¡Siempre el dinero!

Para José Antonio Ibáñez, amigo y compañero, hombre consagrado a la defensa de los derechos humanos.

Hace un par de meses, nada más por conversar y entretenernos, pregunté a varios amigos y amigas, ¿qué porcentaje de sus pensamientos se concentran diariamente en el dinero? Me sorprendí al escuchar sus respuestas. Los porcentajes frisaban el 70% e, incluso, en algún caso, se llegó a hablar del 90%. No importó el estrato social de pertenencia. Tomé conciencia de la preocupación excesiva por el dinero, del desgaste innecesario que provoca pensar tanto en él. Al final de la novela ¡Siempre el dinero!, de Enzensberger, la tía Fé aconseja a su sobrina heredera Felicitas lo siguiente: «Cuanto menos penséis en el dinero, mejor. En el mundo hay muchas cosas menos fastidiosas». Ojalá le hagamos caso a la tía Fé.

Ahora, el diario La Jornada, en su edición del 26 de junio de 2024, afirma, citando una encuesta del Inegi y de la Condusef, que: «Ante la baja resiliencia para hacer frente a un gasto imprevisto, la poca seguridad en el futuro financiero; así como casi nunca o nunca sobra dinero al final del mes, siete de cada 10 personas adultas en México se encuentran en un nivel de estrés financiero moderado y alto». (Primera Encuesta Nacional sobre Salud Financiera, Ensafi, 2023). El estrés financiero, moderado más alto, en la población mexicana, alcanza el 71.5%. La consecuencia de esto es un daño a la salud física y mental del mexicano. La encuesta revela, además, que frente a los gastos imprevistos, poco o nada podemos hacer. El futuro financiero se torna incierto. Y aquí viene al caso la expresión sabinesca «no me pidas llegar a fin de mes», pues la mitad de la población adulta consideró que casi nunca o nunca le sobra dinero al final del mes. La mitad de la población, según esta encuesta, no goza de bienestar financiero. El estado de bienestar impulsado por el gobierno actual ha ayudado, pero no ha resuelto el problema. Seguimos en capilla.

Asegura, con humor, mi buen amigo José Luis Aranda, que «los gastos no se detienen». Y le sobra razón. El dicho popular lo confirma: «El dinero llega cojeando, pero se va bailando». Otro «cuaderno», Ramón Martínez, filosofa: «El dinero no te conduce a la felicidad, pero bien que te deja a una cuadra».

Muchas frases célebres han contribuido a sumarle significado al dinero. Y vaya que lo tiene. Pero hay que defendernos de su perniciosa influencia. Los cananeos contaban en su panteón con un dios del dinero, una poderosidad de la bonanza. Se trata del llamado —presumido había de ser— dios Mammón. Y es que los fenicios exageraban la utilidad del billete verde. Nestroy lo expresa jocosamente de este modo: «Los fenicios inventaron el dinero. Pero ¿por qué tan poco?». Nótese que al hablar de divinidad o de deidad, atiné a buscar como sinónimo la palabra «poderosidad».

Me gusta referirme así a los dioses por el poder que tienen sobre nosotros. Y el dinero, ¡vaya que lo tiene! La ambición por el dinero ha cobrado millones de vidas. «Poderoso caballero es don Dinero», cantó el poeta español Francisco de Quevedo. El poder en forma de dominio nos acojona. El dinero, al igual que la muerte, lo iguala todo: «y pues es quien hace iguales al duque y al ganadero, poderoso caballero es don Dinero».

Hace unos días me enviaron un meme donde aparecía una chica recostada, con un fajo de billetes en la frente y la leyenda: «Tratamiento para el dolor de cabeza, insomnio, estrés y depresión». No creo que ésta sea la solución para el llamado «estrés financiero» del que habla la encuesta de marras. Al dinero hay que saber controlarlo, relativizarlo, pues, finalmente, a ese dios Mammón lo inventaron los cananeos. Y lo primero que hay que hacer, sin caer en el conformismo napoleónico del «no le pidas al Señor, hombre que te dé una casa, agradécele mejor que tienes vida y trabajas», es optar por una vida sencilla, sin lujos, lejos del consumo compulsivo, casi al estilo del Poverello de Asís y su «deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco».

Ante la partida de mi querido amigo José Antonio Ibáñez, invito a leer su artículo «Los paraísos fiscales: gangrena social», publicado en el número cuatro de Arteletra: arteletra.com.mx. El economista y el sociólogo que fue José Antonio entendía con agudeza la función del dinero y la importancia de situarse frente a él desde el «nosotros». Así culmina su artículo: «Con más deseos que convicción, esperamos que las reformas antecedan a las tolvaneras de violencia anunciadas por la creciente desigualdad social dejada en el mundo por el neoliberalismo: son tiempos para el nosotros».

Referencia:

Enzensberger, Hans Magnus, ¡Siempre el dinero! Una novelita sobre economía, Trad. de Carles Andreu, Anagrama, Panoramas de narrativas, No. 919, Barcelona, 2016.

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