Existen varias teor\u00edas sobre las emociones, los sentimientos o las pasiones en el medio psicol\u00f3gico. Ellas fundamentalmente responden a la pregunta por el origen de las mismas y se dan a la tarea de distinguir las emociones b\u00e1sicas de las secundarias. En esta ocasi\u00f3n tomar\u00e9 como sin\u00f3nimas las expresiones \u00abemociones\u00bb, \u00absentimientos\u00bb y \u00abpasiones\u00bb, a sabiendas de que no significan lo mismo. Ser\u00eda una tarea tit\u00e1nica precisar el significado de cada una de estas nociones en el contexto del escrito que expongo. Y s\u00f3lo me concentrar\u00e9 en la selecci\u00f3n de las emociones, sentimientos o pasiones b\u00e1sicas.<\/p>\n\n\n\n
Descartes inicia en los tiempos modernos los estudios sobre la afectividad, subraya Alberto Palcos en su pr\u00f3logo al libro Las pasiones del alma <\/em>(Ed. Coyoac\u00e1n, 2000). Echemos una mirada a esa agudeza del fil\u00f3sofo que estudi\u00f3 con los jesuitas. Cuando compara uno las listas de emociones b\u00e1sicas de la psicolog\u00eda moderna con las seis pasiones del alma que Descartes expone en su c\u00e9lebre libro, descubre uno que hay algunas diferencias. Seguramente el criterio de selecci\u00f3n difiere de un caso a otro. Concentr\u00e9monos por un momento en el autor de El discurso del m\u00e9todo<\/em>. Seis son las pasiones del alma: admiraci\u00f3n, amor, odio, deseo, alegr\u00eda y tristeza. Llama la atenci\u00f3n de entrada la incorporaci\u00f3n de la admiraci\u00f3n y el deseo en la lista. Estas pasiones no las encontramos en las listas contempor\u00e1neas. Quiz\u00e1 Descartes escogi\u00f3 la admiraci\u00f3n por tratarse, en su caso, de una figura a ser reconocida y, por tanto, en reciprocidad, llamado a admirar a otros que se han inmortalizado por su obra filos\u00f3fica.<\/p>\n\n\n\n Se admira lo extraordinario, afirma nuestro fil\u00f3sofo. Con el deseo tenemos m\u00e1s problemas. Esa disposici\u00f3n a querer para lo futuro, las cosas que le parecen (al alma) convenientes (Diccionario de los sentimientos<\/em>, 2001), es dif\u00edcil caracterizarla directamente como pasi\u00f3n. Si ese deseo se satisface, tendremos entonces un estado de \u00e1nimo al que podr\u00edamos motejar del modo que convenga.<\/p>\n\n\n\n Las otras pasiones son el amor en tanto que es lo que une y acerca, el odio en tanto que es lo que separa y aleja. N\u00f3tese que en el caso del odio la definici\u00f3n no abarca lo destructivo en modo alguno. Es ese distanciamiento tan necesario a veces para no cometer errores de los que nos podamos arrepentir. La alegr\u00eda ser\u00e1 definida como aquella \u00abagradable emoci\u00f3n del alma\u00bb que proviene de la opini\u00f3n de que se posee alg\u00fan bien, y la tristeza, como contrapunto, ser\u00e1 aquella \u00ablanguidez desagradable\u00bb que procede de la opini\u00f3n de tener alg\u00fan mal o defecto. Ganancias y p\u00e9rdidas nos dejan alegres o tristes.<\/p>\n\n\n\n Descartes se quiere deshacer de la a\u00f1eja distinci\u00f3n entre concupiscencia e irascibilidad como las pasiones b\u00e1sicas y originales del ser humano. La concupiscencia que alude al apetito sexual y la irascibilidad que tiene que ver con el arrojo o el coraje. Son el caballo blanco y el negro de Plat\u00f3n. Reducir las pasiones del alma a estas dos, le parece inaceptable al tutor de la Reina Cristina de Suecia. La lujuria y la ira son dos de los pecados capitales. Estos pecados capitales tienen que ver con las pasiones. Pero no son los \u00fanicos. La lista se completa con la gula, la pereza, la avaricia, la envidia y la soberbia. Y quiz\u00e1 algunos de estos pecados capitales tengan que ver con alguna pasi\u00f3n que habr\u00eda de incorporarse al listado toral de pasiones.<\/p>\n\n\n\n Jos\u00e9 Antonio Marina ha trabajado a fondo este tema, de modo que nos ofrece dos libros en torno a ello: El laberinto sentimental <\/em>y el Diccionario de los sentimientos<\/em>. Este \u00faltimo de la mano de Marisa L\u00f3pez Penas. En el Diccionario citan a Keith Oatley y Johnson Laird que a su vez proponen como emociones b\u00e1sicas a la tristeza, la felicidad, la furia, el miedo y el asco. Sorprende encontrar casi cuatro siglos despu\u00e9s coincidencias entre las \u00abpasiones del alma\u00bb b\u00e1sicas de Descartes y las \u00abemociones b\u00e1sicas\u00bb de psic\u00f3logos contempor\u00e1neos. En este caso se repiten por los menos tres, aunque con su matiz: tristeza, felicidad (o alegr\u00eda) y furia (u odio). Recordemos que la elecci\u00f3n de las emociones b\u00e1sicas debe hacerse en la consideraci\u00f3n de que de ellas proceden las emociones restantes. Por ejemplo, el p\u00e1nico procede del miedo, que es la emoci\u00f3n b\u00e1sica.<\/p>\n\n\n\n El esfuerzo de distinguir las emociones b\u00e1sicas de las secundarias nos puede servir para lograr un mejor autoconocimiento. No olvidemos nunca el or\u00e1culo de Delfos: \u00abcon\u00f3cete a ti mismo\u00bb. Or\u00e1culo que complementamos con la frase \u00aby ser\u00e1s mejor persona\u00bb.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"Existen varias teor\u00edas sobre las emociones, los sentimientos o las pasiones en el medio psicol\u00f3gico. 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