, aunque varían en severidad, siguen un patrón similar. Los síntomas aparecen entre 5 y 21 días después del contagio, durante un periodo de incubación. Luego, en la fase prodrómica, los pacientes presentan fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, inflamación de ganglios y fatiga. Posteriormente, entre uno y tres días después, surge una erupción cutánea que se inicia en el rostro y se extiende al resto del cuerpo, incluidas las palmas y plantas de los pies. Las lesiones cutáneas evolucionan desde manchas (máculas), pasando por ronchas pequeñas (pápulas) y ampollas (vesículas), hasta formar costras. Esta erupción es dolorosa, llamativa y puede dejar cicatrices.
La duración de la enfermedad oscila entre dos y cuatro semanas, pero en personas inmunodeprimidas, las complicaciones pueden ser más severas, con riesgo de infecciones secundarias, neumonía, sepsis, encefalitis y, en casos extremos, la muerte. El contagio se da desde la aparición de los primeros síntomas hasta que las costras han desaparecido. La transmisión se produce principalmente por contacto directo con las lesiones cutáneas, aunque también es posible a través de fluidos corporales, secreciones respiratorias y objetos contaminados. Sin embargo, su capacidad de propagarse por vía respiratoria es mucho menor que la demostrada por la COVID-19 o la influenza.
Más de medio siglo
La viruela del mono, también conocida como Mpox, es una enfermedad zoonótica que ha captado la atención mundial debido a sus brotes recientes. Su historia se remonta a 1958, cuando se identificaron dos brotes de una enfermedad similar a la viruela en colonias de monos en cautiverio en Dinamarca. Este hallazgo llevó a que se le denominara «viruela del mono».
Sin embargo, los expertos coinciden en que los roedores, y no los primates, son el reservorio natural del virus. El primer caso en humanos se registró en 1970 en la República Democrática del Congo. Desde entonces, la enfermedad ha sido endémica en varias regiones de África Central y Occidental, con brotes ocasionales que han generado preocupación a nivel internacional.
La viruela del mono es causada por el Orthopoxvirus, un virus similar al que causa la viruela humana, pero generalmente menos grave. Existen dos clados principales del virus: el clado I, localizado en África Central, y el clado II, endémico en África Occidental. El clado I está asociado a una mayor mortalidad y síntomas más severos, mientras que el clado II suele causar una enfermedad menos grave.
En los últimos años, la viruela del mono ha resurgido con brotes significativos fuera de África. En 2022, se reportó un brote en varios países, incluyendo Estados Unidos y Europa, lo que llevó a la OMS a declarar una emergencia sanitaria. Este brote fue causado por el clado IIb, que tiene una tasa de mortalidad inferior al uno por ciento.
El brote más reciente, iniciado en la República Democrática del Congo, ha sido causado por el clado Ib, conocido por su mayor mortalidad y riesgo de complicaciones. Este brote ha resaltado la necesidad de una vigilancia continua y de medidas preventivas para controlar la propagación del virus.
México en alerta
En medio de la creciente preocupación global por la viruela del mono, México ha mantenido un nivel de estabilidad en el manejo de la enfermedad. Según la Secretaría de Salud, hasta la fecha se han confirmado 55 contagios de viruela del mono en lo que va del año, de un total de 212 casos notificados en el país. Desde el inicio del brote en 2022, México ha registrado un total de 4 mil 136 casos, con 34 defunciones en los últimos dos años.
El Gobierno ha implementado diversas medidas preventivas para controlar la propagación del virus. Entre las recomendaciones de la Secretaría de Salud se incluyen:
Evitar el contacto físico directo con personas infectadas o con sospecha
de enfermedad.
Lavado de manos constante con agua y jabón, y uso de gel antibacterial.
Uso de cubrebocas por parte de las personas enfermas o que presenten síntomas, y cubrir nariz y boca con la parte interna del codo al estornudar o toser.
Desinfección constante de superficies y objetos personales.
