Exhibir duele

El sigilo es, comúnmente, un aliado del delito en sus diferentes manifestaciones, de ahí que la acción de ocultar sea clave para quienes transgreden la ley. La cultura popular ha acuñado expresiones como «en lo oscurito», «por debajo de la mesa», para aludir comportamientos ilegales. La opacidad es antónimo de transparencia, de ahí que una forma de prevenir el delito sea exhibir y difundir. Por ello hay pantallas en algunos lugares donde se te avisa que estás siendo grabado, por ello es común que los delincuentes usen objetos que dificultan su identificación, como gorras y lentes oscuros. Ante la ola delictiva que vivimos, la tecnología debería ser cada vez más un fuerte aliado. Temas como el reconocimiento facial, aún perfectibles, deberán ser cada día más precisos, si queremos mejorar en la prevención de delitos.

Cuando se desea contratar a alguien que sepa trabajar bajo presión, no se le pregunta si sabe hacerlo, se le pide que cuente una anécdota donde trabajó bajo presión. De esta forma se sabe a qué le llama presión y cómo reaccionó. El pasado puede ser profeta. Imaginemos que pudiéramos tener una aplicación que nos permita conocer a la gente en función de su comportamiento anterior. Habría menos quebrantos si alguien te avisa «cuidado, estás frente a un defraudador, aquí está su historial».

En la década de los noventa, yo estaba dentro del sistema financiero y defendía a capa y espada el cumplimiento de las obligaciones de crédito, con el argumento de que habría afectaciones en la reputación a través del Buró de Crédito, incipiente organismo entonces. Varios amigos míos desestimaron las consecuencias, prefirieron dejar de pagar y demandar al banco. Con el tiempo me dirían: «¿Ves?, no pasó nada». Actualmente el Buró de Crédito ha tomado fuerza y representa un termómetro del comportamiento de pago, generando mejores decisiones para quienes otorgan créditos y una mejor conducta entre los deudores, por las consecuencias adversas que genera un mal historial.

Hacer pública información sobre el comportamiento de la gente ciertamente afecta la privacidad, pero abona a una sociedad más segura. En Estados Unidos los agresores en materia de delitos sexuales son etiquetados de modo que uno puede saber dónde viven. El historial de multas de tránsito afecta la cotización del seguro del auto. Manejar bajo la influencia de alcohol o drogas puede implicar que se te retire el privilegio de tener una licencia para conducir. Un potencial empleador tiene acceso a estos comportamientos de la persona y podría decidir no contratar a alguien con antecedentes delictivos. Que esto es discriminación, no tengo dudas, lo prefiero como una forma de vivir en una sociedad donde no haya impunidad y la gente sepa que sus acciones tienen consecuencias.

Ahora es frecuente que nos pidan la Opinión de Cumplimiento Fiscal. Una opinión negativa obstaculiza otros trámites. Es una medida que incentiva «portarse bien», cumplir las obligaciones. Imaginemos que el día de mañana tengamos una Opinión de Cumplimiento Cívico, y que un mal historial sea un impedimento tremendo para muchos aspectos de tu vida. Si alguien acostumbra cometer frecuentes infracciones de tránsito, es muy posible que sea proclive a cometer delitos mayores. Establecer un registro de comportamiento cívico sería una forma de exhibir la reputación más allá de si alguien tiene antecedentes penales. Podríamos empezar con los aspirantes a un puesto de elección popular en donde hubiere limitaciones a sus derechos en virtud de determinados comportamientos ilegales. En algunos estadios de fútbol se usa ya el registro del aficionado, una forma de fichaje con objeto de prevenir conductas delictivas. Los programas de cruce fronterizo, como Global Entry, clasifican personas en función de sus antecedentes.

Habrá que agradecerle al temible alacrán que no sepa fingir. Detrás de su acorazado cuerpo lleva ponzoñosas intenciones que su aguijón acusa. En su especie no hay buenos o malos ejemplares, son simplemente alacranes. El ser humano es mucho más complejo, tiene la opción de escoger su comportamiento, sabe aparentar y simular intenciones. Desenmascarar su aguijón no es la solución total, pero mucho ayudaría para bajar la incontenible impunidad que nos ahoga.

Fuente: Reforma

Columnista.

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