{"id":6505,"date":"2023-02-07T16:40:00","date_gmt":"2023-02-07T22:40:00","guid":{"rendered":"https:\/\/espacio4.mx\/?p=6505"},"modified":"2023-02-19T17:36:38","modified_gmt":"2023-02-19T23:36:38","slug":"1957-un-instante","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/espacio4.mx\/1957-un-instante\/","title":{"rendered":"1957: Un instante"},"content":{"rendered":"\n

Isabel Garc\u00eda dej\u00f3 su huella qued\u00f3 grabada lo mismo en colegios y populosas escuelas de Saltillo y Parras, que en la Universidad de Phoenix o en secundarias y preparatorias de Reynosa. Como esposa, madre, abuela y bisabuela su historia ha quedado impresa en letras de oro<\/p>\n\n\n\n

Durante muchos a\u00f1os el cuadro con la fotograf\u00eda en blanco y negro estuvo colgado encima de un enorme librero de vitrinas en la oficina de mi abuelo, en la vieja casona de adobe de la Antigua Calle de los Ba\u00f1os (hoy Murgu\u00eda), en Saltillo.<\/p>\n\n\n\n

A fuerza de contemplarlo desde ni\u00f1o, me acostumbr\u00e9 a lo largo del tiempo a verlo ah\u00ed, como un objeto m\u00e1s entre tantos otros: el se\u00f1orial escritorio de cedro con su banco giratorio forrado en piel, m\u00e1quinas de escribir, legajos, pasantes, t\u00edtulos enmarcados y libretas. Encima del escritorio estaban tres cajitas magn\u00e9ticas de clips, papeles amarillentos, l\u00e1pices, abrecartas y frascos y plumillas de tinta china. Los expedientes de los asuntos a los que mi abuelo se entregaba cada tarde estaban sobre una bandeja de madera.<\/p>\n\n\n\n

Cuando en 1982, a mis 18 a\u00f1os, me fui a vivir con mis abuelos, la fotograf\u00eda segu\u00eda ah\u00ed al lado de otras im\u00e1genes familiares. Entonces ve\u00eda yo s\u00f3lo a un grupo de 11 personas \u2014ocho hombres y tres mujeres\u2014 colocadas en dos filas en una sala. Siete de los ocho hombres est\u00e1n de pie en la hilera de atr\u00e1s. El octavo, un hombre de mediana edad \u2014traje claro, lentes oscuros, calcetines blancos y zapatos Saddle\u2014 aparece sentado en una silla de madera y, junto a \u00e9l, sentadas tambi\u00e9n, las tres damas. Una a su derecha y dos a su izquierda. De los 11, seis ven directamente a la c\u00e1mara. Los otros cinco ven hacia otro lado o tienen la mirada extraviada.<\/p>\n\n\n\n

Como tantos recuerdos, alguien en la casa de los abuelos remiti\u00f3 el cuadro \u2014empolvado, sucio el vidrio\u2014 a una valija de archivos donde estuvo por lustros, d\u00e9cadas quiz\u00e1, perdido a la vista de todos.<\/p>\n\n\n\n

A la muerte de mi padre, en abril del 2019, mi madre me llen\u00f3 de cajas con escritos, pinturas, libros, tableros de ajedrez, fotos, discos y objetos de mi pap\u00e1. \u00abLl\u00e9vatelos, que queden en tu casa\u00bb, me dijo. Hatillos de le\u00f1a para mantener vivo el fuego de la nostalgia.<\/p>\n\n\n\n

Entre aquellos objetos, la fotograf\u00eda de aquel viejo cuadro volvi\u00f3 a salir a la luz. En este momento la tengo en mis manos. Me he dado a la tarea de escudri\u00f1ar la imagen una y otra vez en los \u00faltimos d\u00edas. \u00bfQui\u00e9nes son esos hombres y esas mujeres detenidos en el tiempo? \u00bfQu\u00e9 hacen? \u00bfD\u00f3nde est\u00e1n?<\/p>\n\n\n\n

Siempre cre\u00ed que se trataba de un grupo de normalistas y trabajadores de la educaci\u00f3n, como mis padres, posando frente a un fot\u00f3grafo profesional. Pero no es as\u00ed: se trata de una foto de periodistas. No es un aula ni una oficina educativa. Es la redacci\u00f3n de El Heraldo del Norte<\/em>, el peri\u00f3dico l\u00edder en Saltillo en los a\u00f1os 50. La imagen fue tomada un d\u00eda \u2014probablemente el 13 de septiembre\u2014 de 1957.<\/p>\n\n\n\n

