El populista del siglo XXI

El odio es una herramienta sine qua non al servicio de los intereses políticos, desde siempre. En su obra El Príncipe, el maestro de maestros, Nicolás Maquiavelo señala cuáles son las cualidades más deseables en un gobernante. Apunta que ante la diferencia de rasgos personales, los líderes muy queridos pueden ser los más traicionados por ser considerados ingenuos, en cambio los que son odiados, son más susceptibles de ser liquidados de manera violenta. El odio por ende, es un instrumento más óptimo para el rendimiento político y paupérrimos beneficios para la gobernanza. Y esto lo afirmó en una época en que la democracia no existía como forma de gobierno.

Y qué razón tenía don Nicolás, tráigalo a nuestra situación actual. Valiéndose de este sentimiento tan deleznable, López ha logrado dividir a los mexicanos, pero es lo único. El país está viviendo una de sus crisis más duras en todo sentido. Por un lado, su Gobierno no tiene ni pies ni cabeza, se rodeó de adoradores, no de personas competentes para el desempeño del puesto, y a tal grado los domina, que actúan como entes domesticados, incluso algunos de ellos han renunciado hasta sus credenciales académicas.

La inseguridad es el acabose, hoy mandan las mafias de la delincuencia organizada y rete organizada a lo largo y ancho del territorio nacional, se recrudece su presencia en determinadas latitudes, en las que son dueños de la vida y de la muerte de sus habitantes, o se suman o se mueren, sus blancos favoritos son los jóvenes, que reclutan para engrosar sus filas, dado que las actividades que realizan están emparentadas con la muerte, de modo que el reemplazamiento es urgente. Son los amos de la droga, de la trata, de la prostitución, de todo cuanto pudre la vida de los seres humanos y los convierte en piltrafas. Este es su negocio millonario. ¿Y el Gobierno? Pintado de inútil, metiendo al ejército en funciones que no le corresponden… ¿Y la Guardia Nacional?… da pena ajena, nomás por el capricho de un individuo enfermo de poder. De veras que está para que le pongan camisa de fuerza.

¿Y dónde carajos estamos los mexicanos? ¿En dónde nos perdimos? ¿Cuándo renunciamos a nuestra soberanía? ¿Cuándo decidimos convertirnos en títeres de semejante manipulador? Es un engendro del populismo. Pero ¿qué diantres es el populismo? En el diccionario de Conceptos fundamentales de la Ciencia Política de Ignacio Molina y Santiago Delgado, se define así: «Es un movimiento político heterogéneo caracterizado por su aversión a las élites económicas e intelectuales, por la denuncia de la corrupción política que supuestamente afecta al resto de actores políticos y por su constante apelación al pueblo, entendido como un amplio sector interclasista al que castiga el Estado».

No hay líder populista que no se considere asimismo representante político de amplios sectores de la población, enfrentados a un sistema corrompido por las élites, y es aquí donde el odio junta a tiros y troyanos, porque unifica distintos estratos sociales al darles una identidad colectiva y un enemigo común al que hay que perseguir. El populismo es un fenómeno de naturaleza discursiva y simbólica, no política ni ideológica. El llamado «pueblo bueno» se edifica a partir de una serie de demandas sociales que el sistema político no procesa de manera diferenciada. Es el liderazgo populista el que define quién es pueblo y quién no, a través del discurso consuetudinario de descalificación, de burlas, de insultos, hacia todos aquellos que no se cuadran ante su «alteza serenísima». El odio tiene un papel sustantivo en esta fractura, es el que la provoca, acicateado por el manipulador.

Con ese odio moviliza política y psicológicamente a sus seguidores. México hoy día es presa de ese odio del que se sirve el individuo de palacio para sembrar su dictadura. Solo el que no quiera ver puede negar hacia dónde nos lleva un régimen de esta laya, hacia una dictadura. ¿Qué es una dictadura? El diccionario la define como «el régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones y con la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad». Además, se caracteriza por la ausencia de pluralismo político y por vulnerar los derechos y libertades civiles de la población mediante su control autoritario.

Si los mexicanos nos quedamos de brazos cruzados, como es la costumbre de millones de compatriotas, en breve estaremos «estrenando» la cuarta dictadura. Hacia allá vamos. Y no estoy exagerando. Las evidencias están a la vista. López Obrador sueña con ver a México convertido en una Cuba, en una Venezuela, en una Nicaragua. Nos quiere condenar a la misma miseria a la que llevaron Castro, Chávez y Ortega a sus respectivos países, y en la que permanecen sumidos. Las nuevas generaciones no conocen otra realidad más que la impuesta por semejantes lagartos. Y se pega como lapa el microbio y despegarlo no es nada simple… nomás mire a la tierra de Martí. Y me refiero a las latinoamericanas, pero allende los mares también se cuecen habas.

