La paradoja de la democracia

Una paradoja es una afirmación que resulta contradictoria e imposible en principio, pero que esconde un significado trascendente que finaliza teniendo sentido y hasta lógica.

¿Qué es democracia en México?: «…no solamente una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo…» (artículo 3 de la Constitución vigente) Desde esa tesis constitucional nos preguntamos: ¿Ha existido realmente?

Bajo esos criterios filosóficos/políticos resulta ser cautivadora y suscita controversias y debates. Debe ser considerada peligrosa y aspiracional simultáneamente porque así como crea, aniquila, y la única estrategia es socializar tanto la educación como el ingreso personal y cultural.

Una idea provocativa es que la democracia no es más que una quimera, una ilusión, una construcción de la mente comunitaria que necesita creer en realidades objetivas, aunque sepa que no pueden existir, un elixir curativo de todo mal social, una ambrosía que solamente deleita a quienes pueden beberla, pero dejando con hambre, y mucha, a muchos.

Parte de conceptos subjetivos creados por discursos fantasiosos entre la realidad social y, una incompetencia mental basada en mentiras y falacias que ha sido la característica de muchas campañas políticas.

Siendo así, nos cuestionamos: ¿Es posible poseer democracia con grandes sectores carentes de satisfactores para las más elementales necesidades?

Hipotéticamente solo podría existir democracia si todos los seres humanos fuésemos idénticos en derechos y obligaciones; pero la fortaleza seductiva de «Pluto», dios de las riquezas, impide ese sueño y la desigual distribución de bienes en el mundo provoca mayor dilatación de ambiciones que impiden compartir derechos y produce solamente privilegios individuales. Al estudiar la historia de los sistemas gubernativos se descubre que siempre ha existido la dominación interhumana, jamás equilibrio ni étnico ni de género, menos de clases sociales.

Surge así la paradoja de la democracia: un bucle que lleva a infinidad de túneles oscuros que te ofrecen luz a su final, pero que ninguna sociedad realmente lo ha podido comprobar más que por cortos períodos generalmente convulsos. Por ello alteran la realidad social imaginándose como profetas y sin medir que están dañando aquello que presumen defender y que pocos son capaces de ver. Empujan a una mitómana con ínfimas luces intelectuales porque saben perdida la partida y cualquier aberración es buena, aunque sea como el burro que tocó la flauta, solamente que nunca le dijeron que este jamás quiso convertirse en concertista como ella que sigue vociferando. Jamás le hicieron ver que los entresijos filosóficos de la gobernabilidad humana presentan misterios comunitarios a cada paso que generan fosas y enredos infinitos incapaces de resolver sin atender plenamente los anhelos populares.

Lo más favorable para la democracia ya está aquí; las redes sociales, la inteligencia artificial están destruyendo los hoy prostituidos medios tradicionales de comunicación y las ablepsias de la política; las visiones soberanía, voluntad popular y hasta democracia están cambiando radicalmente cada día y los partidos, los grupos fácticos y las organizaciones de la sociedad civil que tanto presume la ultraderecha poseer, sin poseer nada, ya todo están yéndose al cenotafio, o se reinventan en todo o mueren como el PRD, ya frío despojo que atrae gravitacionalmente a los demás partidos al agujero negro de la historia. Lástima, porque sí se requiere una oposición fuerte, ni modo.

Paradójicamente hoy quienes se dicen súper defensores de la democracia están siendo exhibidos por sus correligionarios; ellos exigen «democracia» al interior del partido, no solo críticas a otros. Que no haya «elecciones de partido» como en el PRI donde el actual dirigente espera extender su periodo otro largo tiempo o en el PAN donde ha sido necesario la creación de comisiones para exigir comicios limpios porque su presidente en funciones busca permanencia física y/o “moral” a través de testaferro. Entre sus contrincantes se insiste mucho que no se vayan estos dos; que sigan dirigiendo sus partidos hasta «PeRreDizarlos».

Hoy la democracia se ha convertido en una selva oscura invadida por bestias salvajes hambrientas de poder y no existe estrategia para la supervivencia del débil a menos que utilice la unión y potencie sus debilidades ante las fieras que han crecido en la opulencia del poder político y económico.

Finalmente, a pesar de todo esto, podemos aceptar, que por dolorosa que sea la paradoja, sí somos demócratas…

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