La derechización del país y de la UNAM

Una de las críticas que le hacen al presidente de México es que durante las mañaneras improvisa temas y golpea a diestra y siniestra a los distintos grupos sociales. No es así, si alguien tiene un plan y sabe muy bien lo que quiere es él. Sale a la mañanera con un guión perfectamente delineado. Tiene un plan de Gobierno y un plan político. Quien piense lo contrario está equivocado.

El presidente conoce muy bien el país, sabe bien lo que México necesita. Tiene una idea clara de dónde hay que tocar, dónde modificar y dónde poner el acento para transformar el país en una nación con un desarrollo equilibrado, menos injusticias sociales y, sobre todo, sin corrupción. Esto último es casi un sueño imposible.

Con el cambio de paradigma de la economía política pactado por los Gobiernos neoliberales con las elites nacionales y extranjeras, y la inserción dependiente a favor de las corporaciones financieras se lesionó la democracia nacional y se modificó el pacto para la creación y distribución de la riqueza y, lo más grave, se suprimió del proyecto histórico de desarrollo que teníamos los mexicanos a partir de la promulgación de la Constitución de 1917, lo que representó el desmantelamiento de la rectoría del estado mexicano sobre el desarrollo y la vida pública.

Este proceso en que los intereses privados de las corporaciones se impusieron al interés nacional y al interés público se prolongó durante más de 30 años. Durante ese periodo nadie de la UNAM se opuso al cambio, nadie protestó por eso, que es donde está la raíz de los problemas actuales de México.

El presidente de México señaló esa ausencia de crítica y de opinión de la UNAM, ante el desarrollo neoliberal de México, habló también de las instituciones de educación superior que se han «derechizado». Eso no es ninguna novedad, todo el mundo después de la caída del Muro de Berlín se ha derechizado, y en México vivimos uno de los más intensos procesos de derechización con los neoliberales que tomaron el poder. Esa situación, unida a que las instituciones públicas de educación superior no han sido un modelo de buen manejo administrativo y académico, motiva la necesidad de una revisión no solo de los planes de estudio, sino de las tendencias políticas que existen en esas escuelas plurales por naturaleza.

Cuando entré como alumno de la Facultad de Derecho a la UNAM, formaba parte de esas generaciones que nacieron bajo el impulso del Gobierno de Lázaro Cárdenas y sus políticas de protección a los pobres, gracias a las cuales accedíamos a la educación superior. Éramos una generación producto del esfuerzo individual y de una sociedad con gran capilaridad social. La gran mayoría veía en los estudiantes un compromiso político y social, y la UNAM se caracterizaba por el apoyo a los movimientos populares. Había un compromiso claro con las demandas populares, en lo internacional apoyábamos a la Revolución Cubana que era un símbolo de las luchas de liberación de los pueblos.

Visto en perspectiva éramos una comunidad académica plural, pero comprometida con las luchas sociales. Lo mismo ocurría en las facultades de ciencias políticas, economía, filosofía y letras. Solamente Ingeniería y Arquitectura se mantenían un poco alejadas de los movimientos sociales. Los alumnos, salvo los que venían de los colegios particulares, tenían un compromiso, el cual se fortalecía con su presencia en las aulas y con los planes de estudio.

Con la derechización del país se derechizó la Universidad, cambiaron los planes de estudio, se desprestigiaron sus trabajos y sus programas se adecuaron al proceso neoliberal, olvidando los objetivos sociales. Entraron nuevos maestros que cambiaron los planes de estudio. Al mismo tiempo surgieron en el país otros centros de estudio auspiciados por la iniciativa privada, el ITAM, la Universidad Iberoamericana y un sinnúmero de escuelas particulares. La UNAM fue perdiendo su presencia y fuerza política, ideológicamente se derechizó, académicamente se masificó. Se perdió la conciencia de clase de una institución que paga el pueblo, su administración se volvió botín de grupos políticos y gremios de profesionistas. Por su volumen y diversidad, la Universidad siguió siendo plural en sus enseñanzas y en la ideología, pero en esa pluralidad el compromiso con la nación y las clases sociales más desprotegidas fue quedando rezagado. Privó el individualismo y el egoísmo social en sus egresados, olvidando el compromiso que debe tener una institución pública. La UNAM no hizo más que responder al contexto social y político que la rodeaba y al interés de la clase dominante que dirigía el país.

Son asombrosas las formas y mecanismos administrativos y económicos que inventaron y pusieron en práctica para saquear los bienes públicos. No solo fue la venta de empresas a precios irrisorios, se lanzaron contra los recursos naturales, el petróleo, la electricidad buscando mecanismos de intermediación para apropiarse de la riqueza que generan estos bienes. Difícil de descubrir las formas técnicas, económicas y administrativas que inventaron los neoliberales, nunca su inteligencia fue tan lúcida.

En estos estos procesos la UNAM estuvo ausente con la crítica y la defensa de los bienes nacionales, nunca expresó una opinión a favor de la nación, guardó un silencio vergonzoso ante el saqueo nacional, cuando no participó en él. Ahora, con un nuevo Gobierno que ha estado revisando los rubros económicos políticos y sociales que fueron transformados para servir al modelo neoliberal en el saqueo de los bienes nacionales le tocó ser señalada cómo una institución que requiere reorientar sus objetivos. Los neoliberales pusieron el grito en el cielo. ¡Cómo cuestionar a la UNAM¡ De ahí que no debe de extrañarnos los señalamientos que se hacen en las instituciones de educación superior e investigación como el Conacyt y ahora la UNAM. Es necesario rectificar el rumbo, volver al compromiso social de las instituciones que financia el estado y paga el pueblo. La UNAM y otras instituciones deben olvidar y dejar atrás esa etapa en la cual los neoliberales como Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto, vivieron en amasiato con el PAN para ir en contra de la nación y el pueblo de México. Fin.

Autor invitado.

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