El PAN en su laberinto

El partido Acción Nacional nació en medio de una crisis. Era el año de 1939. México era un país de 19 millones de habitantes repartidos en el área rural y las ciudades del interior de la República. La ciudad de México, era sin duda alguna el centro de la vida nacional. En Europa se iniciaba la Segunda Guerra Mundial y aquí se lidiaba con la inflación y la carestía. También la agitación política que se vivía por la sucesión presidencial, después del penúltimo informe del titular del Ejecutivo, agravaba la situación.

Los problemas del país no solo eran en lo interno también le venían del conflicto bélico del otro lado del mar. La prensa internacional a través de publicaciones puntillosas quería forzar al Gobierno mexicano a declarar su neutralidad. Se afirmaba en los periódicos de la época que nuestro país era pro alemán y pro comunista, que estaba infestado de agentes alemanes, comunistas, españoles y japoneses y una organización anti judía presta a entrar en acción en el momento en el que se le indicara. En el asunto de las elecciones presidenciales había dos nombres, el del general Mújica, que apoyaba el ala izquierda del partido oficial y por el otro, el general Ávila Camacho. Era un polvorín el PRM.

El PAN inició como partido político en 1939, por lo que ese mismo año entró en funciones su primer presidente nacional: Manuel Gómez Morín, quien lo fue durante 10 años. Aunque su gestación inicia desde 1915, cuando hizo un llamado para reconstruir el proyecto de nación y hacerle frente al entonces Partido Nacional Revolucionario (PNR), pero es hasta febrero de 1939 que se conformó su primer Comité Organizador en el local del Frontón México.

Posteriormente, el 16 de septiembre también de 1939, quedó conformada la Asamblea Constituyente de Acción Nacional, que adoptaría los Principios de Doctrina y los Estatutos de la nueva organización. Los aspectos económicos de los principios de doctrina y de los programas de acción fueron creados por don Manuel Gómez Morín, y los de Nación, el papel de la familia y del Estado, nacieron del intelecto y del alma de don Efraín González Luna.

Los hechos políticos acaecidos entre 1933 y 1935, tiempos duros de agitación social y de crisis económica; cuando el partido en el poder consiguió demoler las clases políticas, integrar y organizar a obreros y campesinos en sus sectores; también aparecieron grupos y personas inconformes con el régimen político instaurado por Lázaro Cárdenas, entre ellos, don Manuel Gómez Gómez Morín.

Me permito compartirle algunas expresiones «…una pesada tolvanera de apetitos desencadenados, de propaganda siniestra, de ideologías contradictorias, de mentira sistemáticas, impide la visión limpia de la vida nacional». Ese era el tsunami que devastaba a México en aquel entonces.

Y este su sentir de lo que debería ser la tarea de un partido político: «Quien desea establecer una doctrina básica, implícitamente opta por el abandono de las actitudes bizantinas de las discusiones críticas para adoptar una postura resuelta, una actividad definida, una acción constante de defensa y de realización de esa doctrina». «Al postular la primacía de la nación, el partido pretende que se afirmen los valores esenciales de tradición, de economía y de cultura. Busca también inspirar la ordenación jurídica y política de la nación en el reconocimiento de la persona humana concreta, cabal, y de las estructuras sociales que garanticen verdaderamente su vida y desarrollo».

Gómez Morín consideraba que lo número uno era crear conciencia ciudadana, para que los mexicanos se percataran de los problemas que tenía el país y despertara en ellos el deseo de participar en la solución. Que pena que sigamos sin alcanzar ese objetivo sustantivo. Asimismo, los jóvenes que se sumaron a la causa pensaron en la necesidad imperiosa de una acción conjunta para encontrar de nuevo el hilo conductor de la verdad y para dar valor a la acción. Al PAN lo abrazaron los jóvenes, los jóvenes que soñaban con un México diferente.

Uno de los primeros objetivos del fundador, fue formular para México una doctrina congruente y concreta, postulada como norma y guía para alcanzar sus metas, así lo expresó: «…una acción permanente que, basada en una actitud espiritual dinámica, hiciera valer en la vida pública la convivencia del hombre integral; una postulación de la Moral y del Derecho, como fuente y cauce de la acción política, y ésta, no mero cambio de personas, sino reforma de estructuras políticas y sociales, para gestionar el bien común».

