Autocuidado del azúcar

Si bien es cierto que la diabetes conlleva diversas alteraciones metabólicas que alteran el funcionamiento sistémico de nuestro cuerpo, también es cierto que el objetivo principal está enfocado al control del azúcar para prevenir las complicaciones agudas como el mortal coma diabético o crónicas, a largo plazo, como la arteriosclerosis, responsable de la neuropatía, el daño a la vista y a los riñones, al corazón o al cerebro, y las úlceras de los pies.

Comento lo anterior, porque hay que decirlo, muchos diabéticos, mal orientados viven temerosos, con pésima calidad de vida, ingiriendo medicamentos dizque para prevenir las complicaciones crónicas, pero descuidan el pivote del tratamiento del diabético el control del azúcar.

Un ejemplo, de muchos.

Un paciente de unos 55 años, con diabetes reciente, de unos cinco meses ingería lo siguiente:

Losartan una tableta de 50 mg y una tableta de amlodipino de 5 mg «kiske» para controlar la presión y con ello proteger a los riñones y evitar la diálisis. Lo cuestionable es que le indicaron el tratamiento con la presión normal de 130/85 y durante la consulta la tenía de 95/65, por debajo del promedio de 120/80. Esto, parcialmente, explicaba que se quejara de decaimiento al disminuir el flujo sanguíneo al cerebro.

Ácido acetilsalicílico y pentoxifilina, dizque para «prevenir» un infarto del corazón y coágulos en el cerebro. La función de estos fármacos es «adelgazar» la sangre para que fluya con facilidad por arterias estrechas por arteriosclerosis que la diabetes puede acelerar, pero a muy largo plazo, cinco o diez años después de iniciada la diabetes. No era este el caso por lo que tampoco era necesario ese par de medicamentos cuyo riesgo nocivo es provocar gastritis erosiva con hemorragia interna potencialmente mortal. Y caso que fuese necesario, basta uno de esos fármacos, puesto que tiene el mismo efecto farmacológico.

Alfacetoanálogos, nueve tabletas diarias, dizque para proteger los riñones porque en un estudio general de orina encontraron 20 miligramos de albúmina (proteína) que normalmente no debe aparecer en orina, pero es aceptable que, en ocasiones por infección aguda de riñones, por ejemplo, aparezcan hasta 300 miligramos que, al corregir la infección, retorna a lo normal.

Le expliqué al enfermo que en realidad esas nueve tabletas no eran necesarias porque sus riñones estaban funcionando correctamente y el daño renal por la diabetes podría presentarse unos 10 años después del inicio. De hecho, en un estudio reciente su albúmina en orina era negativa y la creatinina era normal de 0.9 mg, (normal hasta 1.2). Le prohibieron ingerir proteínas naturales, arrachera y demás cortes y cuando mucho, en casos de daño renal, lo recomendable es solo disminuir, sin eliminar la ingestión de proteína ya que la proteína no causa daño renal.

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2500-50062021000100202

Conclusión, del enlace previo: «Aunque la evidencia es de baja calidad, se establece que la dieta muy baja en proteínas y suplementada con alfa-cetoanálogos en pacientes adecuadamente seleccionados reduce el deterioro de la tasa de filtración glomerular y parece reducir el ingreso a diálisis. Por tanto, se recomienda hacer un seguimiento estricto y periódico en el que se vigilen las medidas antropométricas y el perfil de riesgo de desnutrición».

Más claro, no está comprobado que los alfacetonálogos, que viene siendo «carne sintética», eviten o mejoren el daño renal, por lo que no estoy de acuerdo en evitar los deliciosos cortes de carnes a personas sin ninguna complicación renal y en todo caso, lo recomendable es evitar los excesos y esto es para cualquier alimento y para cualquier persona. Nosotros necesitamos cuando mucho unos 100 gramos de proteína al día (leche, huevos, queso, carnes rojas o blancas), que en general ingerimos en exceso, por ejemplo, un desayuno con un filete de carne, enchiladas con queso, un huevo, fácilmente contiene 200 a 300 gramos de proteína ¡y necesitamos solo 100 gramos en 24 horas! Prohibir la proteína natural, empeora la calidad de vida y nuestra función como médicos, es mejorarla.

Todo esto expliqué al enfermo, que además ingería otras tres tabletas de dos fármacos diferentes con vitaminas, hierro y ácido fólico, sin necesidad porque el paciente ni estaba desnutrido ni anémico.

Atorvastatina, era otro fármaco indicado dizque por colesterol elevado, 220 mg, siendo lo normal hasta 200 mg. Esta insignificante elevación del colesterol (un 10%), en realidad no merece fármaco alguno.

Glibenclamida 5 mg/metformina 500 mg, es una combinación ideal práctica, vieja y de reconocida eficacia que ingería el paciente, cuya dosis que tomaba era de una tableta diaria y lo paradójico es que su cifra de azúcar en sangre no bajaba de 200 mg, pues me mostró varios estudios en el dedo y en la sangre venosa, con cifras de azúcar entre 200 a 260 mg, siendo este el objetivo principal para el control de la diabetes y con ello prevenir las complicaciones agudas y crónicas, para las cuales recibía ya «tratamiento preventivo». Le sugerí que tomara la decisión personal de ajustar la dosis del medicamento para el azúcar, aumentando pequeñas dosis, media tableta y según la respuesta del azúcar midiéndola solamente en la mañana en ayunas, como guía, y que aumentara otra media tableta, con el objeto de mantener la cifra de azúcar entre 110 y 160 y que si en algún momento en las mañanas amanecía en 60-70 u 80, por ejemplo, que disminuyera media tableta para prevenir un bajón brusco y peligroso del azúcar.

En resumen: después de seis meses de observación, este hombre mantiene su azúcar entre 110-160, él tomó la decisión (autocuidado) de ajustar pequeñas dosis de la glibenclamida y metformina, según necesidades, y de las 16 a 18 tabletas que ingería al día, solo se mantiene bien controlado con el medicamento del azúcar ya que su colesterol, su presión arterial, y su orina se mantienen normales y no hay daño renal ni arteriosclerosis que amerite medicamentos para la circulación.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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