Luces y sombras 708

Luces

La ofensiva de Rusia contra Ucrania ha causado cientos de miles de víctimas mortales y millones de desplazados, pero también ha servido para unir a organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y personas de reconocido prestigio internacional para crear conciencia en contra de esta guerra injustificable.

El otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2022 a defensores de los derechos humanos y civiles de Bielorrusia, Rusia y Ucrania representa un mensaje directo del comité noruego a Moscú por la invasión. El reconocimiento le fue concedido a Ales Bialiatski, defensor de los derechos humanos de Bielorrusia, a la organización rusa de derechos humanos Memorial, y a la organización ucraniana de derechos humanos Centro de las Libertades Civiles.

El comité publicó en sus redes sociales que los ganadores «han realizado un esfuerzo extraordinario para documentar los crímenes de guerra, los abusos de los derechos humanos y el abuso de poder. Juntos demuestran la importancia de la sociedad civil para la paz y la democracia».

Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras mantienen un profundo seguimiento de los hechos que ocurren en las zonas en conflicto y comparten la información con el mundo. Dentro de Ucrania, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ejecuta diversos programas de ayuda en efectivo de emergencia y proporciona artículos de ayuda de primera necesidad —mantas, colchonetas y alojamientos— a la par que se coordina con otras organizaciones para multiplicar el apoyo. Empresas privadas también se suman a los esfuerzos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) o el Programa Mundial de Alimentos (PMA) entregando donativos financieros y en especie.

Artistas, atletas y celebridades de la talla del actor Ashton Kutcher; la actriz Mila Kunis —nacida en Ucrania—; el basquetbolista Shaquille O’Neal; la cantante británica, Ellie Goulding; la estrella del pop, Harry Styles; el artista Shepard Fairey, el campeón de boxeo Wladimir Klitschko, y la influencer, Gala González han aprovechado su fama y poder de convocatoria para recaudar fondos a favor de los ucranianos.

La revista británica The Economist modificó sus criterios para la designación del país del año que usualmente apuntan a aquellas naciones que han mejorado más que otras en los últimos 12 meses y le entregó el título 2022 a Ucrania por el «heroísmo de su gente y por plantarle cara a un matón». «En tiempos normales, elegir el país del año de The Economist es difícil. Nuestros escritores y editores generalmente comienzan con un debate libre en el que hablan sobre los reclamos de media docena de naciones preseleccionadas. (Sin embargo, esta vez) la elección es obvia. Solo puede ser Ucrania», puntualiza la revista.

El apoyo simbólico más reciente tuvo lugar el 21 de diciembre bajo el nombre de «Light Up Ukraine», cuando algunas de las ciudades más importantes de Europa y Australia apagaron durante una hora sus luces para denunciar la táctica empleada por Moscú que consiste en bombardear la estructura energética de Ucrania y así debilitar a su población. El gesto internacional que contó con la participación de Berlín, Sídney, Sofía, Estocolmo, Bruselas, Londres, París, Roma, Madrid, Tokio, Lisboa, Atenas, Montreal, Oporto y Bucarest, entre otros, incluyó entre sus objetivos la recaudación de fondos para la compra de mil generadores eléctricos que servirán para abastecer hospitales ucranianos.

Sombras

La única guerra activa en Europa —un conflicto que, según los cálculos preliminares de Moscú, duraría un «par de meses»— ya amenaza con convertirse en una contienda de años. El 24 de febrero la invasión se presentó como una «operación especial», con ataques a Kiev, en lo que supuestamente sería una guerra relámpago. Diez meses después no se atisba su fin y las cifras de bajas y desplazados van en aumento. Aunque las estadísticas que manejan ambos bandos difieren, se calculan, al menos, 240 mil víctimas mortales y 7.8 millones de refugiados de Ucrania en toda Europa —sin incluir a quienes se han visto obligados a huir de sus hogares, pero permanecen en el país—. La provisión de energía en Kiev ha sido fuertemente menguada. El 80% de los ciudadanos de la región está sin suministro eléctrico. «Debido a los daños a gran escala de la infraestructura energética, Ukrenergo (el operador de la red eléctrica) aplica cortes de emergencia. El 80% de la región carece de electricidad», aseguró el jefe de la administración militar regional, Oleksiy Kuleba.

La visita del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, a Washington el 21 de diciembre, sirvió como espaldarazo para la aprobación por parte del Congreso estadounidense de una ayuda militar de 45 mil millones de dólares a Kiev, hasta la fecha el mayor paquete de financiación que se le ha suministrado. Asimismo, el presidente Joe Biden anunció la entrega de misiles tierra-aire Patriot y el compromiso de entrenar a militares ucranios en un tercer país.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que este nuevo traspaso de armas de EE. UU. a Kiev complica la situación bélica. «El suministro de armas continúa y se amplía el abanico de armas suministradas. Todo esto, por supuesto, conduce a un agravamiento del conflicto. Esto no augura nada bueno para Ucrania», comentó.

Como respuesta, el presidente Vladímir Putin aprobó un plan para aumentar el 30% de las fuerzas armadas y pasar de 1.15 millones a 1.5 millones de soldados y «garantizar la resolución de problemas relacionados con la seguridad militar de Rusia».

Las agresiones no se realizan solo con balas, drones y misiles. Durante los primeros nueve meses de 2022 se documentaron 178 ciberataques en Ucrania, de los que 87 se produjeron en el tercer trimestre del año, más del doble que en el segundo, según la ONG Instituto para la Paz Cibernética. Según esta organización, 23 de los incidentes registrados en el país entre julio y septiembre afectaron al sector público, 14 ataques estuvieron dirigidos a los medios de comunicación, seis a telecomunicaciones y entidades financieras, cinco a civiles y fábricas y cuatro al sector energético, al transporte y al comercio.

En este contexto, el rol de la dirigencia de Naciones Unidas (NU) ha dejado mucho que desear. Su posición ante el conflicto ha sido bastante laxa y las presiones diplomáticas para favorecer un diálogo de conciliación no han resultado efectivas. Sus mayores esfuerzos se han volcado a la implementación del Acuerdo del Mar Negro para la exportación de cereales ucranianos y para facilitar el flujo de fertilizantes rusos, junto con la posibilidad de acelerar el intercambio de prisioneros de guerra entre los dos bandos. El secretario general, António Guterres, aseguró el 19 de diciembre que no es optimista respecto a la posibilidad de que Rusia y Ucrania mantengan negociaciones de paz en un futuro cercano. «Creo que la confrontación militar va a continuar y creo que aún tendremos que esperar un momento en el que sean posibles negociaciones de paz serias», declaró.