Ya no estamos en 1939, ya estamos en el siglo XXI, en 2024. Y el PAN de Gómez Morín y de todos los hombres y las mujeres que sembraron y esparcieron sus semillas y lo cuidaron, tampoco están. Somos otros y otras, y hoy el partido azul y blanco se desdibuja en el marasmo de un presente al que parece que ya no le inspiramos nada. Y esto es consecuencia, no se dio por generación espontánea. Hoy día la lógica del poder y el dinero le está ganando a la lógica del bien común. La lucha por el poder se convirtió en prioridad.

En la conducta de los panistas no prima la fuerza de las ideas, sino la del interés, la nómina y el poder. Se mandó al olvido la mística del partido. No hay congruencia entre la democracia exigida y las prácticas del partido. La falta de trabajo y compromiso personal de la militancia están a la vista, no nos da ni para completar representantes de casilla, antes se iba por convicción a cumplir con un deber patrio, así lo entendíamos. Perdimos ante la ciudadanía la responsabilidad ética y con ella la confianza y la credibilidad.

No tenemos ni idea, y lo peor, ni voluntad, para traducir nuestra doctrina en políticas públicas y programas de Gobierno. Ya no enarbolamos las causas de la sociedad. No hemos sabido construir un modelo de Gobierno panista. Ya no somos el partido del cambio. Nos borramos solitos, sabrá Dios a donde mandamos la voluntad de arriesgar, de retar y de protestar. Borroneamos nuestra identidad institucional, por eso la gente ya no nos distingue y dice que «todos los partidos son iguales».

Se nos olvidó que los aliados históricos del partido son los ciudadanos, que nosotros no somos un partido de masas, ni de bases. Aferrados a nuestro pasado histórico del que presumimos, pero ni por asomo pensamos en los sueños ni en las ambiciones de nuestros aliados. Por eso nos han mandado al carajo, con perdón de la expresión. Ahí están los números. Otra: Nuestra estructura está mal diseñada, su funcionamiento en consecuencia, es deficiente, no hay acompañamiento, supervisión ni control, ni está acorde con la realidad ciudadana. Carecemos de estructura a nivel subcomités y secciones. No la hay para mantener el control y el cumplimiento de metas, ni evaluación de resultados. Hay un deterioro institucional a ojos vistas.

La capacitación es muy superficial y deja mucho que desear. Hemos dejado de ser escuela de ciudadanía, antes era primario, básico. No se está preparando a los líderes que estarán a cargo del partido dentro de 10 años. Los órganos juveniles prefieren los cargos a la formación. El trabajo y la labor del partido no atraen a los jóvenes a sus filas. Y el remate, los esquemas de afiliación son complicados e inflexibles. Y otra, que es vergonzosa, la impunidad de la que gozan una rastra de pillos, que de panistas tienen lo que yo de Albert Einstein, y siguen en las filas y en la trepadera de cargos, ha venido vulnerando gravemente a la institución. En fin, hay más, pero mucho más, que agregar.

Sino corregimos el rumbo, vamos a extinguirnos. Allá afuera no nos van a esperar. De suyo, hoy día, los partidos tradicionales ya no están en el ánimo de la gente. La extinción está a la vuelta. El partido fundado por don Manuel Gómez Morín está en esa situación, y lo llevamos ahí los panistas de hoy, unos por acción y otros por omisión.

¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados viendo su declive? Hoy no estamos mejor que en 1939. Un país requiere de contrapesos en el ejercicio del poder público, sino este se convierte en dictadura. Y en un régimen de esa naturaleza lo primero que se pierde es la libertad. Y a lo que se ve hacia allá vamos.

Solo quien no quiera verlo no lo admite. Están endiosados con las dádivas, los marginados de siempre, y los poderosos con otros grilletes más sofisticados, y la clase media, no sé qué demonios espera que ocurra. Por décadas, aun sin ganar elecciones, mi partido, Acción Nacional fue punto de equilibrio.

Fuimos oposición creíble y confiable. Recuperar lo que representamos y fuimos para millones de compatriotas, es nuestro reto. A ver si somos capaces.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

Deja un comentario