\u00bfQu\u00e9 hac\u00eda esa foto de periodistas, fot\u00f3grafos y trabajadores de El Heraldo<\/em> en la casa de mis abuelos? En la foto est\u00e1 mi madre: Isabel Garc\u00eda Charles, Chabelita. Jovenc\u00edsima. Tiene 21 a\u00f1os, viste una falda recta, una blusa de manga corta con motivos en el cuello y zapatos de punta. Todo en color oscuro. Sostiene en sus manos un bolso negro y lleva reloj de pulsera. Mira de frente a la c\u00e1mara. Sonr\u00ede amablemente. Aparece a la derecha en la segunda fila.<\/p>\n\n\n\n

Hoy, a sus 85 a\u00f1os, recuerda los d\u00edas de su paso fugaz por esa redacci\u00f3n. Aquel verano de 1957, Carmelita Neira Valerio, su gran amiga \u2014de entonces y de ahora\u2014 le hab\u00eda pedido cubrirla como reportera de la secci\u00f3n de sociedad mientras tomaba unas semanas de vacaciones. Mi madre acept\u00f3 m\u00e1s por compromiso que por entusiasmo.<\/p>\n\n\n\n

\u00abYo odiaba la secci\u00f3n de Sociales\u00bb, me dice hoy Isabel. \u00abMe chocaba ir con las familias de la alta sociedad a dar cuenta de los regalos de boda, de los preparativos de cada casamiento y a verificar las listas con los nombres de los invitados. No quer\u00eda saber nada de bodas, bautizos ni quincea\u00f1eras\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Las notas de Sociales eran muy importantes para el peri\u00f3dico y la comunidad. En la fotograf\u00eda de aquellos 11 trabajadores de El Heraldo<\/em> hay una pared de fondo. En ella cuelgan dos marcos con tres fotos en cada uno: las seis son de eventos sociales de aquellos d\u00edas. Bodas, graduaciones, quiz\u00e1 alguna quincea\u00f1era.<\/p>\n\n\n\n

Al fin normalista especializada en Ciencias Sociales, mi madre era desde entonces una mujer liberal, cr\u00edtica, ajena a los protocolos de la burgues\u00eda de Saltillo. Trabajaba como profesora en el Colegio Zaragoza y, como buena maestra, ten\u00eda una excelente presencia y un dominio excepcional del lenguaje y de la escritura. Era, podr\u00eda decirse, una reportera ideal para cualquier secci\u00f3n del peri\u00f3dico. Sin embargo, su formaci\u00f3n y su independencia la hac\u00edan refractaria a las liturgias de la sociedad. La cobertura de eventos sociales no era, definitivamente, lo suyo.<\/p>\n\n\n\n

Chabelita, como conocen a mi mam\u00e1 sus amigas y amigos, sus sobrinos, nietos, cu\u00f1ados, conocidos y miles de exalumnos, no sab\u00eda escribir a m\u00e1quina. \u00abNo sab\u00eda escribir\u00bb, recuerda hoy, \u00aby don Panchito, el jefe de tip\u00f3grafos, me acept\u00f3 las notas con letra manuscrita\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Escribir a mano en una redacci\u00f3n de peri\u00f3dico es un pecado capital y mi madre pag\u00f3 el precio. Jes\u00fas Alfonso Arreola P\u00e9rez, amigo de mis padres de toda la vida, era entonces reportero de la secci\u00f3n deportiva de El Heraldo del Norte<\/em>. Adem\u00e1s de hacer notas para la secci\u00f3n ten\u00eda una columna. Si bien la materia de sus colaboraciones noticiosas era muy clara \u2014deportes y nada m\u00e1s\u2014, se daba licencias de sobra en su art\u00edculo de opini\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

\u00abChuy Arreola era una mula bien hecha\u00bb, recuerda hoy, regocijada, mi madre. \u00abUn buen d\u00eda escribi\u00f3 que yo hab\u00eda cautivado a tal grado a don Panchito, el tip\u00f3grafo, que me aceptaba mis notas en manuscrito\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Y remataba su art\u00edculo con un punzante alfiler: \u00ab\u00a1Cu\u00e1ndo se hab\u00eda visto algo as\u00ed!\u00bb. Mi madre, que en aquel verano seguramente hizo berrinche con la puntada, hoy r\u00ede divertida con los recuerdos.<\/p>\n\n\n\n