A pesar de estas medidas, en el país no se ha aprobado el uso de antivirales ni la aplicación de la vacuna contra la viruela del mono, a diferencia de otras partes del mundo. Esta situación ha generado críticas hacia las autoridades sanitarias por la falta de recursos y estrategias más efectivas para combatir la enfermedad.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) actualizó recientemente su reporte de casos en el continente americano, destacando que desde 2022 se han registrado 68 mil 728 casos de viruela del mono, con un total de 142 defunciones. En este contexto, México ha logrado mantener la enfermedad en niveles estables, aunque la vigilancia y las medidas preventivas continúan siendo cruciales para evitar un aumento en los contagios.
Estigmatización y desinformación
La expansión global de la viruela del mono ha desatado no solo una crisis sanitaria, sino también una ola de estigmatización y desinformación que ha complicado la respuesta a la enfermedad. A pesar de los esfuerzos de las autoridades de salud por contener el brote, el virus ha generado percepciones erróneas y ha afectado de manera desproporcionada a ciertos grupos, intensificando los prejuicios sociales y exponiendo las fragilidades de la comunicación pública en emergencias sanitarias.
Desde que el brote de viruela del mono se extendió a países fuera de África en 2022, la narrativa pública en torno al virus ha tomado caminos peligrosos. El hecho de que un gran porcentaje de los casos se haya registrado entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH) ha desencadenado comparaciones injustificadas con la crisis del VIH/SIDA en la década de 1980. A pesar de que la viruela del mono no es una enfermedad de transmisión sexual y afecta a personas de cualquier orientación sexual, la desinformación ha contribuido a etiquetar a ciertos sectores como «responsables» de la propagación del virus.
Organizaciones como la OMS han advertido sobre el riesgo de estigmatización, señalando que la viruela del mono puede afectar a cualquier persona, independientemente de su género, orientación sexual o antecedentes. Sin embargo, el daño ya está hecho y la comunidad LGBTQ+ ha reportado un aumento en la discriminación y violencia, exacerbada por titulares alarmistas y la falta de información precisa.
Al igual que sucedió con la pandemia de COVID-19, la desinformación ha sido una piedra angular en la respuesta global a la viruela del mono. Redes sociales y plataformas digitales permiten la circulación de teorías conspirativas, como la que señala que el virus fue «creado en laboratorio» o que es «otra pandemia inventada por las élites». Estas hipótesis no solo siembran dudas en la población general, sino que también socavan la confianza en los sistemas de salud y dificultan la implementación de medidas de prevención efectivas. Un estudio de la Universidad de Harvard en 2023 mostró que la desinformación en torno a la viruela del mono ha influido negativamente en la disposición de las personas a vacunarse o seguir protocolos de prevención.
Una vez más, los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la configuración de la narrativa pública sobre la viruela del mono. Si bien algunos han brindado cobertura precisa y educativa, otros han caído en el sensacionalismo, publicando titulares que contribuyen al pánico o que refuerzan estigmas. Un ejemplo notable ocurrió en Estados Unidos, donde, al inicio del brote, varios informes de noticias destacaron desproporcionadamente el aumento de casos entre la comunidad LGBTQ+, alimentando la percepción de que el virus estaba limitado a este grupo.
Los expertos en salud pública advierten que la estigmatización no solo es injusta, sino también contraproducente. Al etiquetar a ciertos grupos, las personas fuera de esas comunidades podrían considerar que no están en riesgo y, por lo tanto, no toman las precauciones necesarias. Esto puede llevar a una expansión más amplia y descontrolada del virus. E4
Síntomas de viruela del mono
- Fiebre
- Dolor de cabeza intenso
- Dolores musculares
- Inflamación de ganglios linfáticos
- Fatiga
- Erupción cutánea (comienza en la cara y se extiende al cuerpo, incluyendo palmas y plantas de los pies)
- Vesículas y pápulas en la piel
- Malestar general
Colaboración global y respuesta unificada
Mientras el mundo lucha contra el brote, la viruela del mono recuerda a los Gobiernos la importancia de estar preparados frente a nuevas emergencias sanitarias
La viruela del mono ha demostrado ser una amenaza que trasciende fronteras y grupos específicos, subrayando la necesidad de una colaboración global. Los países más afectados han optado por enfoques diversos, desde la vacunación masiva hasta campañas de prevención y vigilancia epidemiológica, con un denominador común: la acción temprana y decidida es clave para controlar la propagación del virus.
