Hay una frase muy llevada y traída, pero me parece adecuada para iniciar estas reflexiones: «En política nada está escrito», pero nada. Si las circunstancias cambian, el derrotero puede ser otro. Para aquellos que se creen que todo está planchado y que la palabra derrota no existe en su diccionario… ¡Toma! pues resulta que se inflaron demasiado y tronaron como globos en kermés. Creen en su delirium de soberbia que la gente no se harta y que no los puede mandar a paseo cuando menos se lo esperan.
Y esto viene a colación por lo sucedido en la Argentina –a ver si lo apuntan desde ya, los de aquí– en sus elecciones a la presidencia de la república. Fue más que un baldazo de agua helada al gobierno de Fernández. «El miedo al presente –apuntan los editorialistas– fue muy superior al miedo al futuro». Solo así se explica el voto mayoritario a un hombre con la personalidad de Javier Milei, que es dinamita pura, que tiene un talante explosivo, que dice las cosas como van y enciende las pasiones y los bríos hasta los de los de los más pasivos.
El grueso de los votantes se hartó de su realidad cotidiana, se corporativizó el fastidio popular. Ese sentir se extendió a todas las provincias de aquel país, en Buenos Aires capital arrasó, pero también en Corrientes, Mendoza, Córdoba, Santa Fe. En el norte del país, con excepción de Formosa y Santiago, la victoria fue para Milei.
Jugó un papel esencial el apoyo de Mauricio Macri hacia el libertario, lo dice la derrota propiciada en bastiones del partido en el Gobierno. Hasta los más radicales mandaron a paseo «la neutralidad» y apoyaron a Libertad Avanza, el partido de Milei. Con esto queda a la vista que hoy día son tiempos en que los partidos políticos han perdido control y peso específico y que la disciplina partidista ya es asunto del pasado.
Aquí en México lo estamos viendo, la brincadera de un partido a otro se recrudece, no les dan el «dulce», que es en lo que arraigan su «fidelidad» y hasta nunca vida mía. Y a lo que se ve, irá en aumento. Y esto cambia la «jugada», Milei lo ha subrayado en su discurso. Su victoria electoral la debe a la recomposición de fuerzas de la oposición. El acuerdo con Macri y Bullrich –la otra aspirante– cambiaron el destino de Milei en la segunda vuelta. Se vio en el volumen de votos recibidos. Fue esta coalición la que lo lleva a la Casa Rosada.
Es toda una aventura tener como presidente a partir del 10 de diciembre a un dirigente sin experiencia política, con un montón de reformas de rompe y rasga, que tiene que integrar un equipo de gobierno a la de ya y construir una política en un escenario político y legislativo entre disperso y muy disperso. Está en chino, pero ahí está el desafío que asume al convertirse en titular del poder ejecutivo. Se sacó la lotería del tigre, como decimos aquí en México. Llega con un diablal de votos prestados. ¿Podrá sacar adelante sus reformas «radicales», como las denominan algunos, en un Congreso con legisladores cuya mayoría no tiene?
La pregunta obligada es si a partir de los resultados se inaugura una nueva época política en Argentina. Está más que claro que el voto de la mayoría obró en contra de Alberto Fernández, de Cristina Kirchner y de Sergio Massa. Fueron mandados al carajo. Milei en su discurso ha hecho una convocatoria de apertura, sin duda con el objetivo de allanarles la entrada para poder gobernar a algunos sindicalistas, y ninguno es perita en dulce. Milei quiere entregarles el manejo de sus políticas sociales a algunos dirigentes gremiales. En estos hay de todo, incendiarios y pragmáticos. Los peronistas están de luto, son los perdedores. A ver si se recuperan. A ver cómo le va a Cristina, deja muchas lumbres encendidas y Milei no me parece que tenga interés en apagarlas.
Milei subraya en su discurso que se van a implementar reformas para reducir gastos y resolver el déficit. Los recortes presupuestarios sin duda que van a caldear los ánimos. Pero ya ha dicho que todo se hará dentro de la ley, nada al margen de esta.