Historias en el tiempo<\/strong><\/p>\n\n\n\n

Maestro normalista ya entonces, el reportero Arreola aparece tambi\u00e9n en la foto: es el joven alto de mirada vivaz de la derecha. Viste chaqueta deportiva, ve de frente a la c\u00e1mara y cruza las manos por la espalda. En El Heraldo del Norte<\/em> dar\u00eda sus primeros pasos en la buena prosa.<\/p>\n\n\n\n

Los viejos periodistas dec\u00edan que una vez tomada una foto, la imagen ya no le pertenece al fot\u00f3grafo ni a nadie. Pertenece irremediablemente al pasado y a nadie m\u00e1s. La imagen de El Heraldo<\/em> no es la excepci\u00f3n: el cuadro encierra 11 historias enlazadas en un instante, en un espacio. Aprisiona tambi\u00e9n un instante de la historia de ese matutino. \u00bfCu\u00e1les fueron las historias de esos hombres y esas mujeres? \u00bfCu\u00e1l la del peri\u00f3dico?<\/p>\n\n\n\n

Mi madre, aquella joven reportera de ojos so\u00f1adores, se convirti\u00f3 con el tiempo en una educadora a carta cabal. Su huella qued\u00f3 grabada lo mismo en colegios y populosas escuelas de Saltillo y Parras, que en la Universidad de Phoenix o en secundarias y preparatorias de Reynosa, donde trabaj\u00f3 por d\u00e9cadas y cultiv\u00f3 el cari\u00f1o de cientos de alumnos. Ha sido un ser pleno, feliz, enfrentando la vida con sus alegr\u00edas y amarguras al lado de los suyos. Como esposa, madre, abuela y bisabuela su historia ha quedado impresa en letras de oro.<\/p>\n\n\n\n

Arreola, en las vueltas de la vida, terminar\u00eda como un pol\u00edtico de relevancia nacional. Fue secretario de Educaci\u00f3n P\u00fablica en Coahuila y diputado local. Fallecido en el 2010, fue tambi\u00e9n uno de los grandes historiadores del Estado. Escribi\u00f3 en peri\u00f3dicos y revistas hasta sus \u00faltimos d\u00edas.<\/p>\n\n\n\n

\u00bfQu\u00e9 fue de todos los dem\u00e1s? \u00bfCu\u00e1l fue su historia? \u00bfD\u00f3nde est\u00e1n ahora? Mi madre no sabe de ellos. Seguramente, dice, algunos andar\u00e1n por ah\u00ed siguiendo el curso de sus vidas. Otros habr\u00e1n cumplido su cita con el destino.<\/p>\n\n\n\n

El final de El Heraldo<\/em><\/p>\n\n\n\n

Una historia paralela a la de los 11 de la fotograf\u00eda fue la del peri\u00f3dico. Con apenas 98 mil habitantes, Saltillo era en la d\u00e9cada de los 50 una capital ingenua y c\u00e1ndida. Tambi\u00e9n lo era el periodismo de entonces, que giraba alrededor de la burocracia, las esferas gubernamentales y la alta sociedad. Javier Villarreal Lozano, pionero del periodismo en Coahuila, recordaba al Saltillo de entonces como una \u00abciudad muy triste, apagada y pobre\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Cuando se tom\u00f3 aquella foto, El Heraldo del Norte<\/em>, \u2014la tela que un\u00eda las historias de aquellos periodistas y empleados\u2014 ten\u00eda casi 20 a\u00f1os de existencia. Desaparecer\u00eda unos meses despu\u00e9s de que alguien capturara aquel instante.<\/p>\n\n\n\n

Ubicado en la esquina de Xicot\u00e9ncatl y Aldama, en pleno Centro de Saltillo, el diario se fund\u00f3 en 1938 \u2014frente a las oficinas estatales del PRI\u2014 bajo el lema \u00abConsagrado a los Intereses de Coahuila\u00bb. Empresarios locales con un fuerte apoyo del Gobierno del Estado echaron a andar sus prensas con una visi\u00f3n de negocios y comunicaci\u00f3n. Era un peri\u00f3dico conservador y oficialista que ofrec\u00eda informaci\u00f3n internacional, nacional y local, as\u00ed como notas deportivas y de espect\u00e1culos junto con \u00abtips\u00bb de belleza o art\u00edculos de cocina o vida familiar.<\/p>\n\n\n\n

