El nadir está muy cerca

Si usted recuerda sus clases de Historia Universal, hubo un acontecimiento que cambió el curso de la humanidad cuando surgió como movimiento disruptivo de la época. Me refiero al renacimiento, a ese movimiento cultural y artístico europeo, nacido en Italia, que se basó en el renacer de los valores de la Antigüedad clásica. Que alcanzó su cenit en el siglo XV y se extendió hasta la primera mitad del siglo XVI por toda Europa.

Expresa Pierre Francastel, el historiador de arte francés, que el Renacimiento, más que un código de conducta, es un inventario del universo que provocó que el hombre comenzara a pensar en función de las leyes físicas que lo rigen, y se aplicaron al estudio de las matemáticas, la geometría, la botánica, la anatomía, la filosofía, etc. En las artes, la pintura, verbi gratia, gracias a su disrupción apareció la técnica de la pintura al óleo, el retrato pictórico individual. La escultura se separó de la arquitectura y floreció de manera extraordinaria, de ello dan cuenta las obras de Leonardo Da Vinci y de Miguel Ángel Buonarroti, insignes ejemplos de esta gloria del talento artístico. No se diga en el ámbito de la literatura, nació un nuevo género de la prosa: el ensayo. En la lírica, la canción, la sátira, la oda, el himno, la elegía, la égloga, alcanzaron dimensiones magistrales… En la música, apareció la polifonía y con ella, el madrigal, la misa, el villancico, el preludio, etc.

Todo tocó el renacimiento. El feudalismo dominante como sistema económico de producción cerrado quedó desplazado y entonces se incrementó la producción, y con ello se desarrolló el comercio, aparecieron los primeros burgos, es decir, los centros urbanos en los que vivían los burgueses. Creció la actividad comercial y se diversificó. Con el fin de la peste negra que asoló a Europa en 1348, se inició un proceso de restauración. Los campesinos se hicieron de tierras mostrencas y empezaron a producir, aparecieron los citadinos asalariados con mejor paga debido a la escasez de mano de obra, derivada de la mortandad provocada por la enfermedad.

Se consolidaba una economía de capitalismo temprano. Las ciudades-estado italianas de aquel entonces comenzaron a anhelar la grandeza del pasado imperio romano. Asimismo, al conjugarse las condiciones económicas y políticas que trajo la caída del Imperio bizantino, el crecimiento de la producción y el comercio occidental, se renueva el interés por la literatura, la filosofía y el arte de la pompa imperial, es decir, renace el interés por la antigüedad clásica.

Nada más pensemos lo que pudo hacer la superación de la inmovilidad social propia del medioevo, con ello se despertó la conciencia de un nuevo orden social y cultural. El Renacimiento se extendió, reitero, por toda Europa, dando lugar a una auténtica transformación cultural. Ese espíritu pujante y optimista centró la atención en el ser humano, y con ello el advenimiento de una cultura antropocéntrica, que hizo del ser humano la referencia de la vida social y cultural, sin duda alimentada esta concepción en las raíces humanistas del humanismo teocéntrico de la edad medieval, pero alentada en la coyuntura del humanismo antropocéntrico del Renacimiento. No obstante, como apunta Pierre Francastel, esto no afectó la creencia en la divinidad, se aviva la fe en la esencia mística del mundo. Se transforman las relaciones humanas, pues el hombre deja de estar a merced del destino que determinaba el clero, y se comprende la relatividad de su condición. La vuelta al racionalismo y al cientificismo retira el velo místico de la naturaleza y se determina investigarla, estudiarla, para entenderla en toda su magnitud.

Otro aspecto importante, es que el Renacimiento permitió transitar de la era comunitaria del medioevo al florecimiento del individualismo, pero no en el sentido que hoy día le damos a éste. Aquel enraizaba en la comprensión del hombre de manera integral, resaltando el placer, la dignidad y la libertad. Otra aportación importante es que la Iglesia dejó de ser la única promotora de la cultura de Occidente y sectores de la sociedad se convierten en protagonistas de la producción artística cultural y promotora y protectora de las artes y las ciencias. También se abrió paso a la modernidad, reflejada en la aparición y consolidación de nuevos estados europeos, los viajes entre Europa y América. Así nacieron los ideales del movimiento humanista, y por ende una nueva forma de pensar. La cultura se liberó del confinamiento de siglos en los conventos y salió a la calle, y habiendo una mayor libertad de pensamiento aparecieron las primeras universidades. La invención de la imprenta también favoreció de manera contundente la difusión del nuevo discernimiento.