En lo que estuve leyendo para ilustrar el texto que hoy usted tan generosamente lee, encontré que hay quienes tienen una profunda desesperanza, y que fue en mucho esta la que le dio fuerza a una utopía –aun pensando que estaban comprando una imposibilidad– la que los llevó a sufragar por Javier Milei, y no es algo privativo de ellos, en 2018, 30 millones de mexicanos le «compraron» a López su 4T, sin duda que hubo algunos que lo hicieron creyéndole todito. Y vuelvo a Argentina, buena parte de esa sociedad que votó por Milei, no le importa correr el riesgo de «castigarse a sí misma para sentir el goce de herir a quienes hacen responsables de la acumulación de sus heridas». Y esto no es más que lo que Hegel llamaba «la astucia de la razón», es decir, que aun sabiendo la negatividad, le dan para adelante porque estiman que es necesario para desarrollar los procesos que llevan a su superación.
Operó sin duda en el ánimo de los argentinos que había que darles un voto de castigo a quienes los condujeron a semejante debacle, la idea de cambio también hizo lo suyo, y los sueldos bajos, el hartazgo de la inflación rampante y la corrupción. No tanto el respaldo a lo propuesto por Milei, ni a su personalidad. Un 35% de personas a quienes se les preguntó su opinión sobre él, lo consideran un político más. Y si se habla de cercano a la gente, Massa tenía un porcentaje más alto que Milei y con mayor reconocimiento a su capacidad de diálogo y negociación. Pero ganó.
Y es que como bien expresa uno de los consultores –Jaime Durán Barba–: «la gente está por el cambio», hoy es moda en la mayoría de los países del mundo, aunque sean palabras huecas: «gran parte de los latinoamericanos estamos por un cambio que luego archivamos para pedir otro cambio. Las redes crearon una actitud negativa, en especial después de la pandemia». ¿Cómo ve, estimado lector, lectora?
Y vaya que tiene razón el economista español Alejandro Serrano Mancilla, para describir lo acontecido en Argentina. Se lo transcribo: «Perdió la moderación. La inflación ganó el debate. La gestión cotidiana importa más que cualquier eslogan. El peronismo sigue en su laberinto. Milei es mayoría, pero con el apoyo real del 22 por ciento del padrón electoral, que es lo que sacó en la primera vuelta. No hay fin de ciclo. La disputa continúa».
¿Qué viene para Argentina con Milei? ¿Tendrá los arrestos emocionales para gobernar un país en las condiciones actuales? Sería una tragedia que no los tuviera porque eso arrastraría a una deriva institucional de pronóstico reservado. Argentina perdió su democracia, hoy se cumplen 40 años de su recuperación. Hasta hoy y con todo y por todo, el sistema ha aguantado los embates, pero es experiencia nueva que la amenaza surja del ejercicio de la democracia misma.
Hay un rechazo a flor de piel al statu quo, que igual se da entre los más informados que votaron por Milei, que en aquellos que también sufragaron a su favor al margen de estar al pendiente de lo que dicen y hacen o dejan de hacer los políticos en turno. Y es que lo que sí pesó en el ánimo de unos y de otros, y fue lo que definió la victoria de Milei, es lo que sienten en sus bolsillos, que hay una diferencia enorme entre sus ingresos y la solventación de sus necesidades. El 30% de los afines a Milei se integra con sectores bajos o medieros empobrecidos y también con sectores altos que están seguros que el sistema no va a devolverles lo que sus capacidades merecen, subrayan los analistas.
Tendrán que ver los argentinos en el devenir, si valió la pena el «cambio». Si Milei y sus aliados, Mauricio Macri y Patricia Bullrich, están a la altura de lo que se comprometieron a dar. Lo que sí está bien claro, es que el grueso de los votantes no iba a dar un solo voto al peronismo, fuera quien fuera su candidato. Hoy por hoy es lo más repudiado en Argentina.
En México, tomemos nota. Xóchitl no es Dios, es una mujer de carne y hueso, muy echada para adelante y significa una bocanada de aire fresco, que ha despertado la esperanza de muchos mexicanos, todavía está por verse de cuantos, para convertirse en la primera presidenta de nuestro país.
Hago votos porque los tres partidos que la impulsan tengan la grandeza para estar a la altura de lo que este esfuerzo significa, y que no se les olvide ni por un instante que no van solos, que están sectores muy importantes de la sociedad civil organizada en el mismo frente y que no están de relleno.
Todavía hay mucho camino que remontar, y no es tarea para unos cuantos, es brega de muchos, pero muchos, que estamos claros de que México está para democracia y el fortalecimiento de nuestras libertades. Y de esto ni un paso atrás.