En su tesis de titulaci\u00f3n como licenciada en Ciencias de la Comunicaci\u00f3n de la UNAM, Jessica Mar\u00eda Olvera Granados, se\u00f1ala que el coronel Jos\u00e9 Garc\u00eda Valseca, propietario del emporio de diarios m\u00e1s grande de Latinoam\u00e9rica, ten\u00eda a\u00f1os buscando incursionar con un peri\u00f3dico en Saltillo.<\/p>\n\n\n\n

La Cadena Garc\u00eda Valseca, que a la postre se convertir\u00eda en la Organizaci\u00f3n Editorial Mexicana, era propietaria del peri\u00f3dico deportivo Esto<\/em> y los \u00abSoles\u00bb que circulaban en las ciudades m\u00e1s importantes de M\u00e9xico. Ten\u00eda la mira puesta en Saltillo.<\/p>\n\n\n\n

De acuerdo a testimonios recabados por Olvera, Garc\u00eda Valseca ten\u00eda una clara estrategia de expansi\u00f3n: \u00abPrimero comprar\u00eda El Heraldo del Norte<\/em> y luego cerrar\u00eda sus puertas para que El Sol de Saltillo<\/em> (que finalmente fue llamado El Sol del Norte<\/em>) no tuviera competencia alguna\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

El periodista Roberto Orozco Melo, quien fue director de El Heraldo<\/em> en 1956, le dir\u00eda en el 2009 a Olvera que el coronel Garc\u00eda Valseca le pidi\u00f3 a su amigo el presidente Adolfo Ruiz Cortines presionar al peri\u00f3dico y al Gobierno del Estado, principal cliente del medio, para apurar la venta.<\/p>\n\n\n\n

Ruiz Cortines le exigi\u00f3 entonces al gobernador Ra\u00fal Madero dejar de financiar al peri\u00f3dico con los recursos del Estado y amarrar los t\u00e9rminos para su venta. La guerra estaba declarada. Para los propietarios del matutino era imposible ganarla. Orozco Melo prefiri\u00f3 renunciar. No hab\u00eda entonces manera de enfrentar a un presidente de la rep\u00fablica sin consecuencias.<\/p>\n\n\n\n

Olvera recogi\u00f3 en su tesis de la UNAM la explicaci\u00f3n de Villarreal Lozano sobre el fin del matutino: \u00abLuego del nacimiento de El Sol del Norte<\/em>, Garc\u00eda Valseca presion\u00f3 al Gobierno estatal, socio mayoritario de El Heraldo de El Norte<\/em>, a venderle sus acciones. El poder pol\u00edtico acab\u00f3 rindi\u00e9ndose al Cuarto Poder. M\u00e1s tard\u00f3 el coronel en comprar el peri\u00f3dico que en cerrarlo\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

As\u00ed, la Cadena Garc\u00eda Valseca adquiri\u00f3 El Heraldo<\/em> y, despu\u00e9s de algunos movimientos sindicalistas y huelgas, cerr\u00f3 sus puertas. El Sol del Norte<\/em> ya comenzaba a tomar fuerza en la ciudad. De esa manera se acab\u00f3 cualquier viso de competencia editorial: el 26 de junio de 1959 los 25 trabajadores del diario fueron indemnizados.<\/p>\n\n\n\n

Quiz\u00e1 algunos de los periodistas y empleados retratados en la imagen de 1957 fueron liquidados aquel d\u00eda en la Junta de Conciliaci\u00f3n de Saltillo.<\/p>\n\n\n\n

Aquella reportera<\/strong><\/p>\n\n\n\n

Mi madre ve la fotograf\u00eda. Recuerda a Rub\u00e9n \u00abEl G\u00fcero\u00bb Garc\u00eda y a Lorenzo Blanco, primero y segundo en la primera fila. Fot\u00f3grafo uno, reportero el otro. El se\u00f1or Escalera, empleado de gerencia, y Arreola P\u00e9rez aparecen en la misma hilera a la derecha.<\/p>\n\n\n\n

En la segunda fila aparecen la secretaria del peri\u00f3dico, el director (mi madre no recuerda su nombre, pero probablemente sea Juan Mu\u00f1iz Silva), Cecilia Rodr\u00edguez, reportera y maestra normalista, y mi madre. Isabel no recuerda a los tres hombres parados al centro.<\/p>\n\n\n\n

