Luces y sombras 734

Luces

En México han sido reportadas como desaparecidas 290 mil 824 personas entre 1962 y agosto de 2023, según estadísticas proporcionadas por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB). Desde el primer caso, detrás de cada una de esas personas desaparecidas, existe al menos una madre, un padre o un familiar que lucha por dar con su paradero. Los colectivos de madres buscadoras merecen el respeto y la admiración de toda la sociedad. Por lo general, son pequeños grupos, casi siempre conformado por mujeres, que se mueven a lo largo y ancho del país, sufragando sus propios gastos y lidiando con la desidia de las autoridades, cuando no con la violencia del crimen organizado que no les permite desarrollar su trabajo. Con el aumento incesante de secuestros, el número de familias buscadoras también ha aumentado. Datos publicados por El Universal señala que en el país existen actualmente al menos 234 de estos colectivos, con presencia en 26 de los 32 estados, y sus integrantes aseguran que, a pesar de las dificultades que trae consigo interactuar con funcionarios corruptos más las amenazas que reciben en contra de sus vidas, no pararán hasta encontrar los restos de sus familiares.

Las madres buscadoras están conscientes de que su labor les puede costar muy caro. En mayo de este año, Teresa Magueyal, integrante de «Una Promesa por Cumplir» fue asesinada a balazos en la comunidad de San Miguel Octopan, del municipio de Celaya. La víctima buscaba a su hijo José Luis Apaseo Magueyal, desaparecido en la misma comunidad de San Miguel Octopan desde el 6 de abril del 2020. Naciones Unidas (NU) da cuenta del homicidio en México de ocho activistas dedicada a la misma tarea, entre enero de 2022 y agosto de 2023. Uno de los reclamos más recurrentes por parte de las buscadoras es la falta de sensibilidad que demuestra el Gobierno. Las autoridades suelen minimizar el fenómeno, lo cual las hace sentirse muy solas y desprotegidas. El crimen organizado, por su parte, las amedrenta y les exigen que «dejen todo ahí». A pesar de ello, irónicamente, los carteles suelen responder más con más frecuencia que los funcionarios designados para ayudarles. El propio presidente Andrés Manuel López Obrador respaldó el llamado de las activistas para establecer un pacto entre madres buscadoras con diversas organizaciones delictivas.

Este año la Feria del Libro de Guadalajara sirvió de escenario para que, durante la presentación del libro Madre buscadora. Crónica de la desesperación, su autora, Ceci Flores, fundadora del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, hiciera «un llamado de paz a los cárteles en Jalisco, que si con la muerte pagan su deuda nuestros desaparecidos, que no los desaparezcan, que nos los dejen en un lugar donde los podamos sepultar, darles una cristiana sepultura y un lugar digno donde descansar, piedad con nuestros desaparecidos y por las madres que tenemos que seguir luchando por ellos, tenemos que seguir buscándolos, arriesgando nuestra vida, amenazadas, desplazadas, desaparecidas y muchas que se fueron en el camino en la espera de volver a ver a sus hijos y que se fueron con los brazos vacíos». La acción implica una nueva estrategia y tiene lugar después de los largos procesos legales que las activistas han vivido con las autoridades y lo desgastantes que pueden llegar a ser. Flores mencionó que no conoce la causa de la desaparición de miles de personas, pero que espera que los implicados en dichos crímenes muestren empatía y los dejen encontrar a sus seres queridos.

Sombras

Las guerras han tenido un devastador protagonismo durante todo 2023. A la invasión rusa sobre Ucrania que inició en 2022 y amenaza con convertirse en un conflicto de muchos años, se sumó el ataque de Hamás a Israel, el 7 de octubre, donde mataron mil 400 personas en sus casas y las calles, durante la celebración de un festival de música. La respuesta del Gobierno de Benjamín Netanyahu resultó aún más cruenta. Bombardeos diarios sobre el territorio de Gaza han provocado, al menos, 11 mil 400 fallecidos, incluidos 4 mil 630 niños, según datos del Ministerio de Salud de Gaza. Las cifras no distinguen entre muertes militares y civiles. Y tampoco incluye a quienes fueron enterrados inmediatamente, tras un bombardeo, o aquellos desaparecidos cuyos cadáveres pudieran encontrarse, posteriormente, bajo los escombros. Este último punto fue resaltado por el Gobierno de Joe Biden, cuando una de sus funcionarias admitió que es probable que el número de muertos sea mayor. «Francamente, creemos que son muy altas (las cifras de víctimas) y podrían ser incluso más altas de los que se cita», reconoció Barbara Leaf, subsecretaria de Estado para Asuntos de Medio Oriente.

El enfrentamiento entre Israel y Hamás tiene dividido al mundo. Puede que en Occidente la mayoría de las naciones apoyen a Israel, pero no sucede así en Medio Oriente, donde tienen lugar los bombardeos. Sin duda, Tel-Aviv encuentra en Estados Unidos a su más poderoso aliado. No es de extrañar entonces que el presidente Biden se apresurara en anunciar su apoyo a Israel. Algo similar ocurre con buena parte de los países que integran la Comunidad Europea, desde donde se frenó la financiación de casi 700 millones de euros previstos para las autoridades palestinas. En cambio, Irán justifica y defiende las acciones de Hamás, grupo terrorista al que financia, al igual que hace con Hezbolá, la organización paramilitar que opera en el Líbano. Del mismo lado se posicionan Argelia, Líbano y Qatar, enemigos históricos de Israel. Mientras tanto, dos grandes potencias, Rusia y China, mantienen una postura ambigua. Aunque no apoyan la masacre de Hamás en el territorio de su vecino, tampoco aprueban los bombardeos sobre Gaza. Eso sí, ambos países están a favor de la existencia de un Estado palestino libre e independiente.

En el conflicto Rusia-Ucrania, que tampoco debe olvidarse, las cifras de víctimas mortales son aún peores. Antes de noviembre, el ejército de Vladímir Putin había perdido en su invasión a más de 300 mil soldados, según declaraciones del Estado Mayor de Kiev. «Las pérdidas totales en combate del enemigo entre el 24 de febrero de 2022 y el 31 de octubre de 2023 son, aproximadamente, 300 mil 810 personas», expresó mediante un comunicado. Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso confirmaba que 61 mil 207 efectivos ucranianos habían perdido la vida. El número exacto es imposible de precisar. Además de la dificultad que implica hacer un conteo de bajas en zona de guerra, tanto el Gobierno de Volodímir Zelenski como el de Vladímir Putin acusan a su contraparte de exagerar la cantidad de decesos del contrario y minimizar los propios. De cualquier manera, a la cifra de soldados muertos se deben agregar los 9 mil 900 civiles que también han fallecido desde que comenzó la ofensiva rusa acorde a un estimado de Naciones Unidas (NU). En cuanto al número de desplazados de Ucrania, los datos apuntan más de 10 millones, entre los que abandonaron el país y los que se reubican en el interior.