El término legislador proviene del latín legisläto-röris. Se utiliza como un sustantivo o adjetivo, toda vez que con él se denomina o califica a la persona que legisla. Esta persona que hace las leyes, las aprueba, promulga y da fuerza a las mismas, es un «hacedor de leyes». Con la aparición del orden jurídico, hace siglos, se abandonaron la ley del más fuerte y la «del Talión». De tal suerte que bien entendida esta actividad encierra el propósito de hacer lo recto, lo justo.
No obstante, al ser obra del ser humano, nunca será perfecta, pero sí perfectible, por ende, quien la hace, debe estar abierto a los cambios que una sociedad experimenta, y tener la inteligencia de incorporarlos con oportunidad y prudencia a su obra, con la finalidad de contribuir al equilibrio entre el interés colectivo y el bien de los individuos en lo particular. Pero la tarea de un legislador, no es solo la de un «hacedor de leyes», también debe ser un gestor, un procurador del bien de sus representados.
El Poder Legislativo es una pieza clave para el funcionamiento de un régimen representativo, como el mexicano. Su actuación se convierte en el único antídoto contra una plaga conocida como mal gobierno. El Poder Legislativo fue establecido por el Poder Constituyente como contrapeso del Poder Ejecutivo.
Infortunadamente, el predominio del Ejecutivo sobre el Legislativo ha sido grosero, enraizado en el control que el partido hegemónico estableció con la gran mayoría de legisladores emanados del PRI, que sabían de antemano que oponerse a lo mandatado por el presidente, era motivo más que suficiente para poner fin a sus carreras políticas. Así nació el presidencialismo mexicano. Con arreglos de este tipo más las facultades metaconstitucionales otorgadas en la propia Constitución de la República, como por ejemplo que el presidente sea quien envíe una terna al Senado para designar a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Pondere usted el daño que esto está ocasionando al país, porque al final del día, si el Senado rechaza las ternas, al final es el presidente quien directamente designa al ministro.
El Poder Legislativo ha sido el mandadero del presidente en turno, por décadas y sigue siendo. La mayoría de los diputados suelen ser del mismo partido del que viene el Ejecutivo, no representan los intereses de la población, sino los del presidente. Y con esto la efectividad de la división de poderes no existe. El Congreso abdicó de sus facultades formales, los legisladores se convirtieron en mozos incondicionales del Ejecutivo y no ha cambiado la historia. Ayer eran los priistas, hoy son los morenistas.
El presidente dice quién llega y quién no. Y se explica, López Obrador viene del viejo régimen. Y es que el Congreso es pieza clave para el funcionamiento de un régimen representativo y centro neurálgico de la vida política. De ahí la relevancia de la elección de quienes integren tanto la Cámara de Diputados, como el Senado. Pero a lo que se ve, las campañas se centran en la presidencia de la república y pasan de noche las de los legisladores. Y esto lo saben los partidos políticos, salvo las pluris, para las que se autodesignan dirigentes y adláteres, en los primeros lugares por supuesto, las de mayoría da igual quienes se postulen, al cabo que al grueso del electorado ni fu ni fa.
Estimado leyente, la calidad democrática en nuestro país seguirá yendo a la baja si permitimos que lleguen personas cuya carrera política no venga sustentada en motivaciones de interés público y de vocación de servicio, con competencias profesionales que enriquezcan su actuación llegado al cargo. Analice los perfiles de los aspirantes al Senado y a la Cámara de Diputados registrados para esta elección. ¿Qué perfil debe tener un aspirante a parlamentario? ¿Debe ser jurista? Es una cualidad muy relevante, no obstante, no es un requisito sine qua non. Lo que sí es importante es que debe entender que el bien público se encuentra en los extremos del exceso y el defecto, y por ello se requiere que tenga criterio para anticipar los pro y los contra de las decisiones trascendentales que tendrá que tomar, se necesita, leí en algún lado, que sea un idealista operante y un práctico con ideales. También es importante que sean personas atentas a las noticias, tanto de los medios tradicionales, como de lo que circula en las redes, asimismo de las iniciativas presentadas por sus compañeros para evitar duplicidades, y de los escenarios donde desarrollar sus tareas de manera efectiva.