Su brote ha encendido alarmas en varias naciones del mundo desde 2022, afectando a miles de personas y desafiando los sistemas de salud pública. Aunque históricamente esta enfermedad ha sido endémica en regiones de África, su reciente reaparición se ha extendido a países de Europa, América y Asia, evidenciando la necesidad de una respuesta global coordinada. A continuación, se listan los países más golpeados por esta enfermedad y las estrategias que han implementado para combatirla.
1. Estados Unidos: Líder en casos y vacunación
Con más de 30 mil casos confirmados desde el inicio del brote, Estados Unidos se ha convertido en uno de los países más afectados por la viruela del mono fuera de África. La rápida propagación, especialmente entre comunidades vulnerables, como hombres que tienen sexo con hombres, forzó al país a tomar medidas drásticas.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso de la vacuna Jynneos, originalmente desarrollada para la viruela, como una herramienta clave para detener el brote. La vacunación masiva, acompañada de campañas de concientización, fue implementada en ciudades con altos niveles de contagio como Nueva York, San Francisco y Chicago. A pesar de la falta inicial de dosis, el despliegue de vacunas ha reducido significativamente la tasa de nuevos contagios hacia fines de 2023.
2. Brasil: Una respuesta tardía, pero efectiva
Brasil, con más de 10 mil casos confirmados, es el país más afectado en América Latina. Al principio, el brote no fue tomado con la seriedad necesaria, lo que permitió su rápida propagación en ciudades densamente pobladas como São Paulo y Río de Janeiro. Sin embargo, ante el aumento sostenido de casos y la presión de expertos en salud, el Gobierno adoptó medidas más estrictas.
En julio de 2023, Brasil comenzó a vacunar a grupos de riesgo y a fortalecer su sistema de vigilancia epidemiológica. El país ha implementado cuarentenas obligatorias para los casos confirmados y ha mejorado la capacidad de diagnóstico a través de laboratorios regionales. Además, las autoridades han impulsado campañas de información para evitar la estigmatización de los enfermos, subrayando que el virus no está limitado a ciertos grupos sociales.
3. Reino Unido: Rápida reacción y contención
El Reino Unido fue uno de los primeros países en Europa en detectar casos de viruela del mono en 2022, y su respuesta rápida fue clave para evitar una mayor propagación. Con más de 3 mil 500 casos hasta el momento, el país ha liderado estrategias de vacunación y monitoreo de contactos estrechos.
La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) estableció programas de vacunación preventiva para los trabajadores de la salud y personas en riesgo, además de seguir de cerca los contactos de los casos positivos para interrumpir las cadenas de transmisión. El Gobierno también emitió recomendaciones para reducir la exposición al virus, promoviendo el aislamiento de los contagiados y el uso de equipos de protección personal en hospitales y centros de salud.
4. Nigeria: Batalla de un país endémico
Nigeria es uno de los países africanos donde la viruela del mono es endémica, habiendo registrado cientos de casos incluso antes del brote mundial. Desde 2017, el país ha enfrentado brotes periódicos, y la reciente expansión global del virus subraya la importancia de abordar las enfermedades zoonóticas.
El país ha reforzado sus medidas de vigilancia y detección a nivel local, especialmente en áreas rurales donde el acceso a la atención médica es limitado. Además, el gobierno de Nigeria ha colaborado con organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) para fortalecer su capacidad de respuesta y reducir el número de casos mortales.
5. España: Foco en la prevención y vigilancia
España, con alrededor de 7 mil casos, fue uno de los países europeos más afectados por la viruela del mono. Las autoridades sanitarias respondieron con una estrategia centrada en la prevención, distribuyendo la vacuna Imvanex, equivalente europea de Jynneos, a los grupos de mayor riesgo.
El sistema de salud español también implementó un riguroso monitoreo de los casos, realizando pruebas masivas y aislamiento obligatorio para los infectados. Las campañas informativas se enfocaron en desmentir rumores y educar a la población sobre la forma de transmisión de la viruela del mono, subrayando la importancia del diagnóstico temprano. E4