La democracia se caracteriza por la pluralidad de partidos, la defensa de libertades individuales, la división de poderes, la elección de los gobernantes, la participación ciudadana activa y competitiva. La dictadura todo lo contrario.

Toda dictadura se sirve de la represión y la corrupción para existir. La represión se ejerce a través de la fuerza, la cárcel o la censura, así apaciguan cualquier brote de protesta de la oposición y protegen al régimen. Una dictadura sobrevive también en virtud de un grupo de apoyo garantizado con corrupción. Tener aliados en instituciones clave o tolerar su participación en actividades no lícitas son algunos ejemplos de cómo se crean «cúpulas» para mantenerse en el poder. ¿Le suena familiar?

López detesta la división de poderes, nos ha dado pruebas al por mayor de la repulsa que le produce este equilibrio instaurado por el Poder Constituyente ¿Y sabe por qué? Porque le estorban para alcanzar sus objetivos. Al Legislativo no es difícil someterlo, basta con que el partido en el Gobierno, como ha sido y es el caso, tenga la mayoría en ambas cámaras, y si es la calificada mucho mejor. López tiene la mayoría simple con Morena, sus aliados, y los que se venden, con tal de que no les saquen el historial de porquería que arrastran. ¿Pero cómo se hizo de esa mayoría? Muy simple, con la dádiva a los más pobres, con la complicidad de los más ricos y con la desgraciada indiferencia de la clase media. El abstencionismo tiene su fuente más grande en la clase media precisamente, la más golpeada por el gobierno de cuarta, a la que le reprocha su aspiracionismo, sus empeños de alcanzar mejor nivel de vida… Qué ironía.

Espero que el 2024 no repitan lo que se ha vuelto casi regla en los comicios electorales, su ausencia, su importamadrismo, y salgan a votar en conciencia y bien informados, o van a ser los primeros, instalada la dictadura, en llorar lágrimas amargas, porque contra ellos se va ir con rabia, el régimen que pretende instaurar López Obrador. Se empecina el extomador de pozos petroleros en borrar al único poder que no se le ha sometido, al Judicial. Y espero que no lo logre, aunque hacia ellos ha enfocado sus baterías. No quiere jueces libres, no quiere juzgadores imparciales, que a la única que estén sometidos sea a la ley, a la que juraron guardar y hacer cumplir. Los quiere serviles, igual que los que integran su gabinete en el ejecutivo, y en genuflexión a su persona como los que forman la bancada morenista y ad láteres en las dos cámaras. Quiere en los órganos creados ex profeso para ponerle límites al ejecutivo, verbi gratia, como el INE y la CNDH, tener a sus compinches a cargo. Con la desaparición de los 13 fideicomisos que aprobaron sus mozos de espadas, a los que dañan son a los mandos medios, no a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por favor lea al respecto.

Cuando esto escribo está ocurriendo la tragedia de Guerrero y ya no hay FONDEN, por mandato del hombre en el poder. Y así se llevó también el seguro popular, las guarderías para los hijos de las madres que trabajan, los medicamentos de los niños con cáncer, el CONACYT, entre otros beneficios para millones de mexicanos. ¿Y sabe por qué? Porque sólo lo que él mandata, según las perversiones que tiene en su cabeza, es lo único que sirve y necesita el país, así de mezquino y mediocre es. México se desangra en medio de la violencia que él no tiene ni idea cómo se combate, y si la tiene, le vale madre —discúlpeme la expresión por favor— al cabo que el dolor que enluta a millones de mexicanos, lo tiene muy sin cuidado. Da horror ver los avances del crimen organizado y la inutilidad del gobierno a cargo de este hombre que es la peor maldición que ha azotado a nuestro país, para combatirlo. Guerrero, verbi gratia, es una de las entidades federativas más dañadas por semejante plaga, y además se exhibe sin prurito alguno el depravado ayuntamiento entre los malos y las dizque autoridades.

Espero que quienes nos oponemos a este salvajismo, tengamos la inteligencia y los arrestos de deshacernos del mismo en 2024. O nos atenemos a las consecuencias.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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