¿Qué clase de país queremos en el 2024?

«Solo los cobardes necesitan de la mentira para eludir la realidad».

Anónimo

El tema principal, hoy día, tanto en los medios de comunicación tradicionales, como en las «benditas» redes son las elecciones de 2024 y también en las conversaciones cotidianas. Todo el tiempo ha sucedido, lo que destaca es que ni siquiera han iniciado las precampañas, pero el presidente de México, convertido ilegalmente en el coordinador de campaña de su partido, con toda la desfachatez que lo caracteriza, le ha dado vuelo al tema, pasando y requete pasando por encima de la ley, lo cual no es novedad, porque está más que visto que es una de sus perversiones favoritas, al cabo que por el poder que tiene atrás, como Fulgor Sedano, el capataz de Pedro Páramo, de la novela cumbre de don Juan Rulfo, hace lo que se le da la gana, como lo ha hecho desde que se dedicaba como mercenario del PRI, a tomar pozos petroleros, cuando se le ordenaba, así empezó su «carrera» política, y lo que bien se mama no se olvida.

El individuo cuenta historias a su manera, habla todos los días de un México que solo existe en su cabeza. Y hay muchos mexicanos que se las creen, y están bien identificados, como siempre, los encadenados al asistencialismo ad perpetuam y porque así conviene a sus intereses, muchos de los hombres del poder económico, porque business son business.

Y a aguantar caña, como dicen en el rancho, el resto de la población. Y ahí hay todo un abanico variopinto, entre ellos los que tenemos bien claro que este Gobierno nos está llevando al voladero, y los que aun viendo la tempestad no se hincan. Todo lo que este tipo está haciendo ya está teniendo consecuencias funestas y las que nos faltan. Todo tiene impacto directo en nuestras vidas. Está borrando la república y las libertades e instaurando una dictadura. Ya tuvimos tres, ni una más.

Lo que él hace, ni el más cínico y fresco de sus antecesores se ha atrevido. Y mire usted, generoso leyente, porque lo sabe tan bien como yo, que se han sentado en la silla del águila, verdaderos desalmados. Este, con la mano en la cintura, es de los que matan riéndose. La defensa de la democracia pasa por luchar por la libertad ciudadana, por la igualdad, por el respeto a las instituciones, por la ampliación de derechos. A la ultraizquierda mohosa que en él habita, todo esto le vale una pura y dos con sal. Lo suyo son la exclusión y el separatismo. Bajo esa premisa, la democracia enteca que de por sí tenemos se está quedando en los puros huesos. Y eso es exactamente lo que él busca, para entonces erigirse en amo y señor de este país, así, literalmente va por todo, sin contención alguna. No es fortuito el desmantelamiento de instituciones autónomas, su empeño en hacer tiritas la división de poderes, su «generosidad» con las fuerzas armadas, la austeridad republicana para todo aquello que no le es prioritario a sus planes, etc., etc… El «espíritu de nuestro tiempo» se dice a sí mismo, igualito que Hitler, es cumplir su sueño y ya se verá después… y ya sabe usted lo que vieron los alemanes.

Hay algo que la oposición no debe perder de vista y estriba en que, el populismo de esta ultraizquierda del illuminati, se fortalece cada vez que se socava una institución, por eso escupe espuma cuando no lo logra, verbi gratia, el Poder Judicial que no se le pone a disposición; o un medio de comunicación que le estampa sus verdades por la cara. Cuando la oposición lo interpela, quisiera fulminarlos porque eso alienta la desconfianza y esta es veneno puro para su expansión. Hay hilos que se entrelazan para sostener la democracia: como son las instituciones, los medios de comunicación libres, que he mencionado, los cuerpos de funcionarios que no dependen de su Gobierno, y que afirman lo contrario en los hechos, a lo que él proclama y vende como verdad absoluta. Eso lo enloquece, lo estremece de ira.

Ahora tiene un nuevo blanco al que fustiga un día sí y otro también, a Xóchitl Gálvez ¿Por qué? Usted lo sabe. Se le encoge todo nada más de pensar que sea la que desplace a sus corcholatas, sobre todo a su favorita a sucederlo. Y no tiene freno para calumniarla, la quiere desbaratar, pero se está topando en pared, porque ella representa todo lo que él no es ni será jamás, aunque a mañana, tarde y noche se ahúme con incienso y mirra.