Ser conocedor de la técnica legislativa; se trata de una parte del Derecho Parlamentario que tiene como objeto el conocimiento de «cómo» se elaboran las iniciativas de ley, su redacción, su presentación, aunque tenga asesores. Asimismo, incluye el uso adecuado del léxico en la redacción legislativa, y a dominar el discurso y la retórica parlamentaria. Todo esto coadyuva a la consolidación de la democracia y la responsabilidad social con la ciudadanía.
Debe también tener conciencia de no perder piso y mantenerse en comunicación con sus representados, a ellos se debe, para ellos trabaja, de modo que debe rendirles cuenta de sus actividades, de su trabajo en el Congreso. Hoy esto se facilita mucho a través de las redes y las plataformas digitales.
Los legisladores deben tener bien claro que en el seno del Congreso se manifiesta el pluralismo de la sociedad mexicana, que es el cauce ideal para resolver las tareas pendientes que tenemos como nación. Que es el sitio idóneo para destrabar tensiones y resolver diferencias políticas. De ese tamaño es la importancia de este órgano del Estado. Ya es hora que los mexicanos entendamos que no podemos darle espacio a cualquier individuo, dada la trascendencia de las tareas. Es verdaderamente preocupante la cantidad de curules que son ocupadas por personas que llegan vía grupos de interés o por parentesco con quienes ya están colocados en las altas esferas del poder público, y no por aquellos que sí han dedicado buena parte de su vida al trabajo social, de calle, que los conocen por su labor cotidiana siempre dirigida hacia el bien común. También y lo subrayo, la ausencia de políticos de carrera, con trayectoria irreprochable, preparación indiscutible para el trabajo parlamentario, a las que el propio partido obstaculiza la candidatura, por no ser del gremio de los incondicionales del dirigente en turno. Eso empobrece el trabajo legislativo y manda la calidad de la democracia al sótano, en perjuicio de los mexicanos.
La importancia del trabajo legislativo radica mucho en la sensibilidad de los parlamentarios, en su disposición de escuchar, en su capacidad de entender las necesidades de sus representados, en demostrar con su desempeño que están ciertos de que hay que mover inercias y empeñarse en acabar con ese distanciamiento que el mexicano siente de sus representantes. En mucho de esa desvinculación proviene el rechazo a la clase política. Hay que atreverse a romper paradigmas y demostrar en los hechos que legislar a favor del pueblo no es una frase hueca. Hay pobreza extrema en este país, hay mexicanos que comen una vez al día, se bien les va, y eso no se vale, como tampoco se vale el asistencialismo con el que son sometidos para que jamás dejen de ser pobres.
Necesitamos un gobierno federal verdaderamente casado con la generación del bien público, no nada más el de unos cuantos. Y ahí el papel del Congreso es fundamental, es el único facultado para corregirle la plana al Ejecutivo, ya que son los que le aprueban el Presupuesto de Egresos de la Federación. Asimismo, son los que le revisan la Cuenta Pública del año anterior; los que aprueban el Plan Nacional de Desarrollo; y, quienes le ratifican funcionarios federales establecidos en la Constitución. Pondere estas facultades, no son las únicas, pero le pueden cambiar el destino a México si son ejercidas por gente pensante, comprometida con el bien del país, con alto sentido de responsabilidad y con un respeto profundo por el pueblo soberano. Por favor, no se ciegue nada más con la elección presidencial, necesitamos diputados que si nos representen como población y senadores a los que sí les importe Coahuila. Infórmese del desempeño de los que hoy tenemos. Y usted decida, en conciencia, que clase de nación quiere. Jóvenes, si leen esto, no se den la vuelta. Su voto es definitivo para el futuro de este país. Mañana van a ser adultos, se los juro.