Votar informados es un deber cívico

El próximo 4 de junio se celebrarán en nuestro estado los comicios para elegir Gobernador y 25 diputados locales, 16 de mayoría y 9 de representación proporcional. Es indiscutible que pese a los avances que hemos tenido en Coahuila sobre democratización, todavía hay mucho, pero mucho que hacer. Aún se queda un número importante de coahuilenses sin ir a votar, de hecho y de jure aquí el ganador es el abstencionismo, sobre todo en lo que llamamos elecciones intermedias, cuando van solos los diputados.

Hoy no es el caso. Todavía hay mucha población que está convencida de que el voto es un medio poco efectivo para cambiarle el derrotero a Coahuila y convertirla en una entidad federativa en la que la aplicación de la ley sea pareja y se castigue a todo aquel que la infrinja, sin distingo alguno. Este es uno de los reclamos más duros, pero no es el único.

La «sensación —me decía una buena amiga— de que los ciudadanos no tenemos ninguna influencia en las acciones del Gobierno ni en el actuar de los legisladores, aprieta como certeza». Y otra apuntaba: «Mira, a los políticos les importa sorbete lo que personas de a pie, como yo, piensen sobre ellos». Y una más: «La gente honrada no llega a esos cargos públicos… ¿sabes por qué? porque no se prestan a sus cochinadas, de modo que con mi voto y sin mi voto, van a seguir llegando los mismos hijos de la….».

Ante este contexto que se replica al mil, son obligadas las interrogantes ¿Cómo podemos darle la vuelta a esta percepción —muy válida— y abrirle el camino a la confianza en la democracia? ¿Cómo puede el sufragio cambiar este podrido sistema político? ¿Cómo se puede aumentar la influencia de los dueños de Coahuila en su Gobierno?

Para alcanzar esto se requiere de una sociedad participativa e informada, es vital para una rendición de cuentas de verdad. Si un político estuviera consciente de que un escándalo de corrupción sí acabaría con su carrera, porque simple y llanamente ya nadie votaría por él, es bien probable que lo pensaría dos veces antes de «pasarse de listo», obviamente para esto se requiere de instituciones blindadas, curadas de hacer como que no ven, como son la Fiscalía y el Poder Judicial.

Asimismo, en un marco de esta naturaleza, los candidatos estarían más que sabidos de que si mienten u ocultan información se los carga Gestas y sin duda que los partidos políticos no presentarían a cualquier espécimen como candidato o candidata.

Y aquí llegamos al punto sustantivo: con un elector informado que decide por quien va a sufragar después de haber analizado con lupa la currícula de los aspirantes empieza el blindaje contra malandrines y sinvergüenzas y se inicia el surgimiento de un nuevo sistema político. Por esta razón primaria, los ciudadanos debemos ejercer nuestro derecho al voto, informados, de aquí que parte importante de la solución que demanda nuestro estado, radique en las elecciones.

Es fundamental que el IEC ponga a disposición de los electores santo y seña de los candidatos de los diferentes partidos políticos que compiten por gubernatura y diputaciones locales. Que la gente conozca el perfil de los candidatos, sus propuestas, su forma de concebir la democracia, su opinión sobre las realidades de Coahuila que hay que resolver, su vinculación con la forma de pensar de sus futuros representados, si no les es ajeno el territorio, si lo han caminado, si lo han sentido, olido, oído, tocado. Se necesitan candidatos transparentes, que no tengan empacho en subir su declaración patrimonial, su declaración fiscal y la de intereses. No más ricos de la noche a la mañana, porque hay quienes quieren el puesto nomás para ver que se pergeñan, y la de su parentela y cuates que les acompañan.

En Coahuila necesitamos generar una cultura democrática. Promover la rendición de cuentas permite avanzar en la construcción de una entidad federativa más justa e igualitaria.