Y se empezó a escribir otra etapa, la de las conquistas y las colonizaciones. El viejo y el nuevo mundo se encontraron. Trescientos años tuvimos la bota del imperio español en nuestra tierra, hasta que vino el rompimiento con una guerra de sangre, muerte y mucho dolor. Y luego todo un siglo XIX de ensayos y búsquedas para ser nación. Cito este movimiento por lo que representó en su momento, por como cimbró los cánones impuestos en siglos de oscurantismo solapados para mantener alejado al hombre del conocimiento de la época de los grandes pensadores de la antigüedad, Sócrates, Platón y Aristóteles, éste último, genial, extraordinario, un hombre de inteligencia privilegiada, un visionario.

Hay tiempos en los que el hombre debe atreverse a estas disrupciones, a romper paradigmas y empeñarse en buscar soluciones a las necesidades y reclamos de la realidad en la que discurre su existencia, pero sin olvidar su condición de hombre, su humanidad, lo que lo hace distinto de los otros seres con los que comparte el planeta. Y hoy día, nos está destruyendo ese olvido voluntario, característico de los indiferentes, de los que nomás vociferan entre cuatro paredes las mezquindades de sus gobernantes, pero no levantan un dedo para oponerse.

Nuestro país, hoy, está siendo víctima voluntaria de las perversiones de un tipo que se convirtió en presidente de la república en 2018, en mayor medida, por el hartazgo de Gobiernos ayuntados con la corrupción y la impunidad que le han jodido la vida al país de manera impresionante, fueron el odio y el asco, los que lo convirtieron en jefe del ejecutivo, y también de mexicanos que genuinamente creyeron que él iba a resolver la problemática que nos agobia. ¿Y qué tenemos en estos casi cinco años de su desgobierno? ¿Cómo voy a creer en lo vertido en el documento al que ha denominado Proyecto de Nación 2024-2030 definitivo, en el que se apunta: «Profundicemos la transformación, promovamos el diálogo, el debate, el pensamiento crítico, la inteligencia colectiva y construyamos colectivamente un Proyecto de Gobierno para 2024-2030 que radicalice la transformación desde las bases?»

¿Diálogo? ¿Debate? ¿Pensamiento crítico? ¿Inteligencia colectiva? ¿Construcción colectiva de un proyecto que radicalice la transformación de las bases? No mienta, usted desprecia el diálogo, adora el monólogo, para eso son sus insufribles mañaneras. Usted no tiene ni idea de lo que es debatir, sus instrumentos son el insulto, la descalificación, la acusación sin evidencias, para quien ose discrepar de sus sandeces, de su ristra interminable de mentiras, de su estrechez de pensamiento y desconocimiento de una lengua tan rica como es el castellano.

¿Inteligencia? Usted detesta a los pensantes, le revuelven los dentros. ¿Pensamiento crítico? No juegue, para eso se necesita educación de primera y usted, sí, usted, destruyó el primer puente que construimos para redireccionarla. Y no movió un dedo para salvar al magisterio del lugar al que lo han condenado los lideretes sindicales que lo «ayudaron» a ser presidente en 2018.

Habemos muchos mexicanos que no vamos a permitir que siga engulléndote al país. No va a ganar ni presidencia ni mayoría en el Congreso. Ya sabemos cómo vencer a los de su condición. A punta de votos, no importa el dinero del erario que está repartiendo, ni la exhibición grotesca del circo que ha montado para consolidar su maximato. Son un reflejo exacto del tamaño de sus entendederas: Lilliput…

Ya nos tienes hasta la… sicofante, traidor a la patria, vergüenza nacional.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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