La campaña cotidiana, con la que alimenta su ego y engatusa a quienes se dejan, apela a las emociones, no a la inteligencia. En ese campo se mueve su populismo saturado de mentiras. Ese lenguaje típico del dictador bananero es infinitamente grave porque la ficción se multiplica en las redes en las que se «informan» millones de electores, ahí se simplifican los mensajes, se borran los matices, se le «habla» a la víscera. De ahí que el discurso racional, el de los argumentos, vaya a la baja. Lo que «vende» es el tuit, la frase pegajosa, el slogan, el fake. De esa suerte estamos.

Por eso el consultor político Antoni Gutiérrez sostiene que hoy, si el político quiere ser escuchado, tiene que irse por la conexión emocional. Frente al empuje de esta izquierda enferma, la oposición no se debe de dormir en sus laureles. Hoy más que nunca la unión de los partidos de la oposición con la sociedad civil organizada debe de apuntalarse en una plataforma de propuestas aterrizables a favor de los mexicanos y con candidatos competentes y honestos. Si no se respeta esta regla de oro y llevan a las elecciones gente impresentable y promesas electoreras, ya nos cargó la trampa.

El que hoy desgobierna nuestro país, está cegado por la soberbia, y en ese despropósito ha roto con el respeto que le debe al adversario, a las instituciones, al Estado de Derecho y a la verdad. Y el precio que se paga por ello, y no porque yo lo apunte, sino porque ahí está la historia para dar cuenta de esos arrebatos de hígado, es muy alto. Su estrategia enfermiza de culpar a los conservadores —anda perdido en Historia— de todos los males de este país, es ridícula, es su incapacidad manifiesta de que no sabe ni madre de lo que es administrar y dirigir un país del tamaño de las problemáticas que aquí se viven. A lo que se ha dedicado es polarizar a la población, porque según su enana inteligencia eso favorece el fortalecimiento de su izquierda enferma de pasado. Una vez instaurado este derrotero, todo se vale. Una mentira de esta proporción, pone en jaque todo el sistema democrático. Y lo convierte a él, en el paladín que México necesita para emerger victorioso, como ave Fénix, de entre sus propias cenizas. Cuando hablamos de un partido en el Gobierno como el del illuminati, el rechazo a los acuerdos sociales se vuelve regla, y entonces, la democracia, lo repito, se queda en los huesos.

Por eso es fundamental en el proceso eleccionario que se avecina, en el que elegiremos presidente de la República, senadores, diputados federales, y en el caso de Coahuila, alcaldías, más allá del ruido que traen las elecciones, que escuchemos qué proponen las fuerzas que compiten. En lo que elijamos nos estaremos jugando nuestro destino en los próximos años. Lo que decidamos en las urnas tendrá un impacto directo en nuestras vidas. México necesita cambios estructurales para generar una sociedad más equitativa, más justa, en la que las garantías de un futuro digno para todos, deje de ser mito. Requerimos de un Gobierno capaz de implementar políticas públicas traducidas a acciones contundentes para resolver de forma inteligente las desigualdades que agobian a México y cuyo objetivo principal sea alcanzar el bienestar de las personas. Por favor, llegado el momento, informémonos cuales son las soluciones que ofrece la alianza en materia de economía, de salud, de educación, de seguridad pública, de migración, de protección al medio ambiente, entre otras, y que sea eso lo que defina nuestro voto el domingo 2 de junio del 2024. La discordia, la inquina y la rabia, no sirven para convencer a nadie, solo provocan polarización. No les demos cabida, lo que necesitamos es pensar con la cabeza fría. Se trata de apelar a las convicciones y al raciocinio. Quienes estamos convencidos de esto, debemos ganar el corazón de la ciudadanía con argumentos, no con descalificaciones. Persuadamos, convenzamos, despertemos conciencias y almas. De verdad, nos va la vida en esto. No validemos una vez más la política de las mentiras, de la manipulación. Vamos a convencer a los indecisos y a quienes no votan que México hoy, nos necesita a todos. Hermanémonos en nuestra mexicanidad, en todo aquello que nos hace sentir orgullosos de haber nacido aquí, de lo que nos significa ser parte de esta tierra adorada en que enraíza nuestra ascendencia y florece nuestra descendencia. Echemos nuestra inteligencia por delante, privilegiemos el sentido común, démosle dignidad a un instrumento, como es la política, para gestar bien común. Unámonos para defender a México, pero en serio, en los hechos, no en la palabrería barata a la que hemos permitido que se reduzca nuestro derecho a decidir que queremos para nuestro país.

¡Que viva México, qué viva México!

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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