Esa silla está maldita; el que sienta en ella se vuelve loco
Emiliano Zapata
Símbolo máximo del poder desde el virreinato hasta ahora mismo junto con la banda presidencial, tiene una historia interesante, pero más lo son su búsqueda e intentos sobrehumanos para conseguirla.
El tlatoani mexica poseía un lugar especial donde se ubicaba para hablar y que todos lo obedecieran. Cuando en 1522 se construyó el primer palacio virreinal, en el salón de solio, se elaboraron dos soberbias sillas gemelas, una para el rey y otra para la reina, que nunca fueron utilizadas ya que los monarcas hispanos jamás se dignaron visitar sus posesiones en América, solamente se enriquecían con ellas; el virrey utilizaba una silla hermosa, colocada en un nivel más bajo que aquellas.
Agustín I, en 1822, mandó construir un trono soberbio que aún se guarda en la catedral. Maximiliano ocupó una, dicen, traída de Europa.
La primera silla republicana conocida se la regalaron a Benito Juárez los estudiantes del taller de orfebrería que él mismo había fundado; era de madera cubierta con hoja de oro y terciopelo rojo; la adornaban un águila con gorro frigio y símbolos masónicos bordados con hilo de oro. Las patas son águilas doradas y la usó él, los presidentes anteriores a don Porfirio —que la ocupó 30 años—, luego Madero, Huerta, Carbajal y duró ahí hasta la histórica fotografía de Villa y Zapata (1914), quien quiso quemarla. Actualmente es exhibida en el museo de historia (Castillo de Chapultepec).
Existe una segunda silla, mandada a elaborar Porfirio Díaz en 1904 para el centenario, menos ostentosa. Actualmente en uso una tercera, elegante pero sobria y austera; desde Cárdenas hasta la actualidad.
En la historia mexicana muchos la han perseguido; algunos que quisieron poseerla nunca llegaron, como Jesús González Ortega. Destaca don Nicolas Zúñiga y Miranda, el «candidato perpetúo» contra Díaz, Carranza, Obregón y Calles, con elegante vestimenta era aceptado en ciertos círculos, él realmente creía que había sido elegido y se presentaba como presidente legítimo; aunque no poseía un alto IQ, nunca perdió su dignidad, se declaraba «ingeniero», asegurando saber mucho de geofísica, creó una máquina que predecía temblores y erupciones volcánicas. Era objeto de burlas, demostró que sí sabía sumar y poseía la capacidad de saber en qué estado o en qué universidad se encontraba sin confusión mental para luego soltar risitas idiotas; como pensaba antes de hablar, no necesitó pedir disculpas o corregir sus fallas continuamente.
Ha habido candidatos que debieron usarla, pero no lo hicieron jamás, «ganates, pero no salites»: José Vasconcelos (1929), Andrew Almazán (1940) y Cuauhtémoc Cardenas (1988).
Uno bastante inteligente que no aceptó: Luis Cabrera (Blas Urrea) padre de la reforma agraria. En 1945, el PAN lo designó su candidato a la presidencia, pero hábilmente declinó porque era imposible compartir ideologías. Hubo otros que llegaron muchas veces: Santa Ana, Valentín Gómez Farías, Juárez y don Porfirio.
Un caso especial de quien tal vez pudo, pero no quiso: Mario Moreno «Cantinflas»; jamás fue postulado candidato formal, sin embargo, recibió infinidad de votos en varias elecciones. En sus películas cometía gravísimos errores intencionalmente para hacer reír a su público; no era un genio, pero tampoco tenía un coeficiente intelectual tan bajo que olvidara temas a tratar por pérdida de apuntadores y hasta nombre de películas en que actuara. Nunca se burló de quienes no habían logrado un patrimonio; jamás insultó al pueblo llamándole flojo y mantenido; jamás peleó rating con otros mimos que le ganaban, mintiendo al decir que no servían y cuando le favorecían, esos sí eran buenos, ni se autoridiculizaba con bailes grotescos y mucho menos hizo propuestas absurdas e irrisorias como salar agua dulce para después desalinizarla, insultar a sus aliados o proponer preguntar a los muertos la causa de su deceso, tampoco vulgarizó y menos ninguneó a sus asistentes entregándoles sucios despojos de él en la mano.
Ninguno de los mencionados fue ególatra que creía saber todo siendo realmente ignorantes galopantes y sin agilidad mental para enfrentar retos instantáneos y obsesionados psiquiátricamente con sus adversarios a los que mencionaban agresivamente en todos sus mensajes.
La historia es muy dura, finalmente juzga sin inclinaciones ideológicas y no tiene piedad con tardos indignos.