Ya es hora de hacerla. Las quejumbres y las mentadas de madre entre cuatro paredes no nos sirven para nada. Si estamos hartos de la corrupción y la impunidad tenemos la herramienta para combatirlas: sufragar informados. Sólo así podremos lograr los cambios institucionales que permitirán tener una sociedad distinta para las nuevas generaciones.

Votar es un derecho político electoral, pero participar fehacientemente, es decir tomando conciencia del significado y la trascendencia que tiene, es lo que realmente va a darle a nuestro país la dirección que necesita para acabar con esta malnacida forma de hacer política, que la ha vuelto deleznable, repudiable, en perjuicio de quienes aquí vivimos, pero sobre todo de los más vulnerables, atados de por vida a la desgraciada dependencia de la dádiva. No más de esto. Ya deshagamos semejante cadena, semejante envilecimiento. Tenemos que enseñarnos a votar en conciencia, porque así conviene a nuestro interés ciudadano, no al de los que vamos a dar oportunidad de que nos sirvan de manera temporal y pagado.

Los partidos políticos, las políticas y los políticos, tenemos que cambiar la forma en que nos comunicamos con el electorado. ¿Realmente creemos que con spots vacuos se va a convencer al elector para que acuda a votar? ¿Con espectaculares cargados de hígado se va romper la indiferencia? La descalificación del contrario, la burla, la ironía, la insolencia… ¿Saben para que sirven? Para ahuyentar más al elector de las urnas.

La apatía, el desinterés, y más que nada el fastidio, se planchan con creatividad, son sencillez, con humildad. Hay spots que insultan la inteligencia. Y eso acrecienta las aristas.

¿Por qué no invitar a las universidades a participar como puentes de comunicación entre candidatos, candidatas y electores? ¿Por qué no invitar a estas y a las cámaras empresariales y organizaciones ciudadanas a convocar a conversatorios entre aspirantes y electores? ¿Por qué no organizar debates entre los candidatos a gobernador y también entre quienes quieren aspiran a una curul en el Congreso local? Esto es mucho mejor que los volantes y los espectaculares. Y no hablo de oídas. ¿Por qué el IEC no invita en las colonias populares a un encuentro entre candidatos, para que de manera sencilla y sin rebuscamientos, le expliquen a ese sector tan importante de la población por qué quieren ser su gobernador o su diputado? ¿Por qué no incluir en las televisoras y en la radio diálogo directo entre aspirantes y votantes?

Todo esto en el marco del apartidismo y la neutralidad. El objetivo es que quienes van a votar conozcan a sus candidatos y sepan lo qué piensan sobre temas específicos. Además es una manera de ir introduciéndolos a exigir la rendición de cuentas. Y algo más, conocerán su experiencia a través de sus respuestas. No se vale que lleguen personas que no llenan el saco para el cargo, así empieza la corrupción. Es fundamental romperles la muralla a la apatía y a la desinformación. La democracia necesita de ciudadanía informada. No más basura en propaganda pagada con nuestros impuestos. Que salgan partidos políticos y candidatos a dar la cara desde ya. Que se acostumbren a responder de frente a quienes les dan su razón de ser: La ciudadanía. Y por favor, elijamos representantes honestos, confiables y capaces.

No quiero cerrar estas reflexiones sin antes referir mi preocupación por un sector muy grande de la población, y son los jóvenes. Pareciera que a los chicos no les quita el sueño su participación en las elecciones. Más para eso están los estudios. Los jóvenes entre los 18 y los 19 años, es decir los que votan por primera vez, su participación se refleja hasta en un 70%. Pero el siguiente grupo, el de 20 a 25 años, es el que menos participa tras pasar por el «desencanto» de las políticas incumplidas. En las zonas rurales es más bajo aún. La violencia generada por los grupos criminales tiene en los jóvenes el mayor grupo de participantes y víctimas. De modo que no bastan las propuestas en acceso a la educación y empleo, también necesitan políticas públicas en seguridad, vivienda, en salud, señalan los expertos. Ojo con esto candidatos.

Así las cosas. Decidamos en conciencia qué queremos para Coahuila.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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