Busco saber m\u00e1s sobre aquella imagen y decido \u2014como quien abre un tesoro perdido por siglos en el fondo del mar o un ba\u00fal olvidado en el tiempo\u2014 sacar la foto de su marco para ver su reverso. Quien la mont\u00f3 en el cuadro \u2014de 16 pulgadas por 20\u2014 hizo un trabajo de excelencia. La gruesa cinta engomada sigue adherida y tengo que utilizar un exacto para cortarla. Tambi\u00e9n requiero de pinzas, martillo y desarmador para quitar 42 peque\u00f1os clavos incrustados en el marco de nogal. En la cinta engomada aparece el registro de la orden de compra n\u00famero 1629 a nombre de David Garc\u00eda Vega, mi abuelo. \u00bfEl precio? Catorce pesos.<\/p>\n\n\n\n

Imagino a mi abuelo, que nunca manej\u00f3 un autom\u00f3vil, saliendo de la tienda de marcos, ubicada en la calle Zaragoza, y caminando orgulloso a casa \u2014con saco y sombrero, como siempre\u2014 con el cuadro bajo el brazo.<\/p>\n\n\n\n

En el reverso de la foto est\u00e1n estampadas 11 firmas y antefirmas. Casi todas ininteligibles. Bajo tres de ellas, aparece una fecha: 13 de septiembre de 1957. El nombre de Cecilia Rodr\u00edguez, hoy fallecida, aparece n\u00edtido en letra manuscrita al centro. En la parte baja hay una leyenda con la letra de mi madre: \u201cPertenece a Mar\u00eda Isabel Garc\u00eda Charles. Agosto de 1957. Heraldo del Norte<\/em>\u201d.<\/p>\n\n\n\n

Cuenta mi mam\u00e1 que, tras aquellos d\u00edas de reportera, los directivos quedaron encantados con su trabajo, pero no trabajar\u00eda m\u00e1s como reportera de Sociales. Solicit\u00f3 entonces a los directivos quedarse como parte del cuerpo de editorialistas. Le aceptaron la propuesta y as\u00ed escribi\u00f3 durante meses una columna semanal con su firma llamada Simientes. Isabel podr\u00eda finalmente hablar y reflexionar en ese espacio sobre los problemas del mundo y del pa\u00eds y no cubrir m\u00e1s los eventos de la alta sociedad saltillense.<\/p>\n\n\n\n

La direcci\u00f3n de El Heraldo del Norte<\/em> le propuso estudiar periodismo en Guadalajara por cuenta del peri\u00f3dico, volver a Saltillo e integrarse a la plantilla de periodistas. Mi madre acept\u00f3 con una condici\u00f3n: su salario deber\u00eda ser superior al que recib\u00eda como maestra titular del Colegio Zaragoza.<\/p>\n\n\n\n

No hubo manera de que el peri\u00f3dico le cumpliera esa condici\u00f3n. Acaso ah\u00ed se trunc\u00f3 una prometedora carrera period\u00edstica. En cambio, persisti\u00f3 la carrera de una enorme educadora, de una verdadera maestra de las aulas y de la vida. Tener a esa profesora en casa ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido en la vida.<\/p>\n\n\n\n

Saltillo, Coahuila.<\/p>\n\n\n\n

Noviembre del 2021. *Texto tomado de \u00abTecla rota\u00bb. La se\u00f1ora Isabel Garc\u00eda Charles falleci\u00f3 el 29 de enero pasado. El autor es cofundador de Espacio 4.<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"Isabel Garc\u00eda dej\u00f3 su huella qued\u00f3 grabada lo mismo en colegios y populosas escuelas de Saltillo y Parras, que en la Universidad de Phoenix o en secundarias y preparatorias de Reynosa. Como esposa, madre, abuela y bisabuela su historia ha quedado impresa en letras de oro\n [...]<\/a>","protected":false},"author":88,"featured_media":6380,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_mi_skip_tracking":false,"_exactmetrics_sitenote_active":false,"_exactmetrics_sitenote_note":"","_exactmetrics_sitenote_category":0,"footnotes":""},"categories":[34],"tags":[],"jetpack_sharing_enabled":true,"jetpack_featured_media_url":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-content\/uploads\/2023\/02\/22_23_Foto_Brondo.jpg","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6505"}],"collection":[{"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/users\/88"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=6505"}],"version-history":[{"count":1,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6505\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":6506,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6505\/revisions\/6506"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/media\/6380"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=6505"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=6505"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/espacio4.mx\